Aunque la figura de un veterinario esté, para muchos, exclusivamente ligada a la imagen de un médico de animales, en realidad sus responsabilidades siempre han estado íntimamente relacionadas con el ámbito de la prevención de la salud humana y, más en concreto, de su alimentación. De ahí que el Sindicato Veterinario Profesional de Asturias haya publicado en fechas recientes una guía que recoge un centenar de medidas encaminadas a evitar el contagio en esta crisis sanitaria que mantiene a gran parte del mundo confinado en sus hogares. José Fernández Romojaro, su presidente, explica alguna de ellas en esta conversación con Eroski Consumer.
Es una lacra que venimos sufriendo desde hace 20 o 30 años, en los que la urbanización de la sociedad ha provocado que la imagen del veterinario esté limitada exclusivamente a la de un médico para animales. Antes, en el medio rural, la gente tenía claro que el veterinario era muy importante en todo lo relacionado con la prevención de la salud de las personas y su alimentación, por los riesgos alimentarios de aquella época. Muchos alimentos se vendían frescos y sin tanto control sanitario y, además, el veterinario pasó de ir a los domicilios a ir a la industria, con lo que esa figura se hizo más transparente para la población.
La práctica veterinaria de salud pública actúa principalmente en tres campos muy relacionados entre sí: la lucha contra los riesgos biológicos para el ser humano en el medio ambiente; el control de las enfermedades zoonóticas (las que se transmiten entre los animales y el hombre); y la seguridad alimentaria. Ten en cuenta que nosotros consumimos, en gran medida, animales o productos animales, por lo que es normal que el veterinario controle la seguridad de los alimentos. Sin olvidar que el 75 % de las enfermedades emergentes tienen origen animal, como es el caso de la COVID-19.
Todos hacen un gran esfuerzo, pero las medidas de precaución implementadas no son todo lo efectivas que debieran, porque son difíciles de aplicar. Al tratarse de un virus muy contagioso, requiere de unas medidas de prevención casi más propias de un quirófano que de un establecimiento alimentario o, más aún, de los domicilios privados. Desinfectarse adecuadamente, no tocarse la cara… Si entrenar a un cirujano en estos hábitos lleva meses, imagínate a una persona normal. Y, en cuanto a los establecimientos, nosotros reclamamos desde el primer momento que los veterinarios estuvieran allí, al pie del cañón, para asesorarlos, porque muchas veces las medidas no se implementan correctamente. Por ejemplo, el otro día fui al supermercado y, aunque tenían guantes a la entrada, los tenían de tal manera que para coger uno tocabas 15. Y luego la papelera donde los tirabas, a la salida, tenía que abrirse con la mano, con lo que las posibilidades de contaminación aumentaban.
Es importante que los particulares no se obsesionen. Las medidas que mencionamos son sumatorias, en el sentido de que, a medida que las vas incorporando a tu rutina diaria, vas restando posibilidades de contagio. Pero eso no quiere decir que si cometes un error, o no haces algo, te vayas a contagiar necesariamente. Sí hay que intentar incorporar el mayor número de rutinas posibles, poco a poco. Se trata, en general, de no salir de casa si no es estrictamente necesario, mantener la distancia, seguir unas prácticas de higiene… De nada sirve desinfectar las monedas que me den de cambio si luego salgo de casa a todas horas, por ejemplo. De cara a los establecimientos, la Secretaría de Estado para el Comercio ha elaborado una guía de buenas prácticas para ayudar a los establecimientos comerciales a protegerse contra el virus.
Será necesario usar guantes y mascarilla, para evitarle riesgos a la otra persona. Hay que intentar hablar mirando de lado, para que el aire que exhalamos no vaya de frente hacia ella; mantener la distancia de seguridad y evitar en lo posible el contacto; y si la vivienda lo permite, usar baños y habitaciones diferentes. También convendrá limpiar baños y suelos con agua fría y lejía, y con agua y jabón las zonas y los electrodomésticos que se usan a menudo, incluyendo interruptores y manillas; tener toallas independientes, y lavarlas, junto al resto de la ropa, en programas de más de 60 ºC. Y por supuesto, no compartir vajilla, cubiertos o móvil, y ventilar bien, sin crear corrientes fuertes.
