Los oligasacáridos forman parte de un grupo de sustancias que se conocen con el nombre de prebióticos. Más que prevenir la aparición de enfermedades o de jugar un papel esencial en los tejidos de las personas, su función principal es la de «dar de comer» al conjunto de microorganismos beneficiosos que tenemos en nuestro intestino y, en particular, el colon.
Si damos de comer a los microorganismos beneficiosos, nuestro sistema digestivo funcionará bien, conseguiremos una digestión y absorción óptimas, e incluso se podrán prevenir enfermedades relacionadas con este sistema.
Es por ello que cada vez hay más alimentos con estas sustancias prebióticas o con la denominación de efecto bífidus, cuya finalidad es conseguir una alimentación más saludable.
Nuestro aparato digestivo está colonizado por una gran variedad de microorganismos. En el momento del nacimiento, esta microbiota es muy pobre y se va a ir definiendo a lo largo de la vida del individuo.
En los primeros meses de vida es cuando se produce la colonización, a través de los alimentos, la piel de la madre o los diversos elementos que el bebé chupa constantemente.
Microorganismos
Los prebióticos son ingredientes alimenticios no digeribles que promueven el crecimiento selectivo de bacterias intestinales beneficiosasLos microorganismos intestinales constituyen lo que vulgarmente se llama la flora microbiana. Tienen una gran influencia en muchas características bioquímicas, fisiológicas e inmunológicas de nuestro organismo.
Entre los componentes beneficiosos más destacados de la microbiota se encuentran las bacterias lácticas (lactobacilos y bifidobacterias) y, entre sus efectos beneficiosos, destaca la capacidad de estimular el sistema inmunológico o de defensas de nuestro cuerpo, con lo que mejora la protección frente a las infecciones y se contribuye a mantener o prolongar la salud.
De igual modo, estos microorganismos pueden participar en la inactivación de compuestos tóxicos, incluso impidiendo su formación, así como en la eliminación de sustancias potencialmente cancerígenas.
¿Qué son los prebióticos?
Desde hace un tiempo se está utilizando el término prebiótico para definir la molécula o ingrediente alimenticio no digerible, fermentable, que tiene la propiedad potencial de mejorar la salud ya que promueve el crecimiento selectivo de bacterias intestinales beneficiosas. En esta categoría se encuentran los fructo-oligosacáridos (FOS), que son oligosacáridos naturales (fibra soluble) que contienen fructosa y se encuentran en variedad de plantas y frutos como el puerro, la cebolla, la achicoria (raíz), el espárrago, el ajo, la alcachofa, el tomate, la alfalfa o el plátano, entre otros.Los oligosacáridos son moléculas que pueden añadirse a un alimento o bien producirse in situ, como los oligosacáridos producidos por algunas bacterias durante la fermentación láctica. No son digeribles por las enzimas intestinales, por lo que alcanzan intactas el colon, que es el tracto final del intestino que contiene las bacterias de nuestro interés.
Microorganismos del colon
Los microorganismos del colon constituyen el mayor potencial metabólico del organismo. El elevado número y variedad de bacterias que cohabitan en el tracto gastrointestinal humano constituyen un complejo ecosistema metabólicamente muy activo y versátil, con capacidad de adaptarse a los sustratos disponibles.
Una gran parte de ellos son sacarolíticos, es decir, utilizan hidratos de carbono como fuente de energía para reproducirse. El grupo mayoritario de bacterias sacarolíticas pertenece al género Bifidobacterium, que constituye el 25% de la población bacteriana total del adulto y el 95% en la población infantil un tiempo después del nacimiento.
A pesar de que los FOS se encuentran en variedad de vegetales, su concentración es pequeña, por lo que la ingesta diaria estimada a partir de alimentos es muy baja (800 mg / día, aproximadamente). Por ello, y considerando que son unos componentes saludables, se ha recomendado aumentar su consumo, y una de las formas para conseguirlo es introducirlos en los alimentos como ingredientes añadidos. De hecho, ya se utilizan como tales en bebidas, productos lácteos, repostería o alimentos infantiles.
La posibilidad de que mediante algún componente de la dieta se pueda modificar la microbiota intestinal ha fijado la atención en los últimos años de tecnólogos, industriales, científicos y consumidores, porque de este efecto derivan acciones fisiológicas de importante repercusión en salud.
Los efectos saludables atribuidos a los fructo-oligosacáridos son consecuencia directa de la propia fermentación del colon. Asimismo, incrementado el consumo de FOS podemos modular la composición de la microbiota en el colon, estimulando el crecimiento de la flora intestinal beneficiosa, especialmente de bífidobacterias.
Por tanto, los efectos indirectos del consumo de FOS sobre la salud son varios. Por un lado, mejoran la microflora intestinal de varias maneras. Una de ellas a través de un sustrato de elección para las Bifidobacterias, o con la fermentación, con la que se producen ácidos grasos de cadena corta, disminuye el pH o grado de acidez y se reduce la proliferación de bacterias patógenas (E. coli, Shigella o Salmonellas). Como hay menos microorganismos patógenos, hay menor producción de sustancias tóxicas.
Otro de los beneficios es que regulan el tránsito intestinal, por lo que pueden utilizarse tanto para tratar la diarrea como el estreñimiento. Además, ejercen un efecto protector en la evolución de los tumores de colon. Este efecto puede ser consecuencia de la conjunción de varios mecanismos.
El medio ácido inhibe la actividad de enzimas implicados en el metabolismo y eliminación de ácidos biliares y grasos, por lo que se genera menor cantidad de ácidos biliares secundarios y metabolitos de estos, que son considerados como agentes promotores del crecimiento de células tumorales. Por último, el consumo de FOS potencia el buen funcionamiento del sistema inmunológico.
Los FOS tienen además aplicaciones industriales, que abarcan la sustitución de grasas al incluirse como ingrediente de mayonesas ligeras y quesos bajos en calorías; contribuyen a la reducción del contenido calórico (sucedáneos de chocolate) y a la retención de agua (pastelería, panificación, embutidos); evitan la formación de cristales (heladería); emulsionan (margarinas) y, en general, modifican la textura o cremosidad de algunos alimentos. Son edulcorantes, por lo que tienen buenas propiedades organolépticas (aquellas que se aprecian por los sentidos) y se pueden incorporar fácilmente a alimentos.
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