Los peces transgénicos, criados en granjas piscícolas y cuyo material genético está modificado, son la solución propuesta por algunos expertos al problema de la explotación masiva de mares y océanos. Sin embargo, un estudio realizado en Suecia ha dado la voz de alarma: si se escapasen al entorno natural podrían surgir problemas que conciernen al bienestar de la población.
La piscicultura comercial considera a los peces transgénicos más productivos. Crecen más rápido, son más resistentes a enfermedades, soportan mejor las condiciones meteorológicas frías y, por lo tanto, son más fáciles de criar en estas circunstancias. Pero también conllevan riesgos y efectos negativos en el entorno natural: pueden producir una acumulación de toxinas medioambientales y un elevado contenido de hormonas de crecimiento.
La cría comercial de peces transgénicos no está permitida en ningún país, pero las autoridades comunitarias y estadounidenses evalúan una serie de solicitudes para poner en marcha esta práctica. Científicos del Departamento de Zoología de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) han advertido de la necesidad de llegar a un acuerdo entre todas las partes implicadas antes de impulsar la piscicultura comercial de estos organismos y aplicar un principio de precaución.
Primeros resultados
Desde el citado Departamento, se ha logrado producir peces transgénicos que crecen más rápido de lo normal o con mayor resistencia a las enfermedades. Para ello, han incluido en sus cromosomas genes de otros organismos (transgén) a través de técnicas de ingeniería genética. El gen elegido se propaga mediante bacterias y se aísla, purifica e introduce en los huevos del huésped mediante microinyección. Los genes traspasados contienen una secuencia de ADN que codifica la característica deseada. Hasta la fecha, se han modificado genéticamente unas 20 especies como el salmón, la carpa y el bagre.
Hasta la fecha, se han modificado genéticamente unas 20 especies como el salmón, la carpa y el bagre
Los investigadores sostienen que los peces transgénicos deben criarse en sistemas cerrados y en tierra, sobre todo en el caso de animales fértiles. Mediante la simulación de escapes de peces en el laboratorio, se ha podido estudiar la trucha arco iris y el salmón transgénico para determinar los riesgos ecológicos que suscitan y que podrían causar estragos en el entorno natural. Los resultados han mostrado que, cuando escapan, tienen un efecto mayor en el entorno que los peces de criadero no transgénicos.
Los ejemplares que son modificados genéticamente registran una probabilidad mayor de supervivencia si les falta comida. Esto puede deberse a que su capacidad para competir también es mayor y su conversión de los alimentos es más efectiva. Una de las principales preocupaciones sería que los peces transgénicos superaran a sus semejantes naturales. Pero no es sencillo determinar la manera en la que este tipo de pez afectaría el entorno natural, ya que un laboratorio no refleja con exactitud estos complejos espacios.
Esta investigación, realizada en la Universidad de Gotemburgo, forma parte del proyecto ERATS (Evaluación de riesgos ecológicos del salmón transgénico), financiado mediante el programa de movilidad de las acciones Marie Curie perteneciente al Sexto Programa Marco (6PM). Los socios de ERATS estudiaron los efectos medioambientales de los organismos modificados genéticamente (OMG) en el ámbito de la piscicultura para entender mejor los posibles riesgos ecológicos asociados a la producción comercial de pescado transgénico.
LIFECYCLE, proyecto europeo de investigación piscícola
La piscicultura ha desempeñado una importante función en el sector pesquero comunitario durante las dos últimas décadas y sus promotores principales tienen la determinación de mantener su producción. El proyecto «Construcción de una base de conocimientos biológicos sobre los ciclos vitales del pez para una piscicultura europea competitiva y sostenible» (LIFECYCLE) profundiza en los ciclos vitales de los peces para conseguir que la piscicultura europea sea competitiva y sostenible mediante un conjunto de enfoques orientados a la resolución de dudas y problemas. LYFECYCLE está englobado dentro del Séptimo Programa Marco (7PM).
Coordinado también por la Universidad de Gotemburgo, el proyecto se centra en eventos de desarrollo precoz, crecimiento y adaptación medioambiental a lo largo del ciclo vital. También analiza la fisiología y la inmunología de las transiciones entre etapas de la vida del pez para mejorar la competitividad de la industria acuícola europea.
El equipo del proyecto combina las últimas investigaciones fisiológicas con genómica funcional para contribuir al conocimiento de los mecanismos que controlan las funciones biológicas de los peces. Al ampliar la información sobre este tema, la industria y los investigadores interesados en el sector tendrán más control sobre la situación y serán capaces de resolver cualquier problema que pueda surgir en un momento dado, como crisis durante el desarrollo larvario, el crecimiento y adaptaciones al entorno que pueden afectar a la producción.
En este proyecto se investigarán las cuatro especies más importantes que se crían en cautividad en Europa: salmón común, trucha arco iris, dorada y lubina. Pero también especies como el bacalao y el fletán. En el estudio se empleará y combinará gran cantidad de recursos e información biológica sobre las especies criadas para mejorar las investigaciones. Además, se evaluarán los cambios producidos en los sistemas fisiológicos en varios momentos del ciclo vital para establecer hasta qué punto diversos factores de las fases tempranas del desarrollo pueden llegar a afectar a otras fases de la vida de las especies.
Los datos más recientes muestran que la dependencia de Europa de las importaciones de pescado es grande. En nuestro país, las capturas realizadas por la flota pesquera apenas cubren el 45% de la demanda interna. La reducción notable de las cuotas de pesca en los mares circundantes y el deterioro de las poblaciones de peces han causado estragos en la industria pesquera europea, de ahí la importancia de desarrollar la piscifactoría comercial.
Los expertos calculan que el aumento de las importaciones de pescado podría provocar un descenso en el consumo debido a la subida de los precios y a una menor oferta. Esta situación repercutiría en la salud de los consumidores, ya que la ingesta de pescado es beneficiosa para el organismo.
Además, la pesca en poblaciones de peces de otras partes del mundo provoca una sobreexplotación y empuja a las multinacionales a deslocalizar las industrias regionales, por lo que las importaciones aumentarán el transporte de larga distancia. Esta situación irá en detrimento de los controles de calidad y de la seguridad alimentaria del producto.