Trastornos de la conducta y seguridad alimentaria

Psiquiatras españoles alertan que los trastornos alimentarios son cada vez más frecuentes en nuestro entorno y que su enfoque terapéutico crece en complejidad
Por Jordi Montaner 12 de noviembre de 2003

Los trastornos de origen alimentario pueden tener su origen en el consumo de productos contaminados por sustancias tóxicas o microorganismos patógenos. Pero desajustes metabólicos o de la conducta pueden también condicionar la seguridad de lo que se come y sus efectos sobre el organismo. En esta última línea se sitúan la anorexia y la bulimia, desórdenes cada vez más frecuentes según psiquiatras españoles.

«Me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago con las migas del bollo tocó mi paladar, me estremecí; fijé mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba…». Esta descripción que Marcel Proust incluye en su novela En busca del tiempo perdido ha sido subrayada por la catedrática de psicología de la Universidad de Deusto, Helena Matute, como un ejemplo de reflejo condicionado.

«La magdalena había sido asociada a la felicidad de la infancia y producía ahora en el protagonista adulto de la novela la respuesta condicionada: un placer delicioso, intenso, extraordinario, que surgía inesperadamente del interior de la magdalena…». El protagonista no es capaz de explicar semejante sensación; no se trata de sentimientos subjetivos, ni siquiera de una impronta cultural, el reflejo de una moda o un gusto socialmente compartidos. Obviamente, no se trata de un ardid publicitario.

Ivan Petrovich Pavlov, fisiólogo ruso, dedicó años enteros de investigación a descubrir cómo un sonido asociado a una comida llegaba a provocar salivación en los perros, a dilucidar cómo se extinguía la respuesta de salivación si seguía presentándose sólo el sonido (al igual que el sabor a felicidad de la magdalena de Proust disminuía en intensidad cada vez que el protagonista de la novela volvía a probarlo), o cómo se recuperaba después la respuesta espontáneamente si el sonido dejaba de presentarse durante un tiempo. Pero el reflejo condicionado, advierte Matute, no sólo provoca salivación o felicidad; «también provoca miedo, nostalgia, deseo, excitación sexual, estrés, relajación, alivio, euforia o náuseas».

Anorexia y bulimia

En la anorexia y la bulimia se modulan a través de los alimentos una obsesión o una insatisfacción de origen no alimentario

Más allá de las sensaciones que un determinado aroma, una textura o un sabor pueden evocar tanto en nuestro universo consciente como en el subconsciente, existe una perversión alimenticia que consiste en modular a través de los alimentos una obsesión o una insatisfacción de origen no alimentario.

Ocurre principalmente en la adolescencia y se da más en las chicas que en los chicos. Las comidas pierden todo propósito nutritivo (llegando a poner en peligro los requerimientos vitales) o placentero. En los espejos aparece una imagen distorsionada de la propia figura y se persigue un peso mínimo, una talla mínima a toda costa. Pero el acicate del apetito no es tan fácil de salvar, y los afectados por trastornos de la conducta alimentaria entran en un ciclo de atracones y purgaciones que desquicia tanto su salud física como mental.

La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son trastornos multidimensionales en los cuales juegan un papel relevante la interacción de factores fisiológicos, evolutivos, psicológicos y socioculturales, aún cuando el peso específico de cada uno de ellos todavía no esté bien determinado. Entre sus causas más importantes se barajan la presión cultural a la mujer para ser delgada, el deseo para alcanzar una imagen idealizada de cuerpo perfecto para compensar la baja autoestima y el miedo a ser rechazada, estados emocionales negativos, presencia de ansiedad y depresión, cierta torpeza en la resolución de problemas, malos hábitos alimentarios y descontrol del peso pobres, autoimposición de una dieta rígida irreal y drásticamente restrictiva en calorías y pensamientos desadaptados sobre nutrición, peso y apariencia física.

En relación con la anorexia nerviosa, los estudios epidemiológicos realizados señalan que el trastorno se da en aproximadamente el 1% de las chicas (sólo se da en un chico por cada 10 chicas) entre 14 y 17 años. La bulimia nerviosa es más frecuente que la anorexia; sin embargo, la bulimia puede afectar tanto a niñas mucho más jóvenes, de hasta de 11 años, como a mujeres de 40, y pasa mucho más inadvertida.

Tanto las pacientes anoréxicas como bulímicas tienen una importante preocupación por su peso y su figura, lo que les lleva a restringir de forma excesiva la alimentación. Consumen gran cantidad de productos fáciles, caramelos, chicles, galletas, barritas de régimen, a fin de despistar el apetito, y a medida que su plan avanza, la recuperación se hace más y más difícil.

Los psiquiatras insisten en que se pueden curar la gran mayoría de los casos de forma ambulatoria (sin requerir hospitalización), pero se requieren meses y años. La conciencia de trastorno es esencial para una curación eficaz, así como una buena educación alimentaria.

PROGRAMA DE PREVENCIÓN EN VALENCIA
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Imagen: opclibra

El psiquiatra Luis Rojo Moreno, del Hospital Universitario La Fe de Valencia, presentó en el último congreso nacional de psiquiatría un programa de la Generalitat valenciana para hacer frente a los trastornos de conducta alimentaria. Al igual que otras tantas iniciativas llevadas a cabo en otros puntos de Europa, en EE.UU. o también dentro del ámbito estatal (en Barcelona, el Hospital de Bellvitge puso en marcha un programa en el ámbito universitario), el proyecto DITCA se centra en la población estudiantil, aunque en este caso focalizado en los cursos primero y segundo de ESO.

En el curso 2002-2003 se incluyeron 6.500 estudiantes con la intención de disminuir la incidencia de trastornos de la conducta alimentaria en la población escolar y prestar una atención precoz y adecuada a los adolescentes con trastornos en la conducta alimentaria o con riesgo de padecerla.

«Industrias importantes como la de la moda, los cosméticos o el cine han ayudado a que se institucionalice como la más deseable de las apariencias el hecho de estar delgado; la persona delgada se equipara hoy a la persona saludable, con posibilidad de éxito social, con atractivo y que demuestra, a través de su apariencia, que cuida de sí misma con tesón y voluntarismo». Para Rojo sería ingenuo pensar que todo esto se debe a los medios de comunicación. «Son varias las preguntas que pueden plantearse en la relación de éstos con la anorexia nerviosa, y existen evidencias de que los estímulos estéticos provocan respuestas diferentes en mujeres con anorexia nerviosa que en mujeres sin este trastorno».

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