El uso de edulcorantes bajos en calorías no confiere ningún beneficio a largo plazo en la reducción de la grasa corporal en adultos o niños. En cambio, su empleo continuado puede tener posibles efectos no deseados, como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos. Estas afirmaciones proceden de un documento publicado en fechas recientes por la Organización Mundial de la Salud y, al hacerse públicas, han disparado muchas dudas.
¿Los edulcorantes son peligrosos?
Los edulcorantes son seguros. Todos los que se emplean y comercializan en la actualidad han pasado las pruebas toxicológicas de seguridad y están regulados por ley. La idea de que los edulcorantes artificiales son peligrosos, cancerígenos o «venenosos» circula una y otra vez, pero no tiene fundamento científico. Algunos estudios, no obstante, sí apuntan que podrían alterar la microbiota intestinal.
¿Entonces por qué los desaconseja la OMS?
Las advertencias de la OMS están relacionadas con el tipo de alimentos donde encontramos edulcorantes. Los edulcorantes se usan, sobre todo, en productos muy procesados que no son beneficiosos para la salud. Si dejamos de tomar azúcar para controlar nuestro peso corporal pero lo sustituimos con edulcorantes bajos en calorías, es más probable que incluyamos en nuestra dieta más cantidad de alimentos y bebidas altamente procesados.
Al respecto, la presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, Alma Palau, explica que «el mensaje ‘0 % azúcares’ enmascara el alto contenido en calorías, grasas o sal de estos productos procesados edulcorados, que llenan cada vez más los supermercados y que en ningún caso son saludables». Por tanto, «no estamos ayudando a la transición hacia una alimentación más saludable, sino cronificando aún más los hábitos alimentarios perjudiciales para la salud», advierte.
¿La guía de la OMS abarca a todos los edulcorantes?
No. La guía solo hace referencia a los edulcorantes acalóricos que no son derivados del azúcar. Es decir:
- acesulfamo K
- advantamo
- aspartamo
- ciclamatos
- estevia y derivados de la estevia
- neotamo
- sacarina
- sucralosa
Quedan fuera, por tanto, los edulcorantes calóricos (como el azúcar o la miel) y los polialcoholes (como el sorbitol o el eritritol), que se obtienen a partir de azúcares.
Si no tienen calorías ni azúcar, ¿por qué aumentan el riesgo de obesidad y diabetes?
«Es posible que este efecto se produzca porque su ingesta habitual puede alterar los mecanismos de hambre y saciedad y generar una preferencia por alimentos muy dulces que empeorarán el patrón de alimentación», aclara el dietista-nutricionista Julio Basulto en este documento de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). «Hay pruebas de que una dieta rica en edulcorantes bajos en calorías contribuye a la preferencia por el dulzor, lo que aumenta la propensión a malas elecciones alimentarias«, asegura.
¿Tenemos que usar azúcar otra vez?
No. La idea central de las recomendaciones de la OMS es que debemos mejorar nuestros hábitos alimentarios y evitar consumir con frecuencia alimentos o bebidas endulzados (ya sea con azúcar o con edulcorantes). El agua o la fruta fresca no requieren un extra de dulzor; los refrescos o los productos de pastelería, sí. Estos productos deberían aparecer muy esporádicamente en nuestra dieta. Para un consumo puntual, da lo mismo endulzar con una cosa o con la otra (excepto si tenemos diabetes, en cuyo caso hay que prescindir de los azúcares libres).
Es posible que, si tenemos por costumbre edulcorar muchos alimentos o bebidas, la fruta sola nos sepa «sosa» al principio. Pero es cuestión de darse tiempo. Como dice Basulto, «al reducir la dependencia de los sabores excesivamente dulces podremos apreciar el sabor natural de los alimentos y aprenderemos a disfrutar de una variedad más amplia de sabores».