Si un alimento luce un aspecto sospechoso (por cuestiones de color, textura, etc.), presenta elementos extraños (como colonias bacterianas o florecimiento de mohos o levaduras) o huele o sabe de manera desagradable o dudosa, hay que evitar comerlo. No importa que esté dentro de su fecha de consumo indicada en el envase. Pero… ¿es posible que un alimento que tenga buen aspecto se encuentre en mal estado?
El mal aspecto u olor de un alimento nos da pistas de que no debemos comerlo. Pero, así como en estos casos lo tenemos claro,tampoco debemosfiarnos de nuestraspercepciones para decidir si un producto está en condiciones o no de consumirse.
Existen infinidad de ejemplos en los que la presencia de toxinas o de bacterias en una cantidad suficiente como para desencadenar una toxiinfección alimentaria (como el botulismo o la salmonelosis) puede pasar inadvertida a nuestros sentidos. A fin de cuentas,en la mayor parte de los casos de toxiinfección, los afectados no han notado nada en el momento de la ingesta, ya que de otro modo hubieran rechazado su consumo.
Imagen: Devanath
Del mismo modo, podríamos pensar que si con nuestros sentidos es suficiente para determinar el posible mal estado de los alimentos, ¿para qué íbamos a necesitar la inclusión de fechas de consumo preferente o caducidad? El hecho de que nuestros sentidos no detecten ninguna señal de alarma en un alimento no significa, necesariamente, que ese producto esté en perfecto estado para ser consumido. Lafecha de caducidaddebe ser respetada, con independencia de lo que digan nuestros sentidos.