Ante la creciente venta de nuevos alimentos, nuevas industrias alimentarias y renovados marcos legislativos, la demanda de seguridad alimentaria es cada vez mayor. Se exige más calidad e inocuidad para que, cuando surge algún problema, puedan identificarse las causas y corregirlo lo antes posible. Para organizar de la mejor manera todo este entramado, se elaboraron hace ya unos años una serie de normas alimentarias que, a día de hoy, continúan su proceso evolutivo de acuerdo con las exigencias del consumidor.
Una de las primeras normas fue la llamada globalización del suministro de productos, ha contribuido a la necesidad de desarrollar normas que aseguren no solo la calidad, sino también la seguridad de los alimentos.
Así nacen algunos de los estándares de seguridad alimentaria más importantes, como el IFS (International Food Standard), BRC (British Retail Consortium) y la ISO 22000 (International Standard Organization), todos enfocados a la implantación de un eficaz sistema que gestione la seguridad de los alimentos que se elaboran en las industrias. No es de carácter obligatorio, es decir, las industrias pueden certificarse con la norma o no, pero contar con su aval significa un aumento de la confianza de los consumidores actuales, una mejora de la seguridad alimentaria, la demostración de que se cumplen los requisitos legales y la posibilidad de exportar sus productos a los mercados europeos, entre otras ventajas.
Mayor control
La norma IFS Food es un estándar creado en el año 2003 por grandes distribuidores alemanes y franceses, cuyo objetivo es lograr la máxima seguridad en la fabricación y manipulación de los alimentos en las industrias. Esta norma está destinada a proveedores de productos propios, tanto para la venta al detalle como a mayoristas, y se aplica solo a la industria donde se procesa el producto o cuando hay riesgo de contaminación durante la fase de envasado primario.
La IFS Food no se aplica al transporte, almacenamiento y distribución. Para estas etapas existen otros tipos de IFS (logistic, cash and carry o brokers). Los principales beneficios que aporta la certificación de esta norma son:
- Importar los alimentos a varios países europeos.
- Aumentar la confianza del consumidor.
- Trabajar con las marcas de distribuidores de España, Alemania, Francia, Italia y Holanda.
- Incidir tanto en calidad como en seguridad alimentaria.
- Evaluar de forma más exhaustiva los proveedores.
- Garantizar una transparencia a lo largo de la cadena de suministro.
- Certificar el cumplimiento de la legislación vigente.
- Establecer una norma común con un sistema de evaluación común.
Una de las herramientas destinadas a la aprobación de normas alimentarias es el Codex Alimentarius (del latín “legislación alimentaria”). A través de él se han establecido directrices para distintos alimentos (elaborados, semielaborados o crudos). El apartado de las normas alimentarias del Codex se complementa además con otra información, como códigos de buenas prácticas de higiene o métodos de análisis. La finalidad de este sistema, que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es múltiple. No solo se busca proteger la salud de los consumidores, sino coordinar todas las normas alimentarias que se aprueban y determinar las prioridades en esta materia.