Múltiples factores influyen en el comportamiento alimentario. En general, suele tenerse una visión deformada que lleva a pensar que los mensajes sobre una alimentación sana van dirigidos a personas más vulnerables, asegura el Consejo Europea de Información sobre la Alimentación.
Este fenómeno, denominado de «parcialidad optimista», tiene consecuencias prácticas considerables para la salud y para la promoción del cambio de alimentación, ya que el hecho de que los individuos no sean conscientes de su comportamiento va asociado a una falta de motivación para llevar a cabo este cambio. Para Eufic es necesaria mayor información sobre la manera en la que las personas comparan sus respectivos hábitos alimentarios, lo que ayudaría a comprender mejor el consumo de alimentos y los factores que lo determina, así como aportar ideas para mejorar las acciones educativas en materia de nutrición.
Una vez reconocida la necesidad del cambio, una de las principales barreras a la hora de llevar un régimen alimentario más saludable son las preferencias personales. La mayoría de las personas asocia la dieta sana a una dieta monótona, insípida e insuficiente. Una de las excusas más habituales para no seguir los consejos nutricionales es la falta de tiempo, especialmente entre los jóvenes y las personas con estudios superiores. Asimismo, el rechazo a prescindir de los alimentos favoritos y la falta de voluntad forman parte de las reticencias alegadas.
A la mayor parte de la población le resulta muy difícil aumentar el consumo de frutas y verduras, a pesar de sus reconocidas cualidades beneficiosas. La puesta en práctica de los cambios recomendados se ve dificultada por problemas de orden práctico como el precio de estos alimentos, su preparación y la imposibilidad de encontrarlos en el lugar de trabajo. Una de las soluciones propuestas consiste en informar sobre cómo sustituir los productos que se compran habitualmente por frutas y verduras, sin que ello conlleve mayores gastos ni más esfuerzo.
Acciones por parte del gobierno, las autoridades sanitarias y los productores y vendedores fomentando el consumo de frutas y verduras y resaltando la buena relación calidad-precio de estos productos, contribuirían a facilitar el cambio alimentario, informa Eufic. Los consumidores, por su parte, no creen que la falta de información sobre la importancia de una alimentación sana pueda considerarse una de las principales barreras para el cambio de hábitos alimentarios, aunque de hecho lo sea . Por otra parte, a los consumidores les cuesta entender las etiquetas de los productos o calcular qué cantidad representa una porción y no saben cómo equilibrar su dieta. Por estos motivos, las iniciativas educativas en el campo de la nutrición pueden contribuir a que los consumidores sean capaces de tomar decisiones con conocimiento de causa.