La detección de contaminación radiactiva en los alimentos procedentes de las zonas más afectadas por la actual emergencia nuclear de Japón supone un problema «más grave de lo que se esperaba», según ha advertido la Organización Mundial de la Salud (OMS). «Claramente se trata de una situación grave», declaró desde Manila (Filipinas) el portavoz de la oficina de la OMS para el Pacífico Occidental, Peter Cordingley. «Es más grave de lo que se pensaba en los primeros días, cuando se creía que este tipo de problemas se limitaba a un radio de entre 20 a 30 kilómetros», añadió.
A pesar de que las autoridades japonesas han asegurado que no reviste problemas para la salud, la detección de radiación en vegetales, áridos, leche y agua ha afectado a los mercados de alimentos regionales. El Gobierno ha prohibido la venta de leche fresca procedente de la prefectura de Fukushima y de espinacas cultivadas en otras zonas próximas. Estos días se anunciarán nuevas restricciones alimentarias.
La OMS no tiene evidencias de que la contaminación de alimentos procedentes de la prefectura de Fukushima -donde se encuentra la planta nuclear de Fukushina-1, gravemente afectada por el terremoto y el posterior tsunami del pasado 11 de marzo- se haya extendido a otros países, señaló Cordingley. «No hemos podido establecer ninguna relación entre Fukushina-1 y las exportaciones, pero es lógico suponer que algunos productos contaminados hayan salido de la zona», admitió. Personal especializado de la OMS en Ginebra intenta obtener «las máximas informaciones posibles» sobre la crisis, prosiguió, para emitir nuevas recomendaciones.