La llegada de inmigrantes ha puesto de manifiesto nuevos trastornos de salud, hasta ahora desconocidas por los profesionales sanitarios de nuestro país. Forman parte de los denominados síndromes dependientes de la cultura o trastornos transculturales, que se dan solo en determinadas partes del mundo y que están muy enraizadas en la cultura de la zona. En este artículo se explican algunos de los cada vez más habituales en las consultas de atención primaria. El síndrome del semen perdido y el de retracción genital son algunos de ellos, sin olvidar el mal de ojo.
La mayoría de las enfermedades habituales están distribuidas por todo el mundo y se comportan de forma parecida: padecen ataques de gota o pulmonías tanto un aborigen de la selva amazónica como un ejecutivo de Wall Street, y sin grandes diferencias. Los denominados síndromes dependientes de la cultura son experiencias perturbadoras, específicas de un lugar y se producen solo en un determinado grupo cultural.
Como en muchos trastornos psicosomáticos, estos problemas asociados a la cultura están relacionados con situaciones que producen estados de ansiedad que el paciente no reconocePero resulta difícil desligar las dolencias físicas de la personalidad del individuo y de su entorno social. No hay enfermedades sino personas enfermas: una persona ansiosa que cuente con poco apoyo social puede vivir con gran sufrimiento tanto una diabetes como un cólico. Las enfermedades no son sucesos aislados y, por este motivo, el entorno es una pieza clave para entenderlas.
La inmigración que se ha producido en los últimos años ha llenado las consultas de atención primaria españolas de nuevas dolencias que, desde el punto de vista cultural de nuestro país, son curiosas y complicadas de comprender.
Trastornos y creencias
Algunos de estos síndromes son popularmente conocidos como el «vudú», en el que el individuo puede llegar a enfermar de forma seria, en la creencia de que alguien le está causando un daño.
Otros resultan tan extraños como curiosos: «zar», en el que los afectados creen estar poseídos por un espíritu, o «Amok», en el que primero se da una fase de depresión a la que sigue una conducta violenta y agresiva hacia personas y objetos. Esta última suele desencadenarse por la percepción del afectado de una falta de respeto o de un insulto, y es más frecuente entre los hombres.
El «susto» es otro síndrome popular que se da en la población latina y que también se conoce como espanto, pasmo o pérdida del alma. Se atribuye a un acontecimiento que provoca miedo súbito y que causaría la salida del alma. Se manifiesta por múltiples síntomas tanto físicos como psíquicos y se cree que, en casos extremos, puede provocar la muerte.
Trastornos psicosomáticos sexuales
- Síndrome del semen perdido
Otro trastorno desconcertante es el síndrome del semen perdido, también denominado síndrome de Dhat. Muchos médicos de familia y urólogos españoles desconocen este trastorno psicosomático, al que los psiquiatras catalogan como la «neurosis sexual de Oriente». Afecta a hombres de origen subasiático que consultan angustiados porque creen sufrir secreciones de esperma involuntarias cuando orinan y también mientras duermen. Esto hace que sientan que se debilitan y que pierden su salud. A veces, provoca tanta angustia que el paciente cree que va a morir.
Los hombres que padecen este síndrome tienen un perfil parecido: jóvenes que provienen sobre todo de Pakistán y Bangladés, que están solteros, o bien lejos de sus esposas, y sus creencias religiosas les prohíben masturbarse después del matrimonio o tener relaciones con otras mujeres. Por este motivo, viven con ansiedad las normales poluciones.
- Síndrome de retracción genital
Otro trastorno cultural de contenido sexual es el síndrome de retracción genital, también conocido como «síndrome de Koro». Se manifiesta como una ansiedad provocada por la creencia de que el pene se retrae y desaparece en el interior del cuerpo, y que el resultado es la muerte. Es más frecuente en los hombres, pero también pueden padecerlo las mujeres, que creen que su vulva y sus pezones serán absorbidos dentro del cuerpo.
Los individuos afectados sufren verdaderos ataques de pánico durante los que en realidad perciben que su pene está menguando, lo que, incluso, puede llevarlos a lesionarse al atarse con cordones o hilos el miembro en el intento de evitar su retracción. La masturbación, los baños de agua fría o el contacto sexual con prostitutas son factores desencadenantes. La mayor parte de casos se dan en el sudoeste de Asia, aunque también se han descrito casos en algunos países occidentales.
- «Shenkui»
En esta misma zona se da el «Shenkui», en el que el afectado se queja de numerosos síntomas como insomnio, debilidad, mareos y disfunciones sexuales (impotencia y eyaculación precoz). Se atribuye a una excesiva pérdida de semen, como consecuencia de relaciones sexuales frecuentes, masturbación y poluciones nocturnas. La pérdida de semen provoca alarma por la creencia de que representa la pérdida de una esencia vital y que puede resultar una amenaza para la vida.
En el trasfondo, como en muchos trastornos psicosomáticos, estos problemas están relacionados con situaciones que producen estados de ansiedad que el paciente no reconoce como tales. Por ejemplo, en los casos en que los síntomas están asociados con alguna cuestión sexual, el trastorno se precipita por alguna conducta prohibida (por creencias religiosas) como la masturbación o tener relaciones con prostitutas. En este caso, la ansiedad que provoca se manifiesta de forma indirecta como el síndrome, como si se tratara de una especie de castigo por la trasgresión que se ha cometido.
Trastornos made in Spain y de Occidente
Pero no todos estos trastornos tienen origen en lejanos países. El «mal de ojo» es un síndrome propio de España, que afecta sobre todo a niños. Los síntomas incluyen insomnio, gritos sin causa aparente, vómitos y fiebre.
Sin embargo, los trastornos culturales no son una reliquia del pasado y, en la actualidad, muchas personas los sufren. Un ejemplo son los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia, que afloran, sobre todo, en culturas occidentales, o como la fatiga crónica y la fibromialgia, también consideradas por muchos autores como enfermedades ligadas a la cultura.
Los síndromes extraños no solo se producen en culturas lejanas y primitivas. Sin ir más lejos, la cultura de nuestro país comparte con la latinoamericana el denominado “ataque de nervios”. Durante este episodio, los afectados profieren gritos y llanto incontrolables, acompañados de temblores y agresión verbal o física; la persona siente que está fuera de control y luego no suele recordar lo sucedido. Se manifiestan, de forma más frecuente, tras una situación de estrés relacionada con la familia, como recibir la noticia de la muerte de un pariente cercano o por conflictos con la esposa o los hijos.