Sobre la leche materna, como reconocen desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), “la leche fresca recién extraída es la que conserva el mayor número de propiedades. La refrigeración, la congelación y el calentamiento a altas temperaturas producen cambios en la composición de la leche materna. Por ello, la leche fresca es la que debe usarse en primer lugar, siempre que sea posible”. Pero ¿y si no se puede? ¿Y si a la madre le resulta imposible poner a su bebé al pecho, pero desea seguir con la lactancia materna? ¿Qué puede hacer? Una alternativa es sacar la leche, congelarla y dársela en otro momento en biberón. Te contamos a continuación cómo proceder para conservarla en óptimo estado.
Cómo congelar la leche materna para que no pierda sus propiedades
Muchas madres recientes que prevén incorporarse al trabajo o estar ausente un tiempo no optan por la lactancia artificial. Prefieren extraerse la leche y la congelan organizando así su propio banco de leche en casa. De esta manera, sus hijos podrán seguir alimentándose de manera natural.
No obstante, la doctora Marta Cabrera Lafuente, neonatóloga del Hospital Universitario La Paz (Madrid), asegura que es importante llevar a cabo esta práctica con medidas de higiene óptimas a fin de evitar el deterioro de la leche por una mala conservación, con la consiguiente aparición de bacterias. ¿Cuáles? Según la especialista, es conveniente:
- ? Limpiar bien el sacaleches con agua y jabón después de cada uso. Esterilizarlo una vez al día y secarlo bien.
- ? Utilizar un congelador de -18 ºC.
- ? Emplear, preferiblemente, recipientes de cristal para guardar la leche materna.
- ? Anotar la fecha de congelación.
- ? Consumir antes de los seis meses.
- ? No mezclar nunca los biberones con comida.
Es verdad que la congelación reduce alguno de los componentes inmunológicos, pero resulta un buen método para continuar con la lactancia materna en situaciones de ausencia de la madre o en caso de sobreproducción. De hecho, la leche materna es el único alimento recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los primeros seis meses de vida del niño y, junto a otros apropiados para la edad, hasta que cumpla los dos años de edad. Porque, en realidad, son muchos los beneficios que reporta al bebé y a la madre.
En ese sentido, el Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP señala en una de las respuestas a las preguntas más frecuentes sobre la lactancia materna lo siguiente: «Aunque las sustancias protectoras de la leche materna evitan el crecimiento bacteriano, cuantas más bacterias desaparecen, más defensas se gastan de la leche, por eso, lo ideal es enfriar rápidamente la leche extraída (en un recipiente con agua fría) y después congelarla lo antes posible. Si se realiza la extracción en casa y la leche no se va a utilizar ese mismo día, lo mejor es congelarla. Si se realiza la extracción fuera de casa, hay que conservarla en una neverita portátil con frigolines y congelarla en cuanto se llegue a casa».
Además, la misma organización sostiene que sus propiedades antibacterianas permiten su almacenamiento por periodos prolongados de tiempo, pero en determinadas condiciones. En el caso de la congelación de la leche madura, es importante el congelador:
- Si está dentro de la misma nevera: dos semanas.
- Si es parte de la nevera, pero con puertas separadas (tipo combi): tres o cuatro meses (porque la temperatura varía cuando la puerta se abre con cierta frecuencia).
- Si es un congelador separado, tipo comercial, con temperatura constante de -19 ºC: seis meses o más.
En cambio, como se recoge en el análisis de la investigación ‘Seguridad y control de infecciones en la leche materna’, de Medela, el proceso óptimo de congelación recomendado es a –20 °C durante un periodo de hasta tres meses. Según el mismo documento, «a los tres meses se mantiene el contenido de vitaminas A, E y B, proteínas totales, grasa, enzimas, lactosa, cinc, inmunoglobulinas, lisocima y lactoferrina, aunque puede presentarse una pérdida de vitamina C en el transcurso de un mes». En cuanto a la proliferación bacteriana reconoce que «no es un problema significativo durante las seis primeras semanas». Sin embargo, sobre la capacidad antibacteriana afirma que suele ser menor que la de la leche fresca debido a la pérdida de células vivas como los fagocitos.
También hay que recordar que en maternidades y hospitales se dispone de bancos de leche materna donde, de manera voluntaria, las madres donan regularmente su leche: esta se pasteuriza para producir un alimento seguro biológicamente para los bebés prematuros o los recién nacidos ingresados en las unidades de neonatología.