Entrevista

Ramon Estruch, coordinador del estudio PREDIMED

Hablamos de patrones de dietas y no de alimentos
Por Mercè Fernández 3 de noviembre de 2006
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El proyecto sobre Prevención con Dieta Mediterránea (PREDIMED), coordinado por Ramon Estruch, persigue aportar evidencias científicas de que la dieta mediterránea reduce todos los factores de riesgo cardiovascular. Hace poco publicaron unos primeros resultados sobre los efectos de añadir a una dieta baja en grasas aceite de oliva o bien frutos secos. Según los resultados del estudio PREDIMED, las personas que suplementaron su dieta con aceite de oliva tenían una disminución del 8% en los indicadores de inflamación en las arterias. Las personas que suplementaron su dieta con frutos secos, la cifra era del 9%. En ambos casos, este y otros resultados analíticos eran mejores que en aquellas personas que no tomaban ninguna grasa, siguiendo las recomendaciones clínicas. Para sus autores, el proyecto permitirá efectuar recomendaciones a la sociedad con el máximo rigor científico. Esto supondrá que la preservación de la dieta mediterránea sea considerada como una medida de salud pública de primer orden.

La recomendación clínica actual es, de hecho, dietas con poca grasa y nada de aceite de oliva.

Eso es lo que aconsejan las sociedades americana y europea de cardiología. Esto va a cambiar sin duda, pero ahora no hay suficientes datos para decir que el aceite de oliva es tan bueno. Si uno se pone en la situación de una persona que es un poco obesa, lo normal es decirle que no tome aceite ni frutos secos, porque se teme que engorden. Es comprensible. Pero luego se ve que, bien tomados, no engordan.

PREDIMED se realiza con un gran número de participantes. ¿Cómo se evitan los factores de confusión, el hecho de que haya personas que se cuiden más o menos? Eso puede afectar a los resultados.

Primero hay que tener en cuenta que el estudio se realiza con un número muy elevado de participantes, hasta 9.000. Por otro lado, al ser un estudio aleatorizado, los factores de confusión que puedan haber, conocidos o no, caerán también de forma aleatoria en todos los grupos. Puede ser que haya gente que se cuide más o menos pero como se distribuyen al azar, tienen que hallarse, en teoría, en la misma proporción en todos los grupos estudiados.

¿Cómo son los participantes en Predimed?

Todos tienen alto riesgo cardiovascular. Son personas que, según nuestros conocimientos teóricos, sabemos que tendrán complicaciones cardiovasculares en los próximos tres o cinco años. Todos son diabéticos o tienen tres o más factores de riesgo: son varones de más de 55 años o mujeres de más de 60, fumadores, hipertensos, con hiperlipidemia, obesidad o antecedentes familiares de enfermedad cardiaca precoz. Si cumplen tres de estos criterios, además de la edad, entran en el estudio.

¿Y se estudia el papel de todos los alimentos que forman parte de la dieta mediterránea?

“Han circulado consejos gratuitos y habría que poner un poco de orden”

Todos, tanto en conjunto como por separado. Aunque lo cierto es que una de las cosas en la que nos centramos es en ver si hay diferencia entre una dieta mediterránea, que en principio es rica en grasas vegetales, y una dieta totalmente baja en grasas. La razón es que los consejos nutricionales que se dan actualmente a estas personas, con alto riesgo cardiovascular, es que sigan una dieta baja en todo tipo de grasas, ya sea animal o vegetal. Con esta dieta baja se acaba comiendo menos carne y grasas, y más pescado, fruta y verdura. Así que cuando analizas en detalle una dieta y otra, te das cuenta de que en realidad la principal diferencia es el aceite de oliva, los frutos secos y las legumbres.

Las recomendaciones cambian de forma constante. Primero se decía que no se comiera pescado azul y después se recomendaba. Puede desconcertar.

Es verdad. Muchas recomendaciones se basan en el último estudio aparecido. La obligación de las autoridades sanitarias es intentar que haya suficiente evidencia científica, al menos hasta ese momento, para justificar las recomendaciones. Si no, se desorienta a la población. Lo cierto es que nunca tenemos la verdad absoluta y las recomendaciones pueden ir cambiando a medida que se hacen mejores estudios. Pero también es cierto que han estado circulando consejos gratuitos y habría que poner un poco de orden. Por otro lado, también ha influido la opinión de los americanos, que son los que más trabajan en esta área. Ellos creían que lo mejor era evitar todas las grasas. Nosotros vemos que no, que la dieta mediterránea es mejor que la otra, pero hay que demostrarlo.

Pero ya hace tiempo que se habla de las virtudes de la dieta mediterránea. ¿Cuál es la piedra de toque que demostraría sus beneficios?

