Han pasado 60 años desde la presentación del tazón amarillo creado por el inventor estadounidense de productos de plástico Earl Tupper. Aquel Tupperware fue el germen de los populares tupper, las fiambreras plásticas para transportar la comida de manera hermética. Hoy es el recipiente más empleado para llevar la comida sin renunciar al toque casero o almacenar alimentos en los frigoríficos o despensas. Aunque su uso se asocie al almuerzo del trabajo, el menú de táper puede convertirse en el mejor aliado de una dieta saludable. En este artículo se explican las ventajas del táper, incluido el ahorro, y la importancia de cuidar su temperatura y de atender a su capacidad.
Este popular recipiente cuenta con numerosas ventajas. No solo supone un ahorro económico considerable a final de mes, también se reduce la cantidad a consumir, muy lejos de los excesos que a menudo se cometen en restaurantes y cafeterías de menú.
Con el táper se pueden elegir los alimentos que se comerán, garantizando la máxima calidad en productos y aceites, para disfrutar de un menú casero. Se puede diseñar la carta de toda la semana, inspirada en una dieta variada que evite caer en la monotonía y compensada en todos los grupos nutricionales, combinando sobre todo proteínas e hidratos en proporciones adecuadas.
Las comidas en táper se presentan en un recipiente (también puede contar con varios departamentos), por lo que resulta más fácil preparar platos únicos que incluyan varios grupos de alimentos, aunque conviene acompañarlo con ensaladas, fruta fresca, pan integral y agua.
Táper: ojo con la temperatura
Es esencial cocer suficientemente los alimentos, sobre todo carnes y pollo, asegurándose de que el jugo de aquella es de color claro, signo de que la cocción se ha completado.
Sea la noche anterior o la misma mañana del día que serán consumidos, los platos del táper deben prepararse con la suficiente antelación para poder enfriarlos antes de refrigerarlos. Recuerde: la comida debe conservarse siempre en el frigo. Los platos nunca deben mantenerse más de dos horas a temperatura ambiente.
También conviene atender a la época del año. En verano, la temperatura ambiental es más alta, lo que incrementa el riesgo de facilitar la proliferación de bacterias. Durante los doce meses, en especial en época estival, hay que sacar el táper de la nevera en el último momento.
En caso de que en el trabajo no haya refrigerador, se puede recurrir a bolsas isotérmicas con placas de congelación o a placas de acumulación de frío.
Si se introduce la comida caliente en el táper, conviene no cerrarlo herméticamente para que se enfríe lo antes posible. El transporte en caliente es siempre más arriesgado que el transporte a baja temperatura. Un truco para tomar nota si se quiere restar tiempo a ese proceso de reducción de los grados: las porciones pequeñas se enfrían antes.
Imagen: Ministerio de Consumo
Cuidado: en un táper cabe el doble que en un plato
Más de una vez el táper se queda con sobras en la oficina, en el taller, en la tienda o en la fábrica. Como en toda dieta saludable, manejar la cantidad resulta fundamental para crear los menús que la fiambrera contendrá durante la semana. En ese afán de lograr el desperdicio cero, hay que tener en cuenta que la capacidad de los táperes es, para sorpresa de muchos, mayor que la de un plato.
Como muestra, un dato: un plato hondo tiene una capacidad de 250 centímetros cúbicos (cc), mientras un táper pequeño tiene al menos 500 cc. Así, los recipientes medianos pueden contener entre tres y cuatro veces más comida que un plato. ¿Cómo es posible? La clave está en su profundidad, algo que a simple vista resulta difícil de estimar al elegir recipiente en el mercado.
Y no siempre se pone en práctica la solución, bien sencilla, para no pasarse a la hora de calcular la comida: basta con ponerla en un plato para comprobar la cantidad que se quiere consumir y, a continuación, pasarla al táper. Así de mecánico, así de fácil. Pero no solo es clave medir bien la ración.
Aunque se gane tiempo, si se apuesta por la comodidad de cocinar grandes raciones y comer lo mismo toda la semana, esa estrategia puede repercutir de forma negativa en la salud. Variar los alimentos durante los siete días es lo más recomendable para que la dieta sea más completa. Para conseguirlo, aproveche ese día que se levanta con ánimo, cocine varios platos y repártalos en recipientes para congelarlos. Tener reservas a mano cuando el tiempo apremia o asalte la pereza de cocinar es una garantía de salud.
Más de 1.000 euros de ahorro
¿Cuánto se ahorra con la fiambrera? Si se alternan los platos de carne y pescado con legumbres y cereales, además de las verduras y hortalizas diarias y un postre de fruta o algún lácteo con poca grasa, las comidas de una semana laboral salen por un coste estimado de poco más de 25 euros (dependiendo de la ciudad de residencia). Las sobras pueden servir para otras semanas, así que se puede hacer una estimación adicional de entre 15 y 20 euros semanales.
Según algunos estudios, el gasto medio por persona en comida y bebida es de unos 1.671 euros al año, es decir, algo más de 4,5 euros al día, cifras que no tienen en cuenta los gastos de comidas fuera de casa. Cada español destina 198 euros de media en la cesta de la compra mensual, unos 6 euros al día. Muchos trabajadores hacen una pausa a mitad de jornada para buscar un menú del día. Depende de dónde vivas o en qué ambiente trabajes, puedes encontrar algunos a 8 euros, pero también los hay de 15 o 20.
Echando cuentas, tendrás una media de 1.175 euros de gasto al año, si llevas el táper al trabajo, frente a los 2.350 euros que invierten los fieles del menú del día (si gastan 10 euros diarios). Son cifras que coinciden con un estudio de la Federación de Usuarios – Consumidores Independientes (FUCI) de 2013, que calculó en 217 euros el gasto mensual de un trabajador medio que comía fuera durante su pausa laboral. Y los precios no han dejado de subir en estos años.