El norovirus es un virus de la familia de los Caliciviridae. Cuenta con cinco genotipos, de los cuales, los números I, II y IV pueden afectar al organismo humano. El genotipo número III afecta a los rumiantes y el número V, a los ratones. Este virus es una de las causas más frecuentes de gastroenteritis y a menudo se le denomina “virus de la enfermedad de vómitos invernales”, ya que las intoxicaciones son más habituales durante el invierno, si bien tampoco es extraño contagiarse durante cualquier época del año. Este virus afecta cada año a varios millones de personas y el contagio se registra, sobre todo, en ambientes cerrados, hospitales, colegios o residencias, según informa la ACSA.
El norovirus se propaga, en su mayoría, de forma muy fácil. Pasa de persona infectada a persona sana por contacto con superficies u objetos contaminados o tras la ingesta de cualquier alimento en este estado. Además, el virus puede sobrevivir varios días en las zonas contaminadas, por lo que las posibilidades de contagio aumentan, y es resistente a los tratamientos físicos y químicos de depuración de aguas residuales, de ahí que las aguas contaminadas sean las responsables de que se propague entre los alimentos, sobre todo, en los vegetales frescos y los moluscos bivalvos.
Según el último informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el norovirus es el principal agente de listos para consumir, deben tener en cuenta el peligro que supone el norovirus en sus alimentos y tener en constante formación a sus empleados. Han de seguir un estricto plan APPCC que detalle este problema y evaluar el riesgo que supone de acuerdo con sus instalaciones. Para ello, el Codex Alimentarius prepara una completa guía sobre las medidas higiénicas que se deben llevar a cabo para el control del virus en los alimentos.
Desde la Unión Europea se proponen una serie de medidas para prevenir el norovirus en los alimentos:
- Asegurar el cumplimiento de los criterios microbiológicos establecidos en el Reglamento (CE) número 2073/2005. Aunque no especifica criterios concretos para virus y tampoco hay una relación directa entre la presencia elevada de microorganismos indicadores o patógenos, su cumplimento garantiza al menos, un riesgo menor.
- Se debe elaborar un plan de limpieza y desinfección específico para situaciones de riesgo, sobre todo para operarios enfermos. Se debe prever que las zonas contaminadas por operarios enfermos y los aseos se han de lavar y desinfectar de manera inmediata con potentes desinfectantes. Los expertos recomiendan productos con dosis superiores a 1.000 ppm de cloro libre durante cinco minutos.
- Garantizar una rigurosa higiene de las manos de los manipuladores para evitar la transmisión a los alimentos o la propagación del virus en las instalaciones o superficies. Los trabajadores deben estar bien informados y conscientes de la importancia de su higiene. Además, debe haber una supervisión que garantice su correcta aplicación y se ha de apartar siempre a los trabajadores enfermos.
- Quizá el factor más importante es la descontaminación de vegetales: deben limpiarse en profundidad y eliminar toda la materia orgánica adherida a la superficie. En caso necesario, se deben descontaminar con cloro o ácido periacético. Sin embargo, no debe olvidarse que la descontaminación no es garantía de riesgo cero, pero si la carga viral inicial es baja, supone casi la eliminación total de los patógenos.