Un nuevo estudio de la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de Oxford (Reino Unido) defiende que el chocolate se saborea más en función de la taza en que se sirve y de su color. En concreto, el chocolate sabe mejor en una taza de color naranja o crema. Aunque parezca extraño, las características externas que determinan el sabor final de un alimento son muchas y, entre ellas, destaca el tipo de vajilla o utensilios que se usan para consumirlos. Quizá esto sea más habitual en las bebidas, como en el caso del vino, cuyo sabor es más intenso si se sirve en copa de vidrio que si se utiliza un vaso de plástico. Este artículo detalla cuál es el potencial del color en los envases y la relación directa entre este factor y el sabor de los alimentos.
El citado estudio se suma a numerosas investigaciones en este campo, que demuestran que los sentidos tienen la capacidad de apreciar los alimentos de diferente manera según el recipiente donde se consumen. En este caso, el trabajo se ha focalizado en el chocolate y los expertos concluyen que este sabe mucho mejor si se toma en tazas naranjas o de color crema, frente a tazas de color blanco o de colores más estridentes. La investigadora de la Universidad Politécnica de Valencia Betina Piqueras-Fiszman, junto con Charles Spence, de la Universidad de Oxford, explican que el color de los recipientes, en este caso las tazas o los vasos, tienen la capacidad de realzar algunos de los atributos de los alimentos que contienen, como el sabor y el envases en los alimentos y el servicio en restauración colectiva ya que, aunque no se sepa con exactitud el motivo, el color de los recipientes influye en el sabor de los alimentos, como se ha comprobado con el chocolate.
Esta nueva información es más relevante de lo que pueda parecer. Cocineros y otros profesionales tienen una nueva herramienta para mejorar aún más el sabor de sus platos. Lo mismo ocurre con el sector de los envases. Según los expertos, se trata de experimentar y de valorar cómo afecta a la percepción del consumidor el hecho de servir el producto en recipientes de diferentes colores. Son varios los estudios que subrayan la reacción directa entre color del recipiente y el sabor de los alimentos:
El sabor a limón se percibe más si el recipiente o las latas son de color amarillo.
Botellas de refrescos pintadas con colores más fríos, como el azul, sacian mejor la sed que los envases de colores más cálidos, como el rojo.
Envases de color rosa se identifican con un sabor más dulce de los alimentos que contienen.
Una mousse de fresa aumenta su sabor y dulzor si se sirve en un plato blanco y pierde estas cualidades si se sirve en un plato de color negro.
Si el café está envasado en un paquete de color marrón, aumenta su sabor y su aroma. Si el envase es rojo, disminuye el sabor y, si es azul, el consumidor percibe un café mucho más suave.
Aunque no hay una teoría científica que pueda explicar el motivo, todos los resultados de esta índole sirven a los científicos para comprender de qué manera el cerebro capta e integra la información visual, no solo de los alimentos, sino también del recipiente o el envase que los contienen.
El proceso de envasado de los alimentos es un paso esencial para asegurar su calidad e inocuidad. Para ello, es importante tener en cuenta algunos aspectos importantes:
Leer las instrucciones de almacenamiento inscritas en el envase.
Evitar comprar las latas o envases con rasguños, roturas o deformados.
Lavar la parte superior de las botellas y las latas si se va a beber de ellas directamente. En esta zona suele acumularse polvo durante el transporte y el almacenamiento.
Si se envuelven alimentos, no utilizar nunca papel de periódico, ya que la fecha de caducidad y de consumo preferente.