Imagen: AjaleLos batidos de proteínas y otros suplementos proteicos se han hecho un hueco en la vida de muchos jóvenes obsesionados por lucir un cuerpo perfecto casi a cualquier precio. La tendencia es imparable. Solo en Estados Unidos, la venta de estas bebidas movió en 2016 casi 2.400 millones de dólares (más de 2.000 millones de euros), y las previsiones se mantienen al alza. Que la proteína vende es una evidencia, al igual que el amplio desconocimiento que muchos consumidores tienen respecto a estos suplementos. ¿Son seguros los batidos proteicos? ¿Qué implican para el cuerpo y la salud? ¿Cuál es la opinión de los expertos en nutrición? Sobre estas y otras cuestiones trata el siguiente reportaje.
Los batidos de proteínas más comercializados son los compuestos por proteína extraída del suero de leche de vaca, a la que se le saca la grasa y la lactosa. Queda entonces un producto con unas concentraciones elevadas de proteína (un porcentaje, como mínimo, del 60 %). Cada dosis aporta alrededor de 25 gramos extra de proteínas al cuerpo (lo mismo que una pechuga de pollo o de pavo de algo más de 100 gramos). La recomendación oficial del consumo de este nutriente es de 0,8 gramos por cada kilo de peso del individuo (en el caso de los deportistas, esa cifra asciende a dos gramos de proteína por kilo).
Los nutricionistas advierten: pese a que estos batidos aportan de manera relativamente rápida una dosis alta de proteína, nunca pueden ni deben sustituir a una comida. De hecho, una dieta equilibrada ya integra todos los nutrientes necesarios para la práctica deportiva. «Hay que bajar del pedestal a este tipo de productos. Los verdaderos beneficios están en la alimentación, no en los suplementos. La gente debe conocer qué alimentos contienen proteínas y si en su ingesta diaria incluye una o dos raciones de carne, pescado, frutos secos y lácteos, está más que servida», explica la nutricionista y dietista Paloma Quintana.
Los expertos coinciden en que las proteínas deben suponer entre el 10 % y el 15 % del aporte calórico total. Lo que ocurre es que, en determinados casos, puede ser precisa una dosis extra. Esto sucede, por ejemplo, cuando ha habido un desgaste muscular intenso y la persona necesita recuperarse con cierta rapidez. Es ahí donde el consumo de estos batidos puede tener cierta justificación, pero siempre bajo la supervisión y el consejo de un especialista en nutrición. Lo mismo pasa cuando, por cuestiones logísticas, alguien tarda mucho tiempo en llegar a su casa para comer después de haber hecho un esfuerzo físico importante. El efecto saciante de estos batidos y su fácil digestión pueden ser útiles en ese momento.
Los riesgos a largo plazo de los batidos proteicos
Aunque la proteína es un nutriente bastante seguro, la Asociación Americana del Corazón advierte que ingerir una cantidad muy elevada conlleva un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, tumores y osteoporosis. Un exceso muy elevado de proteínas puede provocar problemas a nivel renal y hepático, así como un aumento de la urea o la disminución de la absorción del calcio.
Por eso hay que ser precavidos ante estos batidos, insisten los expertos consultados. Antes de tomar nada, es fundamental saber qué se está comprando y conocer bien el producto y sus posibles beneficios, y a partir de ahí, valorar si vale la pena.
«Debemos plantearnos varias preguntas: ¿Estoy cuidando mi alimentación? ¿Llevo a cabo un entrenamiento acorde al objetivo que tengo de ganar masa muscular?«, expone Quintana. Si el único fin es aumentar las proteínas que ingerimos, la nutricionista tiene claro que su consumo carece de sentido, ya que para eso están los alimentos. «A la hora de suministrar este tipo de suplemento no vale con concentrarnos en un solo aspecto, hay que revisar todo el contexto en el que se mueve la persona que lo va a tomar: si entrena, qué tipo de ejercicio realizará… Y ante la duda, acudir a un dietista-nutricionista».
Hoy en día vivimos en una sociedad de culto al cuerpo en la que todo el mundo quiere estar estilizado, observan los expertos consultados. «Nadie quiere tener grasa y los mensajes de la publicidad inducen a que mucha gente, sin tener criterio y sin ni siquiera necesitarlo, tomen este tipo de complejos sin supervisión profesional», coincide el especialista en nutrición deportiva Jaume Giménez. Es frecuente que en muchos gimnasios y centros deportivos, algunos monitores o entrenadores personales aconsejen y recomienden el consumo de ciertos suplementos y batidos. Pero la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias especifica con claridad que la prescripción dietética compete a un dietista-nutricionista.
Porque una cosa es hablar, aconsejar y contar los beneficios de un determinado producto, y otra bien diferente es cobrar por una planificación de dieta y alimentación sin ser un profesional titulado. «Eso constituye intrusismo profesional y no es legal, sino denunciable. Si alguien nos asesora sobre el consumo de tal o cual cosa, debemos exigirle que nos muestre su titulación, que además debe ser visible. En caso de duda, lo mejor es acudir al colegio profesional, denunciar esa posible mala práctica y exigir una sanción», recalca Giménez, que lanza otro aviso: «Mi consejo es que si uno no va a hacer deporte, se abstenga absolutamente de tomar este tipo de complejos».
Complementos y suplementos: ojo a la piratería
Muchas personas compran estos suplementos por Internet. Son productos que vienen de China o de Europa del Este y que pueden contener ingredientes no declarados en la etiqueta, incluso sustancias que darían positivo en un control antidopaje. Por eso, lo más aconsejable es adquirirlos en establecimientos autorizados para su venta. «En una tienda podemos encontrar 20 marcas diferentes de proteínas de las que, quizá, solo dos tienen un certificado que verifique que ese producto es seguro. Hay que saber qué se compra y su composición», concluye Giménez.