Según un nuevo estudio elaborado por expertos del hospital Río Hortera, en Valladolid, y publicado en la revista Allergy, las lentejas con el hemíptero Bruchus lentis, uno de los parásitos más frecuentes de esta legumbre, puede producir desde un leve trastorno digestivo hasta un shock anafilático.
El estudio confirma que el artrópodo puede provocar una reacción al inhalar la lenteja infectada, aunque la ingesta es inocua. Así, causa rinoconjuntivitis y asma ocupacional. Según la investigación, existen pocos pacientes que sufran estos síntomas por inhalación de los alergenos de la leguminosa. Los expertos responsables del hallazgo aseguran que el 30% de las lentejas están parasitadas por el Bruchus lentis.
Los especialistas han comprobado, en un agricultor que manipulaba esta legumbre y que sufría rinoconjuntivitis y crisis asmáticas, que el artrópodo estaba muerto o vivo dentro de la lenteja, en todas las variedades. Lo que alertó a los especialistas fue que las pruebas cutáneas de la alergia a la lenteja realizadas al paciente dieran negativo, a pesar de encontrar el patógeno en ellas.
El hallazgo permitirá a partir de ahora «realizar mejores diagnósticos», aseguran los expertos. Esta mejora será posible gracias a la práctica de dos análisis, «primero el de la alergia del extracto de la lenteja pura y, si los resultados son negativos, el del extracto de la lenteja infectada por este artrópodo del género Bruchidae«, reconocen los expertos.
La alergia a las lentejas, en aumento en los últimos años, se debe a la presencia del Bruchus lentis, que los sistemas de recolección anteriores eliminaban las que presentaban un mal aspecto. Los sistemas actuales optan por el uso de un gas tóxico que paraliza el sistema nervioso del parásito cuando la lenteja aún está verde, aseguran los expertos. Así, las lentejas con el parásito presentan un buen aspecto externo, aunque el artrópodo se encuentre dentro.
La presencia de este artrópodo no es nocivo para la mayoría de la población, aunque en algunos casos puede provocar alergia en envasadores y manipuladores de lentejas y en personas sensibilizadas a los antígenos de los artrópodos en general, informa El País.