Un total de ocho empresas, especializadas en biotecnología, investigan en la obtención de huevos transgénicos. Es un campo de investigación en el que, de momento, predomina el secretismo y la escasez de resultados. Mientras, en algunas revistas científicas se publican trabajos que remarcan los beneficios de un enriquecimiento en estos alimentos.
Secretismo y recelo son los adjetivos que definen la investigación biotecnológica en la elaboración de huevos transgénicos. Así lo refleja un artículo sobre este tema en la publicación Signals Magazine donde se remarca que, de momento, las empresas trabajan en secretismo, situación que impide la transferencia de resultados obtenidos con diferentes técnicas. Las conclusiones de los trabajos realizados hasta el momento no son tan positivos como se esperaba y no han alcanzado los objetivos fijados.
Es una investigación que agrupa, según el citado artículo, lo mejor y lo peor de la biotecnología: potencialmente ofrece importantes beneficios para la humanidad, podría generar algún litigio, se duplican esfuerzos y se trabaja en una situación presidida por el secretismo y cada empresa aspira a ser la primera en llegar al mercado.
Una oportunidad de oro
Las compañías privadas que trabajan en estas investigaciones no revelan sus resultados por la rivalidad. Este factor contribuye de forma negativa en el progreso, comentan en el artículo de Sginals. Explican que se trata de investigaciones que han comenzado hace menos de una década, es decir, que están dando sus primeros pasos y que, si bien el avance conseguido hasta el momento es importante, todavía queda mucho camino e investigación hasta llegar a la meta y obtener los primeros resultados.
Una de las principales barreras en la investigación es la cooperación. Al no existir una transferencia de datos es probable que se estén duplicando esfuerzos, explican en el artículo. Y comenta que los trabajos de investigación publicados en revistas científicas son escasos y con resultados poco significativos.
Publicaciones de los beneficios
Mientras las empresas continúan con la investigación, en la revista American Journal of Clinical Nutrition publican un trabajo que determina que un incremento de ácidos grasos en la yema del huevo sería una forma idónea para proporcionar los nutrientes necesarios durante la infancia. Se traduciría en una buena opción para suministrar a los niños los nutrientes necesarios en la época posterior a la lactancia.
En esta etapa, según la publicación, sería necesario incrementar los niveles de ácido docosahexanoico, perteneciente al grupo omega-3 y esencial para el crecimiento y desarrollo funcional del cerebro. Según esta publicación las yemas de los huevos son una importante fuente del citado ácido y señalan que al proceder de una fuente animal presenta una mejor absorción que el que proviene del reino vegetal.