Un nuevo método desarrollado por expertos españoles incluye un análisis mediante la denominada Cromatografía de Ultra-Alta Presión (UPLC) que, en menos de 10 minutos, es capaz de detectar hasta 15 tipos distintos de antibióticos. El objetivo de la investigación era crear una técnica que detectara en alimentos infantiles (diferentes tipos de leche) una gran variedad de antibióticos, aunque estuvieran en cantidades infinitesimales, todo ello en un mínimo periodo de tiempo. El trabajo se ha desarrollado de forma conjunta entre expertos de la Universidad de La Laguna (ULL), en Tenerife, y el Instituto de Investigación de Ciencias de la Alimentación (CIAL), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid.
El procedimiento, que ha supuesto la publicación de la investigación en una de las revistas más prestigiosas de este tipo de procesos analíticos, Journal of Chromatography A, se ha aplicado a las tres variedades de leche infantil en polvo comercializadas en España: preparados para lactantes (hasta los seis meses), preparados de continuación (de seis a doce meses) y preparados de crecimiento (a partir de un año). En ninguna de las 17 muestras analizadas, correspondientes a otras tantas marcas y variedades, se detectaron residuos de los antibióticos rastreados, lo cual supone que el consumo de este tipo de alimentos infantiles, según este estudio, es seguro respecto a antibióticos.
Este tipo de preparados lácteos infantiles se elaboran en ocasiones a base de extractos de leche de vaca, por lo que si la materia de la que se parte estuviera contaminada con residuos de antibióticos, estos podrían pasar a contaminar el producto final.
Alimentos infantiles más seguros
Es imprescindible desarrollar métodos para detectar residuos de sustancias como antibióticos en alimentos infantiles
El consumo seguro de alimentos infantiles es un asunto de creciente interés en sanidad alimentaria, sobre todo durante los últimos años. Los niños son un grupo de alto riesgo no solo porque su sistema inmunológico, aún en desarrollo, permite que en ocasiones desarrollen enfermedades infecciosas con mayor facilidad, sino porque son más sensibles a posibles tóxicos químicos o de otra naturaleza. Esto es más grave, tal y como indican los responsables del estudio, en niños menores de dos años, en quienes confluyen diferentes factores que les hacen sensibles.
El bajo peso de los niños unido a una, en proporción, alta ingesta de alimentos les hace más vulnerables a posibles contaminantes o residuos en alimentos. Este es un aspecto aún más relevante en el caso de leches maternizadas, único alimento alternativo a la lactancia materna. Como consecuencia, y según advierten los investigadores responsables de este trabajo, resulta imprescindible desarrollar métodos como el propuesto, que permitan determinar este tipo de residuos en los alimentos infantiles.
Cromatografía y detección de sustancias
La metodología desarrollada en el presente trabajo permite la determinación de un número alto de estos compuestos en tiempos muy inferiores a los empleados hasta ahora, gracias al uso de la UPLC, la llamada Cromatografía de Ultra-Alta Presión. En esta, como su nombre indica, se utilizan presiones de hasta 100 MPa (megapascales, 1 Mpa equivale a un millón de pascales, unidad de presión del Sistema Internacional). La UPLC es una variante más rápida y de mayor resolución de otro tipo de cromatografía más conocida, la HPLC o Cromatografía Líquida de Alta Resolución, la técnica analítica más usada para identificar, cuantificar y separar los componentes de una mezcla.
La cromatografía es un método físico de análisis de las diferentes sustancias que componen una mezcla compleja. El objetivo es separar los distintos componentes de una mezcla e identificar y determinar las cantidades de esos componentes. Está basada en el principio de retención selectiva según las propiedades físicas y químicas de cada sustancia, que se produce al atravesar la mezcla dos fases: una fase fija o lecho estacionario y una fase móvil o sistema fluyente (gas o líquido). El término cromatografía procede de las palabras griegas cromatos (color) y graphos (escrito), ya que una de sus primeras aplicaciones fue describir la separación de pigmentos vegetales en distintas zonas coloreadas y, aunque la mayor parte de las separaciones que se realizan son de compuestos incoloros, el término inicial cromatografía se ha mantenido.
La cromatografía, con gran aplicación en los diferentes campos de la ciencia y la analítica, se introduce en los laboratorios a principios del siglo XX, y se desarrolla y evoluciona después. Además, la técnica cromatográfica UPLC se combinó con el uso de un detector de Espectrometría de Masas, otro sistema instrumental que permite analizar con gran precisión la composición de diferentes elementos químicos al separar sus núcleos atómicos en función de su relación masa/carga. Gracias a la utilización de ambas técnicas analíticas, el equipo de trabajo pudo identificar los compuestos objeto de estudio.
Los antibióticos son compuestos que, si se utilizan de manera indiscriminada, pueden causar problemas de resistencia bacteriana. Entre los más empleados en medicina y veterinaria figuran las quinolonas y las fluoroquinolonas, algunas de las sustancias que han formado parte del presente estudio en leches infantiles. Hace unos días, un juez federal ordenó a los responsables de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) que comiencen los procedimientos para poner fin a la autorización de uso de antibióticos comunes en la alimentación animal, a menos que los productores de los medicamentos puedan aportar claras evidencias de que su uso es seguro.
Si los laboratorios no pueden demostrar esa inocuidad, la FDA deberá, según sentencia el dictamen, retirar la aprobación para usos no terapéuticos de esos fármacos. La agencia había empezado ya con estos procedimientos hace varios años impulsados por la preocupación sobre el uso extendido en la alimentación del ganado de ciertos antibióticos, en particular tetraciclinas y penicilina. Pero ese proceso nunca se llegó a completar y la autorización de uso sigue vigente. Sin embargo, y durante estos últimos años, ha aumentado la evidencia científica sobre los riesgos que tiene para la salud humana el uso continuado de antibióticos en el ganado, sin que por el contrario se haya demostrado que su uso sea seguro.
Los demandantes norteamericanos, grupos ecologistas y de defensa de la salud pública, argumentaron que usar antibióticos en la alimentación del ganado contribuye al rápido crecimiento de bacterias resistentes a los fármacos (las llamadas superbacterias) tanto en animales como en humanos.
Por su parte, la UE prohibió hace diez años el uso de antibióticos como aditivos habituales en la alimentación del ganado y animales de cría, como promotores del crecimiento y el engorde. Esta decisión se definió como vanguardista en seguridad alimentaria, pero se imitó poco por parte de otros países del mundo. El uso de antibióticos de manera indiscriminada acelera el desarrollo de resistencia a determinados antibióticos. La razón es bien sencilla: el contacto continuado de las cepas de microbios a un agente bactericida, como es un antibiótico, establece unas condiciones que, si un solo individuo muta y se hace inmune a su efecto, no encontrará competencia, dado que el resto de microorganismos han sucumbido por su efecto y se han generado todas las futuras poblaciones a partir del resistente que transmitirá su condición de superbacteria a sus descendientes.
El uso de las diferentes clases de antibióticos, así como de otras sustancias de uso veterinario en la UE en animales de consumo, y su posible presencia en alimentos importados de terceros países están, en cada caso, regulados y sujetos al estricto control veterinario.