Un estudio publicado recientemente revela que los niveles de arsénico tóxico en el arroz cultivado en Estados Unidos superan los límites máximos recomendados por la OMS. El estudio revela que el consumo de una dieta de subsistencia a base de arroz en Estados Unidos podría acarrear graves problemas de salud a largo plazo por una ingesta excesiva de arsénico.
El arroz cultivado en Estados Unidos tiene entre 1,4 y 5 veces más arsénico que el cultivado en Europa, India y Bangladesh, según un trabajo dirigido por el biogeoquímico Andrew Meharg, de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido). Los resultados del estudio, inesperados y, para su autor principal, preocupantes, significan que «si alguien estuviera tomando una dieta de subsistencia de 500 g [pesados en seco] diarios de arroz cultivado en EEUU estaría probablemente superando la máxima cantidad de arsénico recomendada provisionalmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS)».
Según la OMS, el consumo de 1 miligramo de arsénico inorgánico diario es peligroso y puede tener efectos dañinos en pocos años. La ingesta máxima tolerable diaria se ha establecido de forma provisional en unos 120 microgramos de arsénico inorgánico, según el Ministerio de Agricultura Británico, y en unos 2 microgramos por kilo de peso según la OMS, lo que en un adulto vendría a ser entre 110 y 130 microgramos diarios. Según las cifras del equipo escocés, 500 g diarios de arroz de EEUU supondrían unos 130 microgramos de arsénico, de los cuales la mitad más o menos sería arsénico inorgánico. Sumados a la cantidad de arsénico inorgánico procedente de otras fuentes alcanzaría una cantidad que superaría los límites máximos recomendados.
El trabajo, que se acaba de publicar en agosto en la revista Environmental Science and Technology, es un análisis de varios tipos de arroz que se pueden comprar en el mercado europeo (todas las muestras fueron adquiridas en Aberdeen). Los arroces analizados difieren en su procedencia. Las muestras de arroz cultivado en EEUU tienen unos 0,26 microgramos de arsénico por gramo; las muestras de la India, unos 0,05 microgramos por gramo; las de Europa unos 0,15 microgramos por gramo y las de Bangladesh, zona cuyas aguas presentan altos niveles de contaminación natural por arsénico, unos 0,15 microgramos por gramo.
El origen de la contaminación de arsénico se atribuye a los tratamientos insecticidas de las antiguas plantaciones de algodón
El problema no es tanto la cantidad, ya que se trata de cifras «relativamente bajas», dice el autor principal, sino de sus efectos a largo plazo tras un consumo continuado en pequeñas cantidades. Además, es importante tener en cuenta el tipo de arsénico del que se trata. La forma que toma este metaloide en los vegetales es normalmente la de arsénico orgánico, menos dañina que su forma inorgánica, que es la que más habitualmente se halla en el agua. Así, en el caso del arroz de origen estadounidense, aunque llama la atención que las cantidades sean superiores a las halladas en el arroz de Bangladesh (con conocidos problemas de contaminación por arsénico), tiene menos proporción de arsénico inorgánico (el 42%) que éste último (el 81%).
Suelos contaminados por insecticidas
El equipo de investigación cree que el origen del arsénico en el arroz estadounidense es «una herencia» de los antiguos cultivos de algodón, en los que se emplearon insecticidas basados en arsénico para luchar contra el gorgojo y eliminar las hojas de las plantas antes de la cosecha. Grandes extensiones de tierras en Arkansas y Mississipi en las que se había plantado algodón se destinan actualmente al cultivo del arroz. Cuando este cereal se empezó a cultivar, a menudo aparecían problemas debido a una enfermedad conocida como straighthead causada por el arsénico. Posteriormente, con nuevas variedades de arroz resistentes a esa enfermedad se consiguió sacar adelante las cosechas. La contrapartida es que el arroz resistente está de hecho acumulando este contaminante. Por este motivo, Andrew Meharg reclama un cambio en los métodos agrícolas. «No creo dice que debamos cultivar arroz en los antiguos campos de algodón», opina.Las personas están habitualmente expuestas a la ingestión de arsénico en sus diversas formas orgánica e inorgánica. Excepto en los casos de arsenicosis a causa de la ingesta elevada por agua contaminada, no se conocen bien los efectos a largo plazo de cantidades pequeñas de arsénico. La exposición crónica a la forma inorgánica, clasificado como cancerígeno por la OMS en 1980, puede incrementar la incidencia de cáncer. Pero es difícil establecer la relación causa efecto a largo plazo y, por otro lado, no hay suficientes datos sobre la cantidad de arsénico al que están expuestas las personas a través de los alimentos y el agua.
