Un grupo de investigadores, dirigido por Jorge Plutzky, director del Programa de Prevención de Enfermedades Vasculares del Hospital Brigham and Women, y la Escuela Médica de Harvard, ha desarrollado una nueva técnica para tratar la obesidad visceral. El estudio se ha publicado en la revista «Nature Medicine».
La grasa marrón de nuestros cuerpos consume energía, mientras que su contraparte, la grasa blanca, hace reserva de ella. El peligro que representan las células de grasa blanca, como el aumento del riesgo de padecer diabetes y enfermedades del corazón, parece estar especialmente vinculado a la grasa visceral -la acumulación de grasa alrededor de los órganos, en el abdomen-. Así, en la batalla contra la obesidad, la grasa marrón parece ser nuestra amiga, y la grasa blanca, nuestra enemiga. Sin embargo, ahora, este equipo de investigadores ha descubierto una manera de convertir a nuestra enemiga en una amiga.
Mediante la manipulación de las vías metabólicas encargadas de convertir la vitamina A en ácido retinoico, Plutzky y sus colaboradores consiguieron que la grasa blanca adoptara las características de la grasa marrón. Sus conclusiones dan un paso más en la carrera para desarrollar nuevas terapias contra la obesidad. Los retinoides, moléculas derivadas del metabolismo de la vitamina A, son responsables de muchas funciones biológicas. Una de estas funciones es el control del desarrollo de las células grasas. Un paso clave en el metabolismo de los retinoides se produce con la ayuda de una enzima, llamada deshidrogenasa retinaldehído 1, o Aldh1a1. Los investigadores observaron que, en humanos y ratones, la Aldh1a1 es abundante en las células de grasa blanca, especialmente en la grasa visceral más peligrosa (grasa abdominal).
Cuando la Aldh1a1 se inhibió en las células de grasa blanca, estas células comenzaron a actuar como células de grasa marrón (una de las características definitorias de la grasa marrón es su capacidad de liberar energía en forma de calor). Los investigadores también observaron que la anulación de la expresión del gen de la Aldh1a1, mediante la inyección de moléculas antisentido, en ratones obesos, resultó en menos grasa visceral, menos aumento de peso, una disminución de los niveles de glucosa y protección contra la exposición al frío, en comparación con los ratones control.
«La grasa marrón y los mecanismos que podrían convertir la grasa blanca en marrón han recibido una creciente atención, ya que representan una posible manera de tratar la obesidad y sus complicaciones», afirma Plutzky.