Según el Consejo de Colegios de Farmacéuticos, en España cerca de 2,5 millones de mujeres y medio millón de varones presentan osteoporosis en la columna lumbar o en el cuello del fémur. Una de las técnicas que más se utiliza para detectar y supervisar su avance es la medición de la densidad mineral ósea (DMO). Sin embargo, la DMO no revela con precisión todos los factores que influyen en la resistencia ósea y no refleja fielmente la reducción del riesgo de fracturas que aportan algunos tratamientos terapéuticos, como el risedronato (bifostonato).
Así lo asevera un grupo de expertos de la «Alliance for Better Bone Health» (Alianza para la mejor salud del hueso), constituida por Procter and Gamble, Pharmaceuticals-Vita y Sanofi Aventis. Sus conclusiones se presentaron durante la segunda reunión conjunta de la European Calcified Tissue Society y la Internacional Bone and Mineral Society, celebrada en Ginebra y en la que participó Adolfo Díez Pérez, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital del Mar y profesor en la Autónoma de Barcelona.
El esqueleto, explica este experto, debe analizarse como una construcción, como la torre Eiffel. Para calibrar la resistencia y fortaleza de la edificación deben tenerse en cuenta varias características: la calidad de los materiales, la disposición de su estructura metálica y los tornillos que la sujetan o la forman. Basándose en este símil, Díez Pérez sostiene que en el análisis y tratamiento de la osteoporosis no basta con la medición de la DMO, ya que ésta es sólo una de las características que influyen en su fortaleza.
Además, afirma, en pacientes que ya están sometidos a tratamientos como el del risedronato, las densitometrías a las que se someten no reflejan con precisión los efectos beneficiosos de la terapia, la disminución del riesgo de fractura. «La evolución del hueso es mucho más compleja de lo que nos dice la DMO. La densitometría es un buen sistema para detectar por primera vez la osteoporosis y medir el nivel base de su enfermedad, su gravedad. También seguirá siendo útil para monitorizar a los pacientes, pero necesitaremos otras técnicas que nos expliquen mejor otros aspectos del hueso», resume.
Este experto explica que más allá de la densidad mineral ósea se investigan otros parámetros que determinan la calidad del hueso como el tamaño y estructura, su forma, arquitectura, la composición de los materiales que lo forman, la cantidad y organización del mineral, el tamaño de los cristales de mineral, la calidad del colágeno o el estudio de los marcadores bioquímicos del remodelado óseo (proceso natural de destrucción y regeneración del tejido óseo que el cuerpo humano hace las 24 horas del día, y que puede verse alterado por patologías como la osteoporosis).
Para analizar estos factores se recurre a la ingeniería, la mecánica o la mineralogía. Como resultado, explica Díez, se hacen «cálculos de resistencia, análisis de isotropía o anisotropía en hueso para ver cuál es la distribución de las orientaciones de las estructuras, análisis fractales o simulaciones de resistencia al impacto o la presión con modelos mecánicos que reproducen la estructura de un hueso». Para explorar estos factores se recurre a técnicas como la resonancia magnética, la tomografía axial computerizada o por emisión de positrones.