El consumidor español confía en los alimentos, cree que son seguros, muestra una notable confianza en las marcas de alimentación y opina que la información que recibe sobre productos y servicios es buena pero claramente mejorable. Lo que más lee en las etiquetas de los alimentos sigue siendo la fecha de caducidad, pero cada año que pasa esta información pierde terreno en favor de la lista de ingredientes. Así se desprende del Barómetro del Consumidor, la encuesta de opinión concebida por Fundación Grupo Eroski y realizada por el Instituto de Empresa que este año alcanza su tercera edición.
¿Han cambiado mucho las opiniones y actitudes del consumidor con respecto a los alimentos en los últimos tres años? La respuesta es que no lo han hecho, y tampoco parece haber motivos para un cambio drástico. De todos modos, sí se detectan algunas variaciones -leves pero interesantes- que afortunadamente devienen positivas en casi todas las cuestiones.
Así se desprende del Barómetro del Consumidor, concebido y patrocinado por Fundación Grupo Eroski y realizado por el Instituto de Empresa, que llega este año a su tercera edición. El estudio, además de generar una fotografía muy significativa de lo que piensa hoy el consumidor español (la muestra la componen 5.000 encuestas realizadas en todo el país y convenientemente segmentadas), permite atender la evolución de opiniones y expectativas sobre cuestiones relativas a la confianza y seguridad en los alimentos, además de otros temas consultados. Los cambios más reseñables en estos tres años estudiados son:
- Mejora lenta, pero sostenida, de la confianza en los alimentos (la excepción: los de comida rápida o fast food). Suben los que gozan de D.O., los ecológicos y las carnes frescas con marca.
- También mejoran perceptiblemente en confianza la carne en general, y la comida pre-cocinada y la lista para consumir.
- Mejora la confianza en las marcas blancas o de distribuidor.
- Y también en los establecimientos de alimentación, especialmente restaurantes (exceptuando los de comida rápida), hipermercados y cafeterías y bares.
- Disminuye la frecuencia en la consulta de la fecha de caducidad de las etiquetas de los alimentos y aumenta la de la lista de ingredientes y la de la información nutricional.
- Aumenta la sensación de compensación del gasto realizado en alimentos y bebidas.
La confianza en cifras
La confianza del consumidor en los alimentos ha mejorado en el trienio 2001-2003, y el cambio ha sido más acusado el último añoEl grado de confianza que siente en 2003 el consumidor español hacia los alimentos es satisfactoria, ya que alcanza los 7,29 puntos en una escala de 1 a 10. Además, mejora respecto al año pasado (7,12) y también respecto a 2001 (7,10). En general, se ha producido una evolución positiva. La única excepción es el fast-food (comida típica de hamburgueserías, pizzerías, bocaterías), que no mejora respecto a otros años estudiados.
El grado de confianza varía mucho según el tipo de alimento de que se trate. Los que, en general, mayor la suscitan son aquellos a los que puede considerarse naturales, los que han sido menos tratados o manipulados. Los mejor valorados, con un notable alto, son los productos con denominación de origen (D.O.), seguidos de los ecológicos (que mejoran 0,3 puntos respecto al año anterior) y de las frutas y verduras. Cierran este grupo privilegiado la leche y las carnes frescas con marca (7,5 puntos), estas últimas, con una evolución muy positiva al mejorar 0,5 puntos en sólo un año. Pescados, carnes en general (éstas, con una gran mejora en la confianza, tras superarse el impacto causado por el problema de las vacas locas) y huevos alcanzan entre 7,2 y 7,1 puntos en el grado de confianza del consumidor.
Los alimentos que menos confianza merecen al ciudadano son los propios de hamburgueserías, pizzerías, bocaterías, etc (3,1 puntos, un suspenso inapelable)y los alimentos genéticamente modificados (3,6), aunque éstos experimentan una significativa subida de 0,3 puntos respecto al año pasado.
Algo mayor confianza suscitan la comida pre-cocinada y la lista para consumir que, aun suspendiendo, mejoran mucho respecto al año anterior. Por último, los alimentos enriquecidos (con fibra, con calcio, con Omega 3…) consiguen 5,8 puntos y los congelados obtienen 5,9 puntos.
