Una vez que hemos mirado en nuestro interior y analizada la huella psicológica que ha dejado la pandemia en nosotros, debemos mirar a nuestro entorno. La doctora en Psicología y experta en psicología educativa Silvia Álava y la neuropsicóloga y profesora de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Europea de Madrid Elisabet Marina Sanz explican en las siguientes líneas cómo reajustar nuestras relaciones con nuestra pareja, los hijos pequeños y adolescentes y el resto de la familia.
Volver a la normalidad con la pareja
Un funcionario de las oficinas de registro de la ciudad china de Xi’an explicaba al diario local Global Times que, a medida que transcurrían los días de la cuarentena, aumentaba de forma considerable el número de solicitudes de divorcio. La explicación podría estar en las di?cultades que puede entrañar una convivencia tan estrecha durante el con?namiento. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, septiembre es el mes en el que se registran y remiten a los juzgados de familia el mayor número de separaciones y divorcios, supuestamente debido a que durante las vacaciones las parejas se ven obligadas a pasar más tiempo juntas y a?oran los con?ictos latentes.
- Qué podemos hacer. Un con?namiento como el que hemos vivido pone a prueba a la pareja. Podemos salir reforzados, pero también debilitados. En el segundo caso, el camino que proponen las expertas es el de la asertividad. “No debemos buscar culpables ni centrarnos en aquello que nos molestó, sino poner el foco en aquellas actitudes de nuestra pareja que nos han gustado. A la hora de expresar nuestras emociones, conviene que lancemos los mensajes desde el “yo me he sentido”, en vez del “tú me has hecho”. Conviene también poner distancia: mientras hemos estado en cuarentena es fácil que hayamos magni?cado los problemas; una vez terminado el con?namiento, podremos darle la importancia real a aquellos desencuentros y, entonces, compartirlo en pareja desde la tranquilidad y el sosiego.
Desescalada con los más pequeños
- Han estado varias semanas con nosotros, viéndonos a todas horas en casa, y ahora no podemos desaparecer de la noche a la mañana. La separación debe ser gradual, y hay que explicarles la nueva situación con palabras que puedan entender.
- Si nuestro trabajo ha sido tradicionalmente muy exigente y nos ha dejado poco tiempo para nuestros hijos, este es el momento de entender el significado de la palabra ‘conciliación’.
- Ahora que hemos tenido la ocasión de jugar más con ellos, de dedicarles más tiempo, hacer manualidades o inventar historias, intentemos mantener dentro de nuestras rutinas estos juegos y momentos de intimidad.
- Hay que aceptar que les va a costar mucho esfuerzo reincorporarse a la vida cotidiana. Igual que tras las vacaciones necesitan un periodo de adaptación, también ahora van a necesitar de nuestra paciencia.
Mejorar la relación con los adolescentes
- Aunque la relación con los adolescentes no siempre es fácil, en el confinamiento habremos incorporado nuevas rutinas: comer juntos, ver series, aprender a hacer un pastel… El objetivo es intentar mantener abiertos esos nuevos espacios de unión, que no desaparezcan.
- Podemos ayudarles a valorar los aspectos positivos que ha tenido esta experiencia: la unión familiar y la participación en las tareas del hogar, aumento de las responsabilidades y control de las emociones.
- También es el momento de decirles que hemos apreciado cómo han sido capaces de trabajar la responsabilidad al estudiar desde casa, y enseñarles a valorar la figura del profesor.
- Intentar evitar la ‘adaptación hedonista’: que la alegría por volver a salir y por empezar a recuperar la vida de antes no se difumine en cuestión de días. El objetivo es que aprendan –y nosotros para eso debemos dar ejemplo– a apreciar y valorar los pequeños placeres de la vida.
El reencuentro con la familia más cercana
Aquí sí podemos ver la crisis del coronavirus como una oportunidad para redoblar afectos, valorarlos, disfrutarlos y también aligerar tensiones o viejas heridas, si las hubiera.
- Qué podemos hacer. Básicamente, disfrutar. Y aprender de lo vivido para estrechar la relación. Más llamadas, más contacto. Se trata de no olvidar lo que hemos pasado, lo que hemos sentido, para darle sentido e incorporarlo a nuestra vida al volver a la normalidad. La comida de los domingos, el tacto, el abrazo, la piel: pequeños detalles cuyo potencial hemos recuperado y que conviene no volver a perder. Practiquémoslos.
Arropar a los familiares con trastornos
Entre las situaciones más vulnerables encontramos los pacientes con depresión. A su visión negativa de la vida se suma el conjunto de acontecimientos desagradables y de alarma que se han desarrollado.
- Qué podemos hacer. Si tenemos alguna persona en nuestro entorno en estas circunstancias, es muy importante que se pueda sentir arropada. Resulta primordial que sigan intentando mantener horarios de comida y de descanso, pues los cambios en los ritmos cronobiológicos son negativos para las enfermedades mentales. También conviene que tengan una rutina ?ja, un horario en el que se incluyan tareas laborales o domésticas, así como actividades de ocio y de contacto con los seres queridos.