Los niños que nacen en invierno pesan menos y están más sanos que los que nacen en verano, según un estudio detallado elaborado por médicos israelíes de la aseguradora médica Maccabi, que durante los últimos seis años han pesado a 225.545 bebés nacidos en Israel.
Según estas pruebas, el mes en que los recién nacidos pesan menos es enero, con una media de 3,266 kilos. En el otro extremo se encuentran los bebés que nacen en julio, cuando alcanzan un peso medio de 3,292 kilos. Así, los niños que nacen en verano presentan un mayor índice de riesgo debido a su peso, si bien esta circunstancia no condiciona necesariamente la salud del adulto. Entre enero y julio el peso de los bebés sube paulatinamente, para luego descender de nuevo.
Los niños pesan más cuando sus madres sufren una mayor exposición a los rayos del sol durante los últimos meses de la gestación, según los investigadores. «Como norma general, el peso en el momento del nacimiento sube paulatinamente hasta el mes de julio y luego desciende progresivamente, lo que permite comprobar con claridad la influencia del clima», afirmó Verda Shelo, una de las autoras del estudio.
«Contrariamente a los adultos, que tienden a engordar en invierno, los bebés nacen más gordos en verano», añadió. Los investigadores sostienen en el informe que un peso excesivo en el momento del nacimiento puede crear problemas de salud también en la madurez. De esta forma, no descartan su influencia en algunas variedades de cáncer.
Las madres que se encuentran en verano en la última fase de gestación y se exponen normalmente al sol absorben más vitamina D, lo que provoca una mayor secreción de hormona de crecimiento, según los científicos, que reiteran que las mujeres embarazadas eviten una excesiva exposición al sol durante los meses estivales.