El problema está en que no puede afirmarse con certeza que la dieta es la causa de la mejor salud cardiovascular. Hace años se vio que en los países mediterráneos, sobre todo Creta, que es bastante pobre, había mayor longevidad y menor incidencia de infartos que en Inglaterra o EEUU, países mucho más ricos y con mejor sanidad. Se creyó que o bien era un factor genético, lo que cuesta explicar porque han habido muchas migraciones entre los países, o era un factor relacionado con el estilo de vida, la dieta y el ejercicio físico. Pero puede ser que los que tienen una dieta mediterránea también se cuiden más, hagan más ejercicio, así que no puedes afirmar que sea la dieta la causa. La única forma de saberlo es realizar un estudio aleatorizado como el de Predimed. Lo que hacemos ahora es valorar factores intermedios, como la presión o el perfil de lípidos. Pero lo determinante será ver la mortalidad. Es lo que queremos hacer, seguir a estos pacientes para ver su mortalidad y eso sería, hasta el momento actual, la mejor evidencia de que la dieta mediterránea es mejor que la otra.

Entonces ¿hasta cuándo se extiende el proyecto?

Los estudios suelen ser de tres a cinco años de seguimiento, pero el reclutamiento es progresivo, así que calculamos que para el 2010 tendremos los primeros resultados.

¿Es suficiente tiempo eso?

Sí, porque el número de participantes es muy elevado. Y hemos cogido personas de cierta edad con factores de alto riesgo y que, hasta donde sabemos, tienen muchas probabilidades de tener complicaciones a corto plazo.

Algo que llama la atención es que estudiarán los factores genotípicos en relación con los efectos saludables del alcohol.

Estamos aprendiendo que los genes nos marcan mucho y que la dieta también influye, se activan genes en función de lo que comes. Después de ver si la dieta mediterránea va bien a unas personas y a otras, queremos ver si a algunas personas les va incluso mejor. En el alcohol esto ya lo hemos visto pero no está suficientemente demostrado. Si pudiéramos identificar a qué personas les va a ir bien un poco de alcohol y a qué otras no, podríamos realizar un análisis genético y decidir qué es lo mejor.

Pero esto será a muy largo plazo supongo.

A largo plazo, pero no tanto. No es ciencia ficción. Estamos hablando de cinco o diez años. En los pacientes con lisdipemias, ya se hacen análisis genéticos.

Según su experiencia como médico, ¿qué tal come la gente?

Nosotros en el estudio hemos hecho una encuesta sobre catorce puntos para ver cómo se alimentan los participantes. Cumplir los catorce puntos supone que se cumple una dieta mediterránea ideal. La media de los participantes que han hecho la encuesta y que tienen entre 50 y 60 años, es de un aprobado o un notable alto. Es decir, no comemos tan bien como pensamos. Si hiciéramos esta encuesta a jóvenes veinteañeros, no sé que saldría.

Apuesto a que saldría peor.

Seguramente. Incluso las personas de cierta edad, educadas y acostumbradas a los valores de la comida casera, se están alejando de la dieta mediterránea perfecta. Se come mucha carne, poca legumbre, hay muchos aspectos que se pueden mejorar.

PATRONES DE DIETAS Y ESTILOS DE VIDA

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Ramon Estruch se lamenta de que estudios como Predimed son muy laboriosos y “a pesar de que disponemos de ayudas de la administración, estas nunca son suficientes”. La queja sobre todo hace acento en que estos estudios preventivos deben realizarse de forma inexcusable. “La gente sólo se mueve cuando ya han tenido el infarto y para aplicar medicamentos”. Pero, afirma Estruch, la clave para evitar entrar en el túnel de la enfermedad es la prevención. La dieta mediterránea es uno de los factores determinantes en esa prevención. La paradoja es que, a pesar de que cada vez se come peor, el factor bio o mediterráneo se vende muy bien en los productos.

“Se añaden mucho estas palabras comercialmente y debería existir un control de calidad para no engañar a la población. No se pueden vender ‘patatas a la mediterránea’ con sólo un 5% de aceite de oliva”, afirma Estruch. La consecuencia de esa moda es, también, una gama de productos que garantizan el aporte diario de determinados alimentos concentrados: fruta, verdura… Pero, advierte Estruch, a veces la suma de todos los alimentos, recogidos aisladamente, no hace el total, porque «hay alimentos que interfieren con otros y es el contexto el que le da el beneficio total a la dieta».

“La auténtica dieta que defendemos es el estilo de vida mediterráneo, y no el ‘enchufarse’ la fruta en una inyección”, ilustra Estruch. “Es bueno sentarse a comer. Estar ese rato charlando con los amigos tiene un aspecto positivo que no es sólo el hecho de tomarse dos manzanas al final. Por eso hablamos de patrones y no de alimentos”.

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