Ministros y representantes de más de 100 países presenciarán el debut del Convenio de Rotterdam sobre Consentimiento Fundamentado Previo (CFP) aplicable a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional, durante una conferencia de alto nivel que se celebra en Ginebra entre el 20 y el 24 de septiembre.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en las últimas décadas los plaguicidas y los productos químicos industriales han sido responsables del envenenamiento o la muerte de miles de personas debido a los accidentes, al uso incorrecto y a la falta de control o de equipo adecuado en la utilización de estos productos. Además, todos los habitantes del planeta llevan en su cuerpo huellas de diversas sustancias químicas peligrosas, muchas de las cuales se asocian con el cáncer, las taras genéticas y diversos problemas de salud.
El Convenio de Rótterdam, a través del procedimiento de Consentimiento Fundamentado Previo, facilita una herramienta ulterior para ayudar a los países en desarrollo a manejar con más seguridad y eficacia los plaguicidas y productos químicos peligrosos. Impide, además, la entrada en el territorio nacional de estas sustancias peligrosas, a menos que el país haya manifestado el consentimiento explícito a su importación. Klaus Töpfer, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), asegura que este Convenio facilitará una línea de protección a los seres humanos de los posibles riesgos acarreados por los plaguicidas.
Por su parte, Jacques Diouf, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha subrayado que «los productos químicos son un insumo necesario si queremos responder a la demanda creciente de producción de alimentos para nutrir a más de 800 millones de personas hambrientas en todo el mundo.» Además, «la actual plaga de langostas del desierto en Africa Occidental demuestra que el uso de plaguicidas sigue siendo necesario en las actividades de control de emergencia para impedir la pérdida de los cultivos. No se escatima ningún esfuerzo para reducir los efectos de estos productos en las personas y el medio ambiente. La investigación sobre el control de langostas con medios no químicos parece prometedora, pero hay que desarrollarla ulteriormente para poder utilizarla a gran escala», añade.
Convenio de Rotterdam
Con el apoyo de la FAO y el PNUMA, el Convenio de Rotterdam permite a sus miembros advertirse mutuamente de los posibles peligros que enfrentan. Siempre que en cualquier parte del mundo un gobierno tome medidas para prohibir o restringir fuertemente cualquier producto químico por razones sanitarias o ambientales, todos los demás países serán informados de ello. Además, cuando un país prohíba o limite un producto químico o un plaguicida en el ámbito nacional, pero autorice su exportación a otros países, deberá facilitar al importador una nota de exportación con información práctica y detallada sobre el producto químico y su transporte.
Pero lo central del Convenio es el procedimiento jurídicamente vinculante de Consentimiento Fundamentado Previo. Toda transacción que tenga por objeto los productos incluidos en la lista de 22 plaguicidas y cinco productos químicos debe contar en primer lugar con la aprobación del país importador. De esta forma los países, en particular las naciones en vías de desarrollo, tienen el poder de decidir que productos químicos o plaguicidas potencialmente peligrosos quieren recibir y excluir los que no puedan manejar con seguridad. En el caso de que el comercio esté permitido, los requisitos de etiquetado e información sobre las repercusiones potenciales de los productos en la salud y el ambiente fomentarán el uso más seguro de sustancias químicas y plaguicidas.
En la actualidad se encuentran disponibles en el mercado alrededor de 70.000 productos químicos diferentes y cada año se introducen 1.500 nuevos. Este hecho plantea un reto significativo a muchos gobiernos a la hora de controlar y manejar estas sustancias potencialmente peligrosas. Numerosos plaguicidas que han sido prohibidos o severamente restringidos en los países industrializados siguen comercializándose en los países en desarrollo.