El injertado de las cepas de arándano minimiza, en contraste con el sistema tradicional de arrancado y establecimiento de una nueva plantación, la demora en la producción y reduce los costes de la operación de cambio de variedad, según un estudio realizado en Asturias por el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA).
La demora en la producción es mínima, ya que sólo se pierde la producción del año en el que se realiza el injerto y al año siguiente la cosecha de las plantas injertadas se aproxima a la plena producción, explican los autores del estudio. En cuanto a la reducción de los costes de la operación de sustitución, los técnicos señalan que el coste por planta injertada (tres euros) es algo inferior al que supondría sólo la adquisición de la planta para una nueva instalación, donde, además, habría que añadir otros gastos como el arranque, el laboreo, el acolchado, la plantación, etc., detallan. La técnica del injerto es aconsejable tanto desde un punto de vista agronómico como económico para cambiar de variedad en plantación adulta de arándanos, aseguran los autores a la vista de los resultados.
Los arándanos cultivados en la mayoría de las explotaciones eran, hasta hace poco más de 20 años, variedades que se habían obtenido a principios del siglo pasado. En los últimos años se han obtenido nuevos cultivares para satisfacer las exigencias del mercado en cuanto a una mayor calidad y aptitud de los frutos para el transporte a largas distancias. Estos cultivares han supuesto mejoras en aspectos tan importantes como la calidad organoléptica, la dureza de los frutos, la aptitud para la recogida mecánica, la prolongación de la vida tras la cosecha, etc. También se han obtenido cultivares para la producción fuera de los periodos habituales (extra-temprana y extra-tardía), lo que ha permitido ampliar el periodo productivo y, en consecuencia, el de comercialización de fruta fresca.
Estos requerimientos del mercado para comercializar arándanos de mayor calidad y aptitud para el transporte hacen que plantaciones de arándanos jóvenes se vean en la necesidad de cambiar el cultivar por otro más moderno que responda a dichas exigencias. Hasta el momento, la única forma de hacerlo consistía en arrancar y plantar de nuevo con las variedades elegidas, con toda la problemática técnico-económica que conlleva. Sin embargo, la técnica del injerto permite sustituir el cultivar existente por otro sin tener que arrancar las plantas.
El arándano, a diferencia de otras especies frutales, no se multiplica en viveros mediante el injerto, sino que se hace por esqueje. Ello se debe a que el arbusto de arándano se forma con varias ramas principales que en la mayoría de los casos no salen de un mismo tronco, sino que brotan de la corona de la planta a nivel del suelo. Cuando se injerta una planta adulta, con su estructura ya formada, las dificultades en el cultivo son mínimas, pues sólo es necesario eliminar los chupones e hijuelos que emite la planta en los primeros años de injerto.