El grado de confianza ante los alimentos no muestra grandes diferencias según sea el perfil de consumidor, pero es ligeramente mayor en mujeres que en hombres, y a partir de los 40 años comienza a descender. Además, cuanto menor es el status social, se reduce también la confianza. Y cuando aumenta el nivel social, lo hace la confianza en la comida rápida, pre-cocinada y lista para consumir. Por edades, disminuye la confianza en este tipo de comida cuando la edad aumenta. Y los más jóvenes son los que menos reservas mantienen (aunque les otorguen sólo 4,3 puntos) ante los alimentos genéticamente modificados y ante los enriquecidos (6,5). Por segmento de consumidores, los que más confían en los alimentos son los jóvenes no ocupados.
Si cotejamos la situación en las diversas zonas geográficas las diferencias son poco relevantes, pero País Vasco y Navarra muestran el mayor nivel de confianza (7,39 puntos) y Canarias (7,18), la más baja. Y se registra una leve tendencia a mayores niveles de confianza en las ciudades grandes.
El grado de seguridad que el consumidor otorga a los alimentos es satisfactorio: 7,34 puntos. A demás, mejora un poco el dato del año anterior (7,25) y también el de 2001 (7,19).
Tampoco la sensación de seguridad ante el consumo de alimentos refleja diferencias acusadas según sea el perfil de consumidor, si bien las mujeres revelan un grado algo mayor que los hombres; y quienes superan los 60 años (7,61), muestran un nivel bastante mayor que la media (7,34). Y en cuanto al status social, la seguridad percibida crece ligeramente conforme disminuye el status. Por zona geográfica, los consumidores que refieren mayor grado de seguridad ante los alimentos están en País Vasco y Navarra (7,56) y los que menos, en Canarias (7,19) y zona Norte (7,22).
Los referentes de confianza: las marcas y los establecimientos
La confianza crece en marcas, comercio y restauración, y en carnes, que recuperan su imagen tras el retroceso causado por el mal de las vacas locasLa confianza ante las marcas de productos de alimentación, tomadas en general, roza el notable (6,8) y mejora respecto de años anteriores (6,6), pero se sigue registrando una notable disparidad en función del tipo de marcas, dado que cada clase de marca merece su propio grado de confianza. Las que mayor confianza suscitan en el consumidor son las «conocidas de toda la vida» (7,7) y las «de mayor prestigio» (7,2 ); las que menos, las más baratas (5), las más nuevas (5,6) y las blancas o de distribuidor, pero estas últimas ya con 6 puntos.
La mejora respecto del año anterior ha sido modesta (2 décimas de punto) pero perceptible, e igualmente positiva para todos los tipos de marca, lo que hace que las diferencias se mantengan sin variación. Y si miramos al Barómetro de hace dos años, destaca la importante mejora, de 0,4 puntos, de la confianza las marcas blancas o de distribuidor.
Si la comparamos con la confianza que despiertan los alimentos en general (7,29), se comprueba que la que merecen las marcas, también en general, es notablemente inferior, y la diferencia no varía respecto de años anteriores.
Las mujeres confían un poco más que los hombres en todos los tipos de marca, especialmente en las conocidas de toda la vida. Y a medida que desciende el status social, lo hace también la confianza en las más nuevas, las más baratas y las blancas, mientras que aumenta la que se concede a las conocidas de toda la vida. Conforme aumenta la edad del consumidor, tiende a disminuir la confianza en las más nuevas y las más baratas. Por su parte, las marcas blancas merecen mayor confianza en las edades centrales, de 21 a 40 años. Por zonas geográficas y por tamaños de hábitat, las diferencias son poco significativas, si bien Norte y Canarias muestran una menor confianza hacia todos los tipos de marcas.
La confianza ante los establecimientos de alimentación difiere mucho según el tipo de establecimiento de que se trate. Los mejor situados son los de distribución: mercados tradicionales (7,5 puntos), tiendas tradicionales (7,2), supermercados (7,1) e hipermercados (7). Ya en el otro tipo de establecimiento, los de restauración, los restaurantes en general consiguen 6,6 puntos, las cafeterías y bares 5,9 puntos y, con un nítido suspenso (3,5) figuran los restaurantes de comida rápida.
Comparando con los datos de los dos años anteriores, todos los tipos de establecimiento mejoran, especialmente los restaurantes en general (0,4 puntos), los hipermercados y las cafeterías y bares, con 0,3 puntos de aumento. Se observa cierto estancamiento de las tiendas de alimentación tradicionales (en tres años, pasan de 7,1 a 7,2 puntos).
