Científicos del Servicio de Investigación Agrícola de EEUU (ARS, en sus siglas inglesas) están cultivando cosechas de mostaza y otras especies de Brassica como alternativa posible a los fumigantes químicos con el fin de eliminar de los cultivos los nematodos, semillas de maleza y otras plagas.
El efecto «biofumigante» de la mostaza se atribuye a los isotiocianatos, subproductos químicos de la descomposición de plantas que hacen tóxico el suelo a las plagas cercanas. Actualmente, agricultores de EEUU y Europa han tratado ya de explotar este fenómeno precediendo sus cosechas con otras de mostaza, colza y otras especies de Brassica.
A pesar de todo, los expertos aseguran que todavía queda mucho que aprender sobre cómo estas plantas biofumigantes controlan las plagas, las condiciones que prefiere Brassica, y sus efectos cumulativos en el ambiente del suelo, reconoce Rick Boydston, agrónomo de la Unidad de Investigación de Vegetales y Forraje del ARS, en Prosser, Washington.
Desde el año 2000, Boydston ha dirigido un grupo de científicos del ARS y de la Universidad Estatal de Washington para observar los efectos biofumigantes de la mostaza en estudios de invernadero y de campo. Los expertos confían en que la información resultante podría ayudar al desarrollo de nuevos sistemas de cultivos que mejoran el uso de la mostaza o identifican sus limitaciones.
En estudios de invernadero, los científicos han observado los efectos de harina de semillas aplastadas de la mostaza marrón y Thlaspi arvense en tiestos de lirios y tres plagas: pamplina, lechuga espinaca y nematodos. Los lirios no sufrieron ningunos efectos malos, pero más de la mitad de las malas hierbas no brotaron, y las cantidades de nematodos se redujeron de un 70% a un 80%, informa el ARS.