La EFSA fija nuevos límites máximos para el consumo de vitamina B6

La vitamina B6, o piridoxina, desempeña varias funciones en nuestro organismo. Por ejemplo, es fundamental para metabolizar los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas; para que nuestro cuerpo obtenga energía de los nutrientes, para que funcionen bien las enzimas y para reforzar nuestro sistema nervioso.

Además, se valora por su capacidad analgésica, como explica Carlos Goicochea, profesor de Farmacología en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos ( URJC). Diversos trabajos «relacionan un umbral bajo de vitamina B6 con valores elevados de marcadores de inflamación, y con mayor dolor. En patologías dolorosas crónicas, como el lumbago o la ciática, la artritis reumatoide y también en dolor neuropático, los complejos vitamínicos B12, B6 y B1 han demostrado eficacia analgésica», detalla Goicochea en este artículo sobre diferentes vitaminas.

Muchos. A diferencia de la vitamina B12, que solo se encuentra en los alimentos de origen animal, la vitamina B6 está presente de manera natural en vegetales y animales. También la hallamos en algunas bebidas y productos procesados, a los que se añade durante su fabricación, y por supuesto, en los complementos alimenticios (como los suplementos vitamínicos, por ejemplo).

Entre los alimentos más ricos en vitamina B6 de forma natural encontramos algunas especias y hierbas aromáticas, como el pimentón en polvo o la albahaca, que contienen más de 2 mg cada 100 g. Sin embargo, es difícil consumir 100 gramos de estos productos.

En cambio, sí es factible consumir 100 gramos (o más) de otros alimentos. La sardina y el salmón, la carne de cabrito, el queso semicurado, las nueces, las lentejas, el hígado, la carne de cerdo, las patatas o el huevo nos aportan entre 0,6 y 0,96 mg de vitamina B6.

Entre los productos industriales que contienen esta vitamina, encontramos, por ejemplo, los cereales de desayuno, las bebidas energéticas y algunos zumos y galletas. Los cereales y, sobre todo, las bebidas energéticas son los que más contienen en términos absolutos, pero también en términos de consumo real.

Algunas marcas de estas bebidas contienen 2 mg/100 ml, pero las latas son de 250 ml; otras contienen 0,8 mg/100 ml, pero las latas son de 500 ml. Esto significa que, al consumir una sola lata de bebida energética estaremos ingiriendo entre 4 y 5 mg de vitamina B6, unas cantidades que se aproximan a los límites máximos recomendados por la EFSA, sobre todo en el caso de los niños.

Estos son los niveles máximos de vitamina B6 que deberíamos ingerir por día, según la última revisión de la EFSA:

Las cantidades actuales son sensiblemente inferiores a las que se manejaban hasta ahora. Por ejemplo, en el caso de los niños de 7 a 10 años se han reducido de 10 mg a 6,1 mg/día; en el caso de los niños de 11 a 14 se han reducido de 15 mg a 8,6 mg/día; y en el caso de los adultos, incluidas las mujeres embarazadas y lactantes, los máximos recomendados se han reducido a menos de la mitad (eran de 25 mg/día).

La ingesta estimada de vitamina B6 procedente únicamente del consumo de alimentos (es decir, sin tener en cuenta complementos alimenticios) es la siguiente:

• 1,2 mg/día en lactantes (4 a 12 meses)
• 1,9 mg/día en niños pequeños (1 a 3 años)
• 2,7 mg/día en otros niños (3 a 10 años)
• 4 mg/día en adolescentes (10 a 18 años)
• 5 mg/día en adultos

Además, las ingestas son ligeramente más bajas en las mujeres, excepto en las niñas pequeñas, principalmente debido a que consumen menos cantidad de alimentos por día.

Superar los límites de vitamina B6 establecidos por la EFSA es difícil, aunque, como todo, dependerá de nuestros hábitos de consumo. Un menor de 14 años que tome cereales de desayuno, galletas y bebidas energéticas de manera habitual lo tendrá más fácil que otro niño de la misma edad cuya dieta no incluya estos productos.

En este sentido, el Panel de expertos de la EFSA señala que los alimentos enriquecidos contribuyeron poco a la ingesta total de vitamina B6, a niveles de población, en los 15 países para los que hay información disponible. Sin embargo, en vista del alto contenido de algunos productos enriquecidos en el mercado de la UE, también indica que la contribución de los alimentos enriquecidos a la ingesta total de vitamina B6 podría ser significativa entre los consumidores regulares de estos alimentos.

Cabe recordar que, entre las personas que toman bebidas energéticas, alrededor del 15 % presentan un «consumo crónico alto» (4-5 veces a la semana, o más) y un «consumo agudo alto» (más de un litro cada vez). Y que gran parte de ellas son adolescentes y niños. De hecho, las bebidas energéticas están incluidas en la encuesta ESTUDES (Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España), un documento que recopila información sobre las tendencias del consumo de drogas y otras adicciones entre los estudiantes de entre 14 y 18 años. El estudio refleja que el 45 % de los jóvenes comprendidos entre estas edades las bebe.

Cuestión aparte son los complementos alimenticios y los suplementos vitamínicos que contienen altas dosis de vitamina B6. En estos casos, la EFSA sí ve probable que los consumidores habituales superen las cantidades máximas recomendadas.

Existen estudios que recogen los potenciales efectos adversos de un consumo elevado de vitamina B6, desde lesiones cutáneas hasta alteraciones en el sistema nervioso. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria también ha revisado la literatura científica y evidencia disponible sobre los riesgos de consumir un exceso de esta vitamina. Estas son las principales conclusiones:

• Neuropatía periférica. Puede producirse en algunas personas con ingestas suplementarias de vitamina B6 de 50 mg/día.
• Anomalías congénitas. La evidencia disponible no sugiere una relación entre la ingesta elevada de vitamina B6 y los resultados indicativos de toxicidad durante el desarrollo.
• Fracturas de cadera. Existe cierta evidencia de que la suplementación con vitamina B6 en una dosis de 35 a 40 mg/día se asocia con un mayor riesgo de fractura de cadera. Sin embargo, la evidencia hasta la fecha es insuficiente para concluir sobre una relación de causa-efecto.