Las mujeres confían algo más que los hombres en los establecimientos de distribución, sobre todo en los supermercados. Y también en los de restauración, con la excepción de los de comida rápida.
Las clases menos acomodadas son las que más confían en hipermercados y supermercados, y las más desconfiadas con los establecimientos de restauración. También es reseñable que la confianza en cafeterías-bares y en restaurantes de comida rápida decrece conforme aumenta la edad. Por zonas, Andalucía es la más confiada en todos los tipos de establecimiento y en País Vasco y Navarra hay una mayor confianza en mercados y tiendas tradicionales y en cafeterías-bares y restaurantes, y menor en los de comida rápida. El tamaño de hábitat apenas influye en esta percepción.
La actitud ante los productos ecológicos
Los alimentos ecológicos, esto es, los que han sido producidos respetando al máximo la naturaleza, recurriendo a medios naturales y sin uso de plaguicidas ni abonos artificiales, disfrutan de un alto grado de confianza en los consumidores, si bien su penetración en el mercado es todavía muy escasa: casi tres de cada diez consumidores nunca han adquirido alimentos ecológicos, y no aumenta este hábito respecto de años anteriores. Sí se anotó un aumento en el periodo 2001-2002 (la proporción de quienes sí los habían consumido pasó del 64% al 73%), pero en 2003 la evolución se ha visto frenada. Se comprueba, por otro lado, que conforme aumenta el status social del consumidor también lo hace la costumbre de adquirir productos ecológicos, y que en las edades intermedias (de 31 a 50 años) aumenta ligeramente este hábito.Por zonas geográficas, destacan País Vasco y Navarra junto a Mediterráneo, con cerca del 80% de experiencia en el consumo de productos ecológicos, mientras que zona Centro y sobre todo Madrid marcan el índice menor, en torno al 65%.
Uno de los elementos, aunque no es el único, que mejor distingue el grado de seguridad que siente el consumidor con respecto a los alimentos es la percepción sobre la información (y sobre su credibilidad) proporcionada por los diversos agentes. De acuerdo con los datos obtenidos por el Barómetro del Consumidor, la percepción es en general positiva y mejora respecto a años anteriores.
Destaca, en este sentido, la mejora de la información proporcionada por las marcas, y se mantiene la hegemonía del círculo de amigos y familiares a la hora de crear opinión sobre el hecho del consumo, si bien mejora la percepción de la labor realizada por asociaciones de consumidores y empresas fabricantes.
Por el contrario, tanto medios de comunicación como Administración Pública siguen, en opinión del consumidor, sin aportar lo que de ellos cabría esperar en materia de información sobre el consumo, y apenas mejoran su credibilidad. Por tanto, muestran un déficit de cantidad y de calidad.
Las etiquetas
Las etiquetas de los alimentos constituyen un capítulo particular en lo que a obtención de información se refiere. Según revela el Barómetro, la información que más se consulta en ellas (el 61% de los consumidores) sigue siendo la fecha de caducidad, seguida de cerca por la lista de ingredientes (58%). A gran distancia, figuran la información nutricional (15%) y el nombre y domicilio del fabricante y del propio producto (ambos, el 7%). El resto de las informaciones son muy poco consultadas, especialmente la cantidad neta de producto, las condiciones de conservación y el modo de consumo o preparación (todas ellas, el 2%) y el lote de producto, con sólo el 1%.Estudiando los datos de los dos años anteriores, se constata que aumenta mucho la frecuencia de lectura de la lista de ingredientes (pasa del 39% al 58%) y de la información nutricional (del 5% al 15%). Esto habla de que el ciudadano busca hoy información más cualificada sobre los alimentos que consume. Cabe destacar, por otra parte, el retroceso que sufren en el último año las consultas a la fecha de caducidad (baja del 72% al 61%), lo que parece indicar que el consumidor confía más en la profesionalidad de fabricantes y distribuidores.
Las mujeres consultan con algo mayor frecuencia que los hombres la fecha de caducidad, la lista de ingredientes y la información nutricional. Y las capas sociales menos acomodadas y los más mayores leen más la fecha de caducidad y menos la lista de ingredientes y la información nutricional.