Desafíos mundiales en el campo de la alimentación

El cambio climático y el desarrollo de los biocombustibles amenazan el acceso de millones de personas a recursos alimenticios suficientes
Por Maite Pelayo 16 de octubre de 2008
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Imagen: Ale Olguin

Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, hoy jueves 16 de octubre, numerosos organismos, entre los que se encuentra la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ponen de relieve la problemática actual y alertan de los futuros peligros que se ciernen sobre este campo. Hacen especial hincapié en la seguridad alimentaria, entendida como la situación en la que todas las personas tienen, en todo momento, acceso a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y llevar una vida activa y sana.

Bajo el lema «La Seguridad Alimentaria Mundial: los desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía», el Día Mundial de la Alimentación se centra en el impacto de estos dos factores en el campo de la alimentación y la seguridad alimentaria. Según la FAO, son ya una realidad, por lo que las estrategias de adaptación han pasado a ser una cuestión urgente, especialmente en los países pobres más vulnerables, donde viven la mayoría de casi los 900 millones de personas afectadas por el hambre. Los progresos hacia la consecución del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir su número a la mitad para el año 2015 se han paralizado.

El calentamiento del planeta y el creciente desarrollo de los biocombustibles amenazan con aumentar incluso el número de personas hambrientas y subnutridas, las más perjudicadas por la inseguridad alimentaria en las próximas décadas. Una situación paradójica porque, mientras tanto, los países desarrollados, garantizada su disponibilidad, concentran sus esfuerzos en obtener alimentos inocuos y de buena calidad y destinan gran cantidad de recursos, tanto económicos como humanos, en la búsqueda de procesos de producción más seguros y herramientas de control más fiables.

Lo que se plantean los expertos es cómo actuar frente las amenazas planteadas por el cambio climático. En este sentido, las acciones deben asegurar el acceso a agua potable, a los alimentos seguros y a dar respuesta a la aparición de enfermedades.

Adaptación al clima

Las altas temperaturas favorecen el crecimiento de bacterias en los alimentos, especialmente de Salmonella
El cambio climático es un hecho que nos afecta a todos, aunque con consecuencias mucho más dramáticas en las poblaciones más vulnerables, principalmente pequeños agricultores, ganaderos y pescadores en vías de desarrollo. Pero, ¿cómo afecta en la seguridad de los alimentos? La alteración del clima afecta a la idoneidad de las tierras para diferentes tipos de cultivos y ganado, y perjudica también la salud y la productividad de la agricultura, ganadería y la pesca, así como a la biodiversidad de las especies, y aumenta la incidencia de plagas y enfermedades.

Los cambios de temperatura, humedad y gases atmosféricos pueden impulsar las tasas de crecimiento y generación de plantas, hongos, insectos y microorganismos. Aunque es difícil estimar todos sus efectos, estos hechos pueden ser causa de la expansión de enfermedades de origen alimentario y, muy especialmente, las relacionadas con la sanidad animal y vegetal. Y es que la posibilidad de que se alteren las interacciones entre las plagas y sus enemigos naturales como consecuencia de los cambios de clima obligará a desarrollar nuevas prácticas agrícolas, a variar los tipos de cultivo y las razas de animales resistentes a plagas o enfermedades.

Algunos de los cambios sugeridos indican que podrían verse modificadas las prácticas en la producción vegetal, con el consiguiente uso creciente de agroquímicos y la aparición de nuevos desafíos. Además, indican que los brotes recientes de lengua azul confirmados en el norte de Europa podrían ser también un indicador de lo que podría avecinarse en un futuro. Pero uno de los puntos más preocupantes es el agua, ya que nos enfrentaremos a condiciones cada vez menos previsibles y de mayor variabilidad en el abastecimiento, con una mayor frecuencia de periodos de sequía e inundaciones, por lo que será necesario mejorar la productividad, el almacenamiento y la gestión para intentar garantizar no sólo su mero suministro sino también su salubridad.

Tal y como reconoce la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), y como se ha demostrado hasta ahora, el cambio climático lleva implícitos nuevos desafíos en el área de los alimentos y su seguridad. Por este motivo, desde esta autoridad trabajan para determinar los riesgos futuros y desarrollar sistemas adecuados para identificar, analizar y abordar estos problemas. Con lo que ya se cuenta es con el programa EMPRES (Sistema de Prevención de Enfermedades Transfronterizas para animales y plantas), cuyo objetivo es recoger y analizar toda la información para una detección temprana de problemas relacionados con la seguridad de los alimentos.

Según el informe «IPCC fourth assessment report: climate change 2007», la seguridad de los alimentos está en peligro como resultado del aumento de 0,74º C de la temperatura superficial en los últimos 100 años. En los próximos años, este aumento podría situarse entre los 2,3º C y los 6º C, lo que repercutirá en cambios en el agua y en el valor nutritivo y la calidad de los alimentos. Según las previsiones, los cultivos de cereales, unos de los más vulnerables a estos cambios, podrían llegar a disminuir hasta un 30% en Asia a mediados del siglo XXI.

Biocombustibles

Por otro lado, el otro punto sobre el que la FAO ha llamado la atención, la creciente demanda de biocombustibles, repercute en una menor disponibilidad de suelo dedicado a los cultivos tradicionales y encarece el precio de los alimentos, por lo que resulta otro elemento determinante de inseguridad alimentaria en el mundo. Datos del Instituto de Investigación Internacional de Política Alimentaria (IFPRI) apuntan que si el desarrollo de combustible biológico excede las cifras actuales en 2020, la disponibilidad de los alimentos disminuirá y aumentará la desnutrición infantil.

Actualmente se usa una amplia gama de fuentes de la biomasa para producir energía. Algunas de las más novedosas son el etanol, el biodiesel y el biogás, que dependen todas ellas de la vegetación natural. El etanol, por ejemplo, se puede elaborar a partir de los azúcares de la remolacha o la caña de azúcar o de los granos de maíz y trigo. El biodiesel, en cambio, procede de las grasas vegetales o animales. Las investigaciones ahora van encaminadas a buscar fuentes de energía procedentes de cultivos no alimentarios, como hierbas o madera, aunque son más difíciles de procesar que el almidón o el azúcar.

SEGURIDAD ALIMENTARIA MUNDIAL

ImgEl Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO, con representantes de más de 100 países y numerosas organizaciones, se reunirá en Roma coincidiendo con estas fechas (del 14 al 17 de octubre de 2008) para evaluar las tendencias de la seguridad alimentaria y la situación nutricional en el mundo. La FAO ya acogió la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, “Los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía” a principios de junio de 2008. La Cumbre concluyó con la adopción por aclamación de una declaración sobre la Seguridad Alimentaria Mundial.

Para celebrar el Día Mundial de la Alimentación, durante el mes de octubre tendrán lugar diferentes eventos en todo el mundo, desde África, Latinoamérica y un buen número de países de Asia, hasta la mayoría de los países europeos. En colaboración con la Liga Europea de Fútbol Profesional (LEFP), la FAO lanzará en Roma su campaña del Fútbol Profesional contra el Hambre.

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