Los envases alimentarios desempeñan una función básica en el procesado de alimentos. Su principal misión es proteger el producto que contienen en su interior y garantizar una mayor calidad, seguridad e integridad. La técnica de envasado ha evolucionado mucho en los últimos años. Con el fin de prevenir daños físicos y químicos en los alimentos, se han diseñado los envases inteligentes, que aportan información cada vez más detallada de la calidad y el estado del alimento que contienen. Una de las últimas aportaciones llega de la mano del Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE), que ha ideado un nuevo envase capaz de detectar si en algún momento se ha roto la cadena de frío o la frescura de carnes y pescados.
La nueva apuesta se presenta como un envase inteligente, diseñado por un equipo multidisciplinar de químicos y expertos en electrónica y computación. Contiene indicadores que informan acerca de la cadena de frío, e incluso, perciben el punto óptimo de maduración de los alimentos para cocinar diferentes platos, saber el momento más adecuado para elaborar una ensalada, una salsa o un gazpacho.
Sin embargo, los expertos quieren ir más allá y aplicar la tecnología a los plásticos que se utilizan para envolver los alimentos. Con el desarrollo de un film a partir de un aminas, un compuesto químico orgánico que informa de la calidad de los alimentos. En función de la cantidad de aminas en el envase, aparece una tonalidad u otra. Una tonalidad amarilla indica que la carne o el pescado están en perfectas condiciones, el color azul indica que los alimentos pueden estar o están en mal estado. Hasta la fecha, este método se utilizaba en los envases cárnicos y el color variaba de rojo a azul. Esta nueva técnica cambia los colores y añade su eficacia en los envases con pescado.
El objetivo de mejorar la seguridad alimentaria se ha alcanzado con éxito en el campo de los envases. Esta nueva tecnología ofrece un control real del estado de los alimentos y no supone un esfuerzo económico, ya que el precio es muy reducido. Los expertos añaden que el nuevo sensor no entra en contacto con los alimentos porque está separado por una capa permeable que detecta las aminas sin problema.
Estos nuevos avances reabren el debate de la seguridad alimentaria y la crisis. Con la mejora de la tecnología, se logran envases cada vez más inteligentes que informan al detalle del alimento que contienen. Los sensores responsables aumentan la vida útil de los alimentos, a la vez que informan de los productos que están en mal estado. Esto obliga a la industria alimentaria a retirar del mercado los alimentos con la mínima sospecha de deterioro, lo que se traduce en la retirada de alimentos antes del momento en el que se retiran hoy en día. El consumidor se guía por la fecha de consumo preferente y la fecha de caducidad, cuya información no es una garantía total de que el alimento esté en perfecto estado, aunque sí sea apto para consumirlo.
Con estos nuevos envases, desaparecerían estos términos aproximados de consumo y los alimentos con etiquetas azules se deberían retirar del mercado, quizá mucho antes de lo habitual. ¿Se desprecian así alimentos que podrían consumirse sin riesgo? ¿Suponen estos avances un encarecimiento del precio final de los alimentos? Por ahora, estos nuevos avances están en estudio. Desde la Unión Europea se propone ampliar el periodo de tiempo considerado apto para el alimento, con el fin de evitar el desecho de estos, siempre y cuando no conlleve un riesgo para la salud del consumidor.