El bisfenol A (BPA) es un producto químico que se usa para fabricar plásticos y revestimientos. Las principales sustancias de las que está compuesto son el policarbonato y las resinas epoxi para la elaboración de biberones, botellas de agua, dvd, pinturas y envases de alimentos y bebidas, entre otros. Su seguridad, discutida desde hace años, vuelve a ocupar a organizaciones, expertos y asociaciones dedicadas a la seguridad alimentaria, después de que un nuevo estudio llevado a cabo por distintas organizaciones científicas de todo el mundo ponga en entredicho su inocuidad. Los expertos han elaborado una carta destinada a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para que se tomen medidas en torno al uso de esta sustancia química, con el argumento de que puede causar diversos problemas de salud.
Imagen: Alicia Voorhies
«El uso del bisfenol A puede ser causa de daños en la población más vulnerable, como ancianos, bebés o mujeres embarazadas». Es la conclusión de un estudio elaborado por más de 60 científicos de 15 países de todo el mundo. Otras investigaciones anteriores también han relacionado el uso de envase podrían favorecer la migración de bisfenol A al alimento. Los productores estadounidenses pueden, de forma voluntaria, eliminarlo en todas las marcas.
A la espera de una respuesta
La EFSA tiene previsto presentar un nuevo informe sobre la seguridad del bisfenol A en contacto con alimentos
La EFSA tiene previsto emitir durante este mes de julio, a petición de la Comisión Europea, un nuevo informe acerca de los riesgos del BPA, de acuerdo con el compromiso que tiene la agencia de mantener un proceso constante de vigilancia y seguridad. Según los expertos, en estos últimos 15 años, diversos estudios han confirmado innumerables evidencias científicas que ponen en tela de juicio su seguridad en productos como los biberones o los envases de alimentos. Además, señalan como obligatorio reducir sus niveles, sobre todo en los grupos de población más vulnerables, como recién nacidos y mujeres embarazadas. También la EFSA elabora su particular informe para llevar a cabo las mejores acciones posibles.
Los científicos añaden algunos datos como la detección de niveles de BPA en el 90% de la población estadounidense, un hecho que podría calificarse de normal si se tiene en cuenta que el bisfenol es uno de los químicos con una producción anual de 2,2 toneladas, una de las mayores en su categoría. Sin embargo, los responsables europeos de BPA insisten en evidencias científicas que demuestran que la exposición a las trazas de bisfenol presente en el policarbonato, como el de los biberones, o en los revestimientos epoxi, como en las latas de comida, no representa ningún riesgo para el consumidor.
¿Dudosa seguridad?
Según indican los responsables de estas sustancias, numerosos estudios demuestran que la cantidad de BPA que puede migrar hacia los alimentos es muy baja e inferior al límite que marca la legislación y, por tanto, no implica ningún peligro para la salud humana. Además, señalan que la EFSA pone de manifiesto cómo, una vez que el organismo se expone al bisfenol, el cuerpo lo metaboliza y elimina de forma rápida los restos que puedan quedar. La EFSA evaluó con detalle a los recién nacidos y a los bebés que utilizan los biberones elaborados con este producto y los estudios aprobaron que la sustancia química se metaboliza de manera rápida y adquiere una forma inactiva de azúcar que se excreta a las 24 horas, sin dejar ningún efecto perjudicial en el organismo. Insisten en que para sobrepasar la ingesta diaria tolerada, un adulto de unos 60 kg debería consumir cada día 600 kg de alimentos envasados en policarbonato, es decir, 10 veces su peso corporal, o 120 latas de alimentos, cada una de 500 gramos, o 600 litros de agua envasada en bisfenol A.
El plástico de policarbonato tiene ventajas frente a cualquier otro, como protección contra la corrosión, estabilidad térmica y fuerza mecánica, las más representativas. Estas características lo hacen útil para usar en productos destinados a los consumidores, ya sea como envoltorio de los alimentos o como instrumentos sanitarios para cuidados intensivos. Su ingesta diaria tolerable (TDI) está establecida en 0,05mg/Kg de peso corporal por día. Esta cantidad no supone ningún peligro para el consumidor. Por otro lado, los niveles de migración de BPA hacia los alimentos en contacto con los envases es menor de 10 microgramos/Kg y, por tanto, está muy por debajo del nivel reglamentario de migración de BPA, establecido en 600 microgramos/Kg, con lo que su presencia en los alimentos es mínima.
Plastic Europe, Asociación Europea de Fabricantes de Plásticos, el Consejo Químico Americano (ACC) y la Agrupación de Fabricantes de Policarbonato de Japón (JPMG) se comprometen a trabajar y garantizar que sus productos están evaluados desde el punto de vista científico y no ponen en riesgo la salud de los humanos. Para llevar a cabo la evaluación de riesgos del BPA, se han analizado cientos de estudios durante años, amplios estudios estadísticos, así como pequeños estudios exploratorios, todos ellos bajo la supervisión de la Directiva de Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL), que abarcan todos los grupos de edad y hacen hincapié en aquellos con un mayor riesgo.
La ultima revisión de los riesgos del BPA se actualizó en junio de 2008 y la EFSA concluyó que los materiales en contacto con los alimentos, tanto los biberones como botellas y envases, son seguros y no implican ningún riesgo para la salud. No obstante, dos años después, se debe esperar la respuesta de la EFSA.