Existen universidades que imparten cursos sobre ellas, farmacias que venden sus remedios y ciertos médicos, supuestos entendidos y sanadores que las promocionan. Pero creer en las promesas de las terapias alternativas y seguirlas a veces se puede pagar caro, y no solo con euros. En casi 1.500 casos al año, con la vida, según el ‘Primer informe sobre fallecidos a causa de las pseudoterapias en España‘ elaborado por la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP). Conoce qué es una terapia alternativa, el perfil de las personas que caen en ellas, las características de las más peligrosas y dónde acudir para contrastar la información que nos llega de ellas.
Impacto de las terapias alternativas
En la novela más universal de la literatura española, Don Quijote de La Mancha, el hidalgo caballero confiesa a su escudero Sancho Panza que conoce la fórmula secreta del bálsamo de Fierabrás, una poción que decían era capaz de curar todas las dolencias. Sin embargo, tras probarlo, los resultados no son los deseados: don Quijote sufre vómitos y sudores, pero se siente curado después de dormir, y para Sancho solo tiene un efecto laxante que casi lo mata, “por no ser caballero andante”, justifica el protagonista.
No vivimos en la ficción creada por Cervantes, pero el escenario es parecido. Sigue habiendo enfermos que buscan remedios para sus males y quienes ofrecen para el mantenimiento, recuperación o mejora de la salud ciertas actividades, servicios, productos y sustancias sin respaldo de la evidencia disponible, es decir, pseudoterapias. Y no son pocos, de un lado y otro, ni carecen de consecuencias indeseadas, por lo que conviene desconfiar de las terapias alternativas.
Los españoles, en general, desconocen los peligros de las terapias alternativas. Así, la última ‘Encuesta de Percepción Social de la Ciencia’ (2018) de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) señala que uno de cada cinco españoles (19,6 %) ha utilizado tratamientos alternativos a la medicina convencional para cuidar su salud; la mayoría, de forma complementaria. Aun así, dos millones de españoles (5,2 %) reconocen haber sustituido un tratamiento médico con una de estas terapias —ajenos a los efectos de las pseudoterapias–, “tras creerlas curativas, eso es lo grave”, puntualiza Elena Campos, doctora en Biomedicina, investigadora en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa UAM-CSIC y presidenta de la APETP.
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Por qué se acude a estas terapias: momentos de vulnerabilidad
Mujer, de más de 64 años y con formación universitaria. Así es el retrato-robot del usuario, según el primer barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que abordó el tema (2018). Sin embargo, Guillermo Fouce, presidente de Psicólogos Sin Fronteras, prefiere no hablar de perfil medio, sino de momentos de vulnerabilidad, como la adolescencia, la juventud, un problema sanitario o psicológico, en los que cualquiera puede ser diana de una terapia de este tipo.
“La medicina no es infalible. Cuando nos proporciona una respuesta insatisfactoria, se abre una puerta a ser víctimas de pseudociencias buscando saciar nuestra necesidad de sentir que estamos haciendo algo. Cualquiera podrá aprovechar esa situación de debilidad emocional por necesidad”, apunta Campos. Y los hay: “quienes juegan con la desesperación, la incertidumbre, el interés por encontrar algo diferente que ayude a salir de una situación psicológica o de salud comprometida”, comenta el psicólogo. “Depravados que aprovechan la necesidad de los enfermos y se saltan la ley para conseguir que gasten el dinero que no tienen o se aíslen de su familia”, agrega Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac).
Pero son muchos los riesgos de las terapias alternativas. De hecho, en nuestro país estas falsas terapias provocan directa e indirectamente alrededor de 1.400 muertes al año, según el informe de la APETP. También están detrás de desembolsos astronómicos como, por ejemplo, los 600 euros al mes en gotas de Miracle Mineral Solution (MMS) o clorito de sodio (derivado de la lejía) y otros suplementos para tratar el autismo, recuerdan desde el Comité de Promoción y Apoyo de la Mujer Autista (CEPAMA).
Las terapias alternativas o “naturales” son variadas y para nada inocuas. En 2011, el Ministerio de Sanidad identificó 139 técnicas con pretendida finalidad sanitaria en el ámbito de las terapias naturales. Siete años después, la Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías y Prestaciones del Sistema Nacional de Salud (RedETS) no encontró sobre 73 de ellas ensayos clínicos ni revisiones sistemáticas o metaanálisis en PubMed, el motor de búsqueda de referencia en artículos de investigación biomédica. Es decir, técnicas como la medicina ortomolecular no tienen soporte científico con metodología lo suficientemente sólida que sirva para evaluar su seguridad, efectividad y eficacia. Es una pseudoterapia, como también lo es la magnetoterapia estática, la dieta macrobiótica, el masaje tailandés o la sanación espiritual activa, según la última actualización registrada en #CoNprueba, la iniciativa que engloba las acciones frente a las pseudociencias y las pseudoterapias que impulsa el Gobierno.
Pero aún queda en torno al medio centenar en cuestión, entre ellas la acupuntura, la homeopatía o el reiki (imposición de manos), en las que la población española confía mucho, según la encuesta de la Fecyt. RedETS las analizará una a una, porque el hecho de que existan publicaciones sobre estas prácticas no implica que la técnica esté respaldada por el conocimiento científico y que se avale su eficacia y seguridad. Pero podría haber más, “tantas como capacidad creativa tenga quien quiera inventarse una o creyentes consiga. Depende del pábulo que se le dé desde los medios de comunicación e instituciones y de lo que se le deje hacer desde las autoridades competentes”, advierte Campos.
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Las terapias alternativas más peligrosas
“Las terapias que intentan sustituir los tratamientos médicos o psicológicos por alternativas no contrastadas ni exploradas son las más peligrosas”, explica el doctor en Psicología Guillermo Fouce.
Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), todas las pseudoterapias son peligrosas, porque implican “poner en marcha prácticas sin estudios científicos que avalen su eficacia, que generan falsas expectativas y pueden suponer un riesgo para la salud”. En 2017, un estudio publicado en ‘Journal of the National Cancer Institut’ lo corrobora: las mujeres con cáncer de mama que las usan aumentan su riesgo de muerte un 470 %, mientras que los pacientes con cáncer colorrectal y los de pulmón, un 360 % y un 150 %, respectivamente. Además, según AECC, la propia publicidad y el planteamiento de curación ya puede suponer sufrimiento y frustración para quien no logra esta promesa. Begoña Barragán alerta de las dietas anticáncer –“son una mentira”–, como también de “supuestas energías que nos infundan y suplementos y complementos que no demuestran tener ninguna influencia sobre la evolución del paciente oncológico”.
Precisamente, el cáncer es la enfermedad sobre la que más inquietud generan estas terapias. En el teléfono Infocáncer de la AECC detectaron en 2018 un aumento de las consultas sobre el uso de productos, alimentos o técnicas para combatir los efectos secundarios de los tratamientos o el dolor: son conocidos como escorpión azul, cardo mariano o flores de Bach, drogas como marihuana, productos como la lejía o la vitamina C con bicarbonato o técnicas como la meditación con efecto curativo.
Dónde informarte sobre las terapias alternativas
- Infocáncer 900 100 036
- Centro de Información de Medicamentos (CIMA) Buscador de medicamentos legalmente comercializados.
- Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.
- Observatorio OMC contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias.
- CoNprueba, de los ministerios de Sanidad y Ciencia.
- Farmaciencia
- SaludSinBulos