Hace un año las ilusiones por conseguir una vacuna que pudiera detener la progresión del Alzheimer prácticamente se desvanecieron en el primer ensayo clínico. Tras los prometedores resultados logrados en experimentos con roedores, el estudio tuvo que suspenderse porque 17 de los 372 pacientes sufrieron una grave inflamación del cerebro. Pero ahora una nueva investigación de la Universidad de Zurich (Suiza) ha reavivado el optimismo por esta línea de trabajo.
El equipo ha revisado los casos de 30 de los voluntarios que participaron en el ensayo, y ha comprobado que la inmunización ha funcionado, pese a los efectos adversos detectados. Al parecer, en dos de cada tres pacientes no se ha producido el deterioro esperable en su enfermedad. Este deterioro se ha medido en función de su capacidad para vestirse, cocinar y ser independientes. En los test de memoria, algunos enfermos incluso mostraron cierta mejoría. La investigación también ha confirmado que la protección de la vacuna puede funcionar durante al menos un año, el tiempo del estudio.
La vacuna que se estaba probando, llamada AN-1792, ayuda al sistema inmune a producir anticuerpos que atacan las placas de beta amiloide, la sustancia que se acumula en el cerebro de los enfermos de Alzheimer. La formación de estas placas es característica de esta enfermedad neurológica y se piensa que puede ser la causa de la demencia.
Aunque estos primeros resultados, publicados en «Nature», deben confirmarse con el resto de los participantes en el ensayo clínico, los investigadores suizos sugieren que una versión modificada de la vacuna podría tener resultados prometedores. Y, sobre todo, «reaviva la esperanza de conseguir algún día una vacuna eficaz contra el Alzheimer sin graves efectos secundarios», ha explicado Bengt Winblad, experto en la enfermedad de Alzheimer del Instituto Karolinska de Suecia.