De nuevo el bisfenol A se pone en tela de juicio. Este compuesto es una sustancia química que se utiliza para la elaboración de materiales plásticos y resinas. En el ámbito de la alimentación, se usa para fabricar policarbonato, un plástico rígido y transparente que sirve como envase de alimentos, ya sean botellas, la parte interna de las latas o biberones. Este último es el caso que más preocupa. El bisfenol A, también llamado BPA, puede migrar a los alimentos y a las bebidas, por lo que su presencia en envases se estudia de forma repetida en numerosos países. Una de las últimas decisiones sobre este compuesto la ha adoptado Francia, que ha prohibido de forma temporal su uso en biberones hasta que no se desarrolle un método más fiable de evaluación sobre posibles efectos adversos.
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Pese a que la normativa autoriza el uso de bisfenol A en los envases destinados a la alimentación humana sin que ello suponga ningún riesgo, la misma reglamentación también establece unos límites máximos de migración de BPA hacia los alimentos o las bebidas. Las evaluaciones de los efectos de esta sustancia en los humanos y en los alimentos han sido muchas y repetidas. El mayor problema para los consumidores es el riesgo asociado a la capacidad que tiene el compuesto para interactuar con el sistema hormonal y que se considera un disruptor endocrino, es decir, que interfiere en el sistema endocrino del ser humano.
Breve crónica
Las normativas sobre la presencia de este compuesto han sido varias. En 2002, el Comité Científico de la EFSA lo evaluó y, en ausencia de datos completos, concluyó una primera ingesta diaria tolerable con un amplio margen de seguridad. Cuatro años mas tarde, en 2006, con nuevos datos científicos en la mano, el mismo Comité propuso nuevos valores, en principio, tolerables para la ingesta diaria.
Estableció una ingesta diaria admisible (IDA) de 0,05 mg/Kg de peso corporal. La exposición a estos niveles tanto de adultos como de niños -en alimentación- es muy inferior a la IDA establecida. En abril de 2008, se puso en marcha el Programa Nacional de Toxicología estadounidense con un informe preliminar sobre el bisfenol A. En él se recogían ciertos motivos de preocupación derivados de los posibles efectos neurológicos en el feto, los lactantes y en niños expuestos a los actuales niveles seguros de BPA.
Nuevos datos de interés
Los expertos en seguridad alimentaria consideran necesario aumentar el margen de seguridad de bisfenol A
La Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria cita informes recientes procedentes de las autoridades canadienses (Health Canada), que corroboran la preocupación por la exposición al bisfenol A de recién nacidos y lactantes. Aunque los expertos aseguran que la exposición está por debajo de la IDA permitida, consideran necesario aumentar el margen de seguridad.
En Canadá ya se han prohibido los biberones que contengan BPA en su composición y ha sido el primer país en calificar este compuesto como sustancia tóxica. En estudios que llevaron a cabo países como Canadá o Dinamarca al prohibir la sustancia en objetos de plástico, pero no ha modificado la IDA fijada en 2006.
Medidas radicales
A pesar de no modificar esta medida, el dictamen publicado ahora reconoce que los últimos estudios llevados a cabo indican algunas incertidumbres sobre los efectos adversos para la salud, como cambios bioquímicos en el sistema nervioso central, en el sistema inmunológico o más susceptibilidad al cáncer de pecho en los consumidores expuestos a concentraciones por debajo de la IDA permitida. Sin embargo, estos estudios tienen algunas deficiencias metodológicas que no permiten evaluar con total seguridad la afectación real para la salud humana.Algunos países han optado por seguir medidas más restrictivas. Es el caso de Francia, que ha prohibido de forma temporal el uso de BPA en biberones hasta que no se desarrolle un método más fiable para evaluar de manera uniforme los posibles efectos adversos para la salud. No obstante, aunque los datos de exposición de bisfenol A indican que la población europea, en concreto los recién nacidos, están por debajo de los niveles de seguridad establecidos, la Comisión Europea y los Estados miembros reunidos en el Comité Permanente de la Cadena Alimentaria y de la Sanidad Animal han llegado al acuerdo de prohibir el uso de bisfenol A en biberones de plástico a partir de marzo de 2011, así como su comercialización hasta junio del mismo año como medida preventiva.
El bisfenol A está considerado un disruptor endocrino. Esto significa que ciertas sustancias, tanto naturales como artificiales y con propiedades muy similares a las de las hormonas humanas, pueden alterar el funcionamiento de éstas. Los efectos más preocupantes se dan en los más pequeños y en mujeres embarazadas, pero también pueden detectarse en personas y en otras especies animales. La controversia radica en la dosis real a la que el organismo empieza a notar los efectos. Algunas fuentes indican que la dosis es muy baja y otras apuntan que son necesarias dosis más elevadas. En cualquier caso, la Unión Europea ya ha establecido medidas para evitar incluso las dosis bajas.
El bisfenol A es una de las sustancias capaces de alterar el sistema endocrino del organismo, pero no la única. Sustancias como productos plásticos, plastificantes, algunos detergentes o la contaminación ambiental pueden causar las mismas alteraciones. Ante esta problemática, la Comisión Europea reconoce la urgencia de poner medidas al respecto y determinar métodos seguros de investigación y análisis para evitar efectos nocivos para la población, un aspecto que ya está en estudio.