En la lista de alimentos potencialmente peligrosos en estado natural hay algunos más famosos que otros. Del pescado ya se sabe que eliminar el anisakis requiere ciertas técnicas de cocción o de congelación. Del huevo también se conoce que hay que ser cuidadosos con su manipulación y conservación para minimizar los riesgos de sufrir una intoxicación alimentaria cuando no se han cocido. Así y todo, tanto el pescado como el huevo se pueden tomar crudos (mayonesa, sushi, ceviche o poké). Sin embargo, hay otros alimentos de consumo habitual que no se deben comer sin cocinar. A continuación se cuentan cuáles son y por qué hay que tener cuidado con ellos.
1. El pollo
El pollo es un alimento económico, saludable y muy fácil de preparar. Basta poner un par de filetes a la plancha o colocar un pollo entero en el horno para resolver una parte de la comida o de la cena. Sin embargo, cuando la carne está cruda puede causarnos problemas. El pollo crudo suele estar contaminado con Campylobacter, una de las tres bacterias que provocan más infecciones alimentarias.
Por este motivo, desde el Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas Emergentes y Zoonóticas de Estados Unidos (NCEZID) aconsejan tomar algunas precauciones, como utilizar una tabla de cortar diferente para el pollo crudo, lavar bien los utensilios que se emplean para cortarlo o guardarlo y no colocar nunca otros alimentos en superficies donde haya habido antes pollo crudo.
2. Los anacardos
Los acanardos, también llamados nueces de la India o castañas de cajú, son uno de frutos secos más apreciados: tienen un sabor exquisito y están entre los menos calóricos que hay en el mercado. Pero, a diferencia de otros frutos secos que se toman con frecuencia, como las avellanas, los pistachos o las nueces, nunca se comercializan crudos; tampoco con cáscara. La razón se halla en dos sustancias: el ácido anacárdico, que se encuentra en la cáscara y es muy irritante, y el urushiol, un aceite presente en el fruto crudo que provoca reacciones alérgicas.
3. Las alubias rojas
Las legumbres son un alimento sano, completo, saciante y con un estupendo perfil nutricional. Con ellas se pueden preparar desde los guisos más tradicionales hasta otros más ligeros; también ensaladas y distintos tipos de patés. El humus, que se ha puesto tan de moda en estos años, es un buen ejemplo de esta versatilidad. Pero, por mucho que nos gusten las legumbres, hay que tener precaución, sobre todo con las alubias rojas. Esta variedad de legumbre -también llamada habichuela roja y frijol rojo- es muy rica en una lectina llamada fitohemaglutinina.
La fitohemaglutinina es una sustancia extremadamente tóxica para las personas; provoca náuseas extremas, vómitos, dolor abdominal y diarrea. Los expertos en seguridad alimentaria de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) y la Fundación Food-Info señalan que estas alubias, cuando están crudas, contienen entre 20.000 y 70.000 unidades de hemaglutinación (hau), mientras que, cuando están por completo cocinadas, la cantidad de esta lectina desciende a menos de 400 hau. Por eso cocinar las alubias -y hacerlo bien- es tan importante. ¿Cómo resistirse a un buen plato de alubias? Sencillo: sabiendo que están crudas o poco cocinadas.
4. Las patatas
La patata es uno de los alimentos con mayor presencia en las cocinas de nuestro país. Fritas, en tortilla, al horno, hervidas e incluso al microondas, constituyen un ingrediente muy versátil y apreciado por los comensales; también por el bolsillo de los cocineros. Las patatas siempre están buenas… a menos que estén crudas. ¿Por qué? Además de la textura o el sabor, las patatas crudas contienen un alcaloide, la solanina, que irrita las mucosas, genera problemas gastrointestinales y afecta al sistema nervioso. La patata cruda, así como las partes verdes no comestibles de los tomates y las berenjenas (que son de la misma familia), pueden provocar alucinaciones.
5. Las almendras (amargas) y otras semillas conocidas
Las almendras que hay en el mercado son dulces. Se obtienen de un árbol llamado Prunus Dulcis y se comercializan de maneras distintas: fritas, horneadas, crudas al natural, molidas, en láminas… Son el ingrediente estrella de muchos platos tradicionales ya que aporta muchos beneficios.
Pero existe otra variedad: las almendras amargas, que proceden del Prunus Amara. Las almendras amargas, en crudo, contienen amigdalina, una sustancia que, en contacto con el agua (o con la saliva), produce ácido cianhídrico, que podría provocar una letal intoxicación cianhídrica.
Pero estas almendras no son las únicas semillas que no se deben ingerir. Como advierten desde Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de Estados Unidos (ATSDR), el hueso y las semillas de los albaricoques, las manzanas y los melocotones pueden contener cantidades sustanciales de compuestos que liberan cianuro. La recomendación es evidente: «Las personas deben evitar comer el hueso y semillas de estas frutas para así evitar envenenamientos accidentales por cianuro».
La nuez moscada es un ingrediente que se utiliza a menudo para realzar el sabor de algunos platos. Su gusto es muy característico y tiene mucha presencia. Por eso se emplea rallada y en pizcas. Por eso… y porque la nuez moscada, en altas dosis, es tóxica.
A diferencia de los otros alimentos de la lista, la nuez moscada se puede comer cruda. Sin embargo, esta baya es un buen ejemplo de lo que decía Paracelso: el veneno está en la dosis. La nuez moscada contiene sustancias alucinógenas. Por ello, la Federación Española de Nutrición (FEN) advierte que “se puede considerar potencialmente tóxico su consumo en grandes cantidades”. Con más de 10 gramos se pueden sufrir alucinaciones, taquicardia y la llamada “psicosis de la nuez moscada”.