El impacto del cambio climático va más allá de las temperaturas, los fenómenos extremos y la pérdida de biodiversidad. También repercute —y mucho— en la seguridad alimentaria. De esto existen evidencias e incluso se han identificado riesgos potenciales en todos los sectores de los que depende nuestra alimentación: desde los recursos hídricos, la ganadería y la agricultura hasta el medio marino y el terrestre. Así lo señala un informe reciente realizado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) con la colaboración del Basque Centre for Climate Change (BC3), que enumera 35 riesgos concretos para abordar de forma urgente. Te lo contamos aquí.
El documento, publicado en febrero bajo el título, enumera diversos problemas derivados del cambio climático, entre los que se incluye el impacto en la salud de las personas, los ecosistemas o el turismo. Más de una treintena de riesgos emergentes está directamente vinculada a la alimentación; en concreto, a la seguridad alimentaria. El adelanto de la primavera y el retraso del otoño supone una amenaza más seria de lo que podría parecer.
«Debido a la prolongación de las temperaturas estivales, la floración se adelanta y las cosechas se hacen más tempranas. Paradójicamente, este avance de la floración puede implicar mayor riesgo de daños por heladas«, explican desde la Fundación Vasca para la Seguridad Alimentaria (Elika). El aumento de las temperaturas máximas y mínimas en verano crea «olas de calor que generan daños por estrés térmico, tanto en plantas como en animales». Al incremento de la demanda hídrica se suma la subida del nivel del mar, que disminuye los recursos hídricos con la intrusión salina de acuíferos. Y, por si esto fuera poco, el aumento de fenómenos extremos —como sequías, inundaciones, tormentas o heladas— «provoca el aumento de la erosión del suelo y la alteración de su composición química«, señalan los expertos.
Cambio climático y alimentación: áreas de impacto
De todos los riesgos que recoge el informe ‘Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España’, la Fundación Vasca para la Seguridad Alimentaria destaca los que se producen en los siguientes ámbitos:
Riesgos emergentes en el sector ganadero
El aumento de las temperaturas en verano generan episodios de estrés térmico en los animales. Esto hace disminuir su bienestar, su ingesta y su producción. Incluso puede llegar a ser mortal. Además, el calor favorece la reproducción de mosquitos y garrapatas, que son transmisores de diversas enfermedades que afectan a los animales y a las personas.
Enfermedades que afectan a los animales:
- Los mosquitos del género Culicoides son vectores de la lengua azul, la tuberculosis y la peste porcina africana.
Enfermedades que afectan a los animales y las personas:
- Garrapatas del género Hyalom, vector de la fiebre hemorrágica del Congo. La supervivencia de estas garrapatas se ve favorecida por inviernos suaves. Afecta, sobre todo, a ciervos, jabalíes y gamos.
- Mosquito del género Aedes, vector de la fiebre del Valle del Rift. La especie más afectada es la ovina, por lo que se espera que las personas expuestas al contacto con ovejas corran más riesgo de transmisión zoonótica.
- Mosquitos del género Aedes y Culex, vectores de la fiebre del Nilo occidental. Se desplazan largas distancias porque las aves migratorias tienen capacidad de ser portadoras. Afecta a équidos. La presencia de mosquitos Culex se relaciona con temperaturas cálidas, con preferencia en zonas urbanas y zonas rurales con proximidad a granjas de ovejas.
Riesgos emergentes en el sector agrícola
«Las temperaturas excesivamente altas durante la época de floración y desarrollo del grano pueden influir en el rendimiento de los cultivos herbáceos», advierten desde Elika. Se estima que, en los próximos 30 años, habrá 10 días más con temperaturas superiores a 25 °C. Este es el umbral a partir del cual pueden disminuir los rendimientos.
- En el caso de los cultivos leñosos, como la vid y el olivo, los cambios fenológicos son más evidentes.
- En el caso de la uva, mientras que la subida de la temperatura media en invierno puede resultar beneficiosa por disminuir el riesgo de heladas, en verano, durante la época de maduración, se corre el riesgo de disminución de la calidad (menor acidez, color y taninos) y aumento del grado alcohólico.
Las bacterias, por otra parte, son el patógeno agrícola que más preocupa. Los ambientes cálidos favorecen su extensión y el desarrollo de cepas nuevas.
Enfermedades relacionadas con los riesgos emergentes
El informe cita, además, dos aspectos clave de los riesgos emergentes: las resistencias a los antibióticos y la presencia de nuevos contaminantes en el agua.
Resistencia a los antibióticos
Las bacterias desarrollan resistencia a los antibióticos debido, principalmente, al uso no selectivo de los mismos. Pero hay otros factores que pueden contribuir a este problema y la investigación más reciente sugiere que las altas temperaturas locales están asociadas a una mayor incidencia de infecciones resistentes. «Un reciente estudio estadounidense muestra cómo unas diferencias de temperatura de 10 °C se asociaron con un aumento del 2,2 %–4,2 % en la incidencia de infecciones resistentes. La temperatura es un factor clave que afecta a la supervivencia de las bacterias en presencia de antibióticos», detallan desde Elika. Cabe señalar que en España mueren unas 3.000 personas cada año como consecuencia de infecciones hospitalarias causadas por bacterias resistentes.
Nuevos contaminantes en el agua
«Existen algunos estudios que han analizado la exposición a productos farmacéuticos y los efectos ecotoxicológicos asociados en diferentes especies animales. El cambio climático puede potenciar su impacto. Por ejemplo, durante las sequías estos contaminantes pueden concentrarse en los ríos, o durante las inundaciones, pueden retirarse del suelo y propagarse», explican los especialistas.
En el medio acuático se han encontrado alrededor de 600 productos farmacéuticos diferentes. Entre ellos, Elika destaca los siguientes:
- Drogas farmacéuticas e ilícitas en aguas residuales y aguas superficiales.
- Sustancias químicas bioacumulables y tóxicas que resisten la degradación y persisten en el medio ambiente durante largos periodos.
- Subproductos de desinfección que generan los agentes de tratamiento químico durante el proceso de desinfección del agua.
- Sustancias de perfluoroalquiladas, «un grupo de compuestos químicos solubles en agua que se han utilizado ampliamente durante los últimos 60 años y que producen numerosos problemas de salud: afectan al crecimiento, aprendizaje y comportamiento de los niños, infertilidad, interferencia con hormonas, colesterol, efectos en el sistema inmune y cáncer».
- Microplásticos y nanoplásticos en el medio ambiente.
- Nanopartículas liberadas por los materiales de construcción para las que no existen regulaciones relacionadas para su detección.