Lo primero es no salir de casa sin un pequeño kit higiénico que contenga un pequeño envase de jabón líquido y pañuelos de papel (por si en algún momento necesitamos lavarnos las manos, pero no hay lavabos cerca) y otro con desinfectante (si tiene pulverizador, mejor), que puede ser alcohol sanitario (de 95 o 96º) o agua oxigenada. Además, es importante que evitemos llevar todo objeto innecesario, porque cuantos más objetos carguemos, más posibilidades habrá de contaminación cruzada: si vas a comprar, lleva únicamente el DNI, la tarjeta bancaria o, si no tienes, el dinero (desinfectado), y las llaves de casa y del portal. Y ahora que todavía está haciendo fresco, conviene que nos protejamos con una prenda larga (si nos llega a las rodillas, mejor), porque actúa como capa protectora.
En primer lugar, hacer la lista de la compra antes de salir de casa, preferentemente en el móvil, y acudir a un solo establecimiento, ya que, si visitamos varios, las posibilidades de contagio crecerán. Si nos desinfectamos las manos al llegar, recuerda que hay que dejarlas secar al aire antes de ponerse los guantes, y también que estos, como las mascarillas y las gafas, nos protegen, pero no nos hacen invencibles. Hay que seguir observando el resto de precauciones: mantener la distancia de seguridad, no tocar productos que no nos vayamos a llevar, andar por el centro de los pasillos… Si tenemos carrito, llevarlo, pero si usamos nuestra propia bolsa, evitemos posarla en el suelo. Y en la caja, mejor pagar con tarjeta.
Hay que dejar tanto los zapatos como el abrigo y los objetos que hayamos llevado con nosotros a la entrada; estos podemos meterlos en un recipiente para desinfectarlos. Con la ropa, lo ideal es lavarla, pero si no lo hacemos, lo mejor es no pasar con ella al interior de la vivienda. Y respecto a la comida, desinfectaremos los envases (por ejemplo, con agua y lejía, o debajo del grifo con agua y jabón, según de qué se trate) y luego meteremos los productos en la parte de atrás de la nevera o la despensa, para no consumirlos inmediatamente, ya que a este virus le matan dos cosas: el desinfectante y el tiempo (entre cuatro horas y tres o cuatro días, dependiendo de la superficie). En cuanto a las frutas y verduras, algunas pueden lavarse con agua y jabón; pero si no es posible, conviene sumergirlas en agua con lejía apta para uso alimentario (al menos 30 ml por cada litro de agua) de 5 a 15 minutos, antes de aclararlas bien.
Si es posible, siempre es preferible comprarlos, porque están homologados y testados. Las mascarillas deben estar homologadas también para ser del todo eficaces, pero por supuesto podemos hacerlas en casa mientras no caigamos en una falsa sensación de seguridad: hay que seguir observando todas las precauciones posibles.
Para las superficies del vehículo, siempre es muy útil un paño con solución hidroalcohólica o agua oxigenada, ya que la lejía podría decolorar la tapicería. Lo importante en este caso es seguir siempre un orden, para poder interiorizarlo y no cometer errores: la llave, la cerradura, el salpicadero y los controles, la hebilla del cinturón de seguridad, el espejo retrovisor…
Se transmiten muchísimos bulos. Por eso, no podemos fiarnos de nada que nos llegue por las redes, si no lleva un enlace que conecte con la fuente, o si esta no es de fiar. En ese caso, manejémosla con prudencia, porque siempre hay que cotejar la fuente.
A día de hoy, la evidencia científica dice que no, pero sí pueden actuar como vehículos de transmisión, al igual que cualquier objeto del supermercado. Hay que seguir unas medidas de higiene y precaución: al pasear el perro, debemos llevarlo siempre con correa y evitar que se frote con ninguna superficie; no jugar con pelotas ni otros objetos con él; y al llegar a casa, limpiarle las extremidades y bañarle con mayor frecuencia.