La organización ecologista Greenpeace pide a los consumidores que dejen de comprar langostinos por su elevado impacto social y ambiental. Según el informe La huella del consumo español de langostinos de cultivo, esta actividad industrial provoca la desaparición de los ecosistemas costeros como manglares o bosques tropicales.
Según Greenpeace, un tercio de la producción mundial de langostinos no proviene de la actividad pesquera, sino de su engorde en piscinas. De éstos, el 99% tiene lugar en países pobres. «La industria camaronera, como se conoce en América Latina a esta industria, ha dejado una huella de destrucción, violencia y desplazamiento de miles de personas pobres en países como Ecuador, Honduras, Colombia o Brasil, a los que España compra miles de toneladas de langostinos», asegura Sebastián Losada, responsable de la Campaña de Océanos de Greenpeace.
Ya el mes pasado la organización pidió a las empresas que importan estos langostinos información sobre el origen de los langostinos que venden, así como garantías de que los langostinos no proceden de actividades que destruyen el medioambiente ni los medios de vida de la población en los países productores. A pesar de que la respuesta ha decepcionado a la organización, ésta destaca la posibilidad que tiene el consumidor de «identificar y rechazar estos productos, etiquetados como acuicultura o criado».