En productos importados en Reino Unido
En este sentido, un equipo de investigadores de la Universidad de Leicester (Reino Unido), dirigido por P.I. Haris, ha analizado una muestra representativa de alimentos consumidos en este país e importados de Bangladesh. Dada la popularidad de la comida india y oriental en el Reino Unido, y dado el gran número de inmigrados de esa procedencia, los investigadores querían determinar si esos segmentos de población estaban expuestos a altas concentraciones de arsénico a través de su dieta. Los investigadores analizaron 20 alimentos entre vegetales, pescado, marisco y arroz, entre otros productos importados y, a efectos de comparación, 11 productos no importados.Los resultados del trabajo, que se ha publicado recientemente en la revista Science of the total environment, revela que de los vegetales, es el arum (kochu), un tubérculo, el que mayores concentraciones de arsénico tiene, aunque casi todo está en su piel (540 microgramos de arsénico por kilo), que no se consume. Las partes comestibles de este tubérculo tienen menos arsénico: 40,5 microgramos por kilogramo por término medio.
Los vegetales importados de Bangladesh tienen, afirman los científicos, entre dos y tres veces más arsénico que los producidos en el Reino Unido y aunque no superan las cantidades máximas permitidas, suponen una dosis adicional importante en la dieta que en algunos casos sí podría ser preocupante. Los investigadores advierten que si un británico consume por término medio 65 microgramos diarios de arsénico, según un estudio del Ministerio de Agricultura, y 17 microgramos si es vegetariano, es muy posible que los consumidores habituales de productos importados, como la comunidad india, estén superando esas estimaciones.
El pescado importado, dice el estudio, contiene entre 97 y 1318 microgramos de arsénico por kilo. Por término medio, las gambas (113 microgramos por kilo), un tipo de pescado conocido popularmente como Bombay duck (223 microgramos por kilo) y, sobretodo el Puti o Puntius gonionotus (580 g por kilogramo) son los productos que más concentración de arsénico presentan. No obstante, añaden los investigadores, se sabe que casi todo el arsénico presente en pescado y marisco, hasta el 70% del total, suele estar en la forma no tóxica de arsenobetaino.
De forma similar, un informe de la EFSA (European Food Safety Authority) el pasado mes de enero concluía que de los datos disponibles en los países europeos, el pescado y marisco son la mayor fuente de arsénico en la dieta humana, aunque se trata casi siempre de las formas inocuas de arsenobetaino y arsenocolina. Los datos disponibles de niveles de arsénico a través de otras fuentes no son preocupantes. Sin embargo, el informe sí indica la necesidad de más datos sobre el tipo de arsénico, a fin de poder determinar los niveles reales de la forma inorgánica presente.
En Bangladesh, oeste de Bengala (India) y otras zonas limítrofes, durante años se usó agua de lagos y manantiales superficiales. Sin embargo, las aguas se contaminaban con patógenos, lo que comportaba la transmisión de enfermedades como diarrea, disentería, tifus, cólera o hepatitis. En los años 70 se promovieron planes para que la población tuviera «agua segura» a través del bombeo de aguas del subsuelo. El problema con el que nadie había contado era que esas aguas tenían un alto contenido de arsénico.
El problema no fue descubierto hasta los años 90, por lo que millones de personas han estado y siguen expuestas a altas concentraciones de arsénico a través del agua, con efectos sobre la salud como lesiones cutáneas y una mayor incidencia de cáncer. Si el límite establecido provisionalmente como seguro por la OMS para el arsénico en agua es de 0,01 miligramos de arsénico por litro, hay puntos en el este de Bengala donde la concentración alcanza los 0.05 miligramos por litro, y de 0.01 hasta 0,05 miligramos en Bangladesh, según datos de la OMS y del British Geological Survey. La exposición también se da a través de los alimentos, dado que los campos son regados con la misma agua contaminada.
Actualmente hay diversas iniciativas internacionales en marcha para conseguir solventar el problema y proveer de agua alternativa a la población. Estas incluyen la recuperación de agua de lluvia, la filtración, el tratamiento químico, la obtención de agua de acuíferos más profundos que no tengan arsénico o el suministro de agua a través de tuberías procedente de fuentes tratadas, aunque uno de los principales problemas para implementar estas alternativas es, se adivina, el económico.