La Federación Española de Síndrome de Down ha puesto en marcha un programa pionero de adopción. Con el nombre “Padres que acogen”, la entidad ayuda a las personas interesadas en formar una familia. Los requisitos son los mismos que en cualquier proceso de adopción, pero a nadie se le escapa que la concienciación ha de ser mayor. Proporcional a los resultados. “Es difícil describir con palabras lo que se siente, pero nos ha hecho a todos mejores personas”, asegura un padre adoptante.
Simón era un bebé cuando Javier le abrazó por primera vez. Todavía hoy se emociona al recordarlo. Aunque tenía dos hijos biológicos con Magdalena, su esposa, les sobraba cariño para otro más. No fue una decisión espontánea. Ambos eran conscientes de las dificultades a las que se enfrentaban. Sabían que adoptar un pequeño con síndrome de Down implicaba cierto riesgo. «De hecho, dos meses después estábamos en un hospital porque hubo que someterle a una operación de corazón», rememora Javier Blay, presidente de Down Menorca y padre de Simón.
La experiencia de ser padres es única, pero el modo de alcanzarla tiene varias vías. «Hay niños suficientes para acoger o adoptar. Lo que ocurre -lamenta Blay- es que la mayoría de las veces queremos lo que no hay». Adoptar un niño con características especiales es fácil. Ahora más, gracias a la ayuda de la Federación Española de Síndrome de Down.
En su mayoría, son pequeños tutelados por las administraciones públicas después de que sus familias biológicas les abandonaran
Esta entidad puso en marcha a finales de 2007 el programa «Padres que acogen», aunque no fue hasta mediados de este año cuando comenzaron a notarse los resultados. Una niña ya ha sido adoptada y otros cuatro menores se encuentran en espera. En su mayoría, son pequeños tutelados por las administraciones públicas después de que sus familias biológicas les abandonaran. «Pero son menores que tienen derecho, como cualquier otro niño, a vivir bajo la protección y cuidados que sólo unos padres pueden proporcionar», subraya la Federación.
Por su experiencia, Down España conoce las dificultades que algunas personas tienen para adoptar, al encontrarse en una comunidad autónoma diferente a la de la Administración bajo cuya tutela está el niño. Por ello, la iniciativa nació con el objetivo de poner en contacto a estas personas con las administraciones públicas encargadas de la tutela de los pequeños. Hay dos opciones: convivir con los niños en régimen de acogimiento temporal, hasta que se encuentre una familia definitiva, o decidirse por la adopción.
Apoyo durante el proceso
El apoyo de Down España se recibe durante el proceso de acogida o adopción, así como en el periodo de adaptación y crecimiento. Las familias cuentan en todo momento con su ayuda para resolver cualquier duda y superar las dificultades que se puedan presentar. En total, la Federación dispone de 79 asociaciones que desarrollan diferentes programas para atender todas las necesidades.
El apoyo de otras familias es fundamental durante el proceso de adopción y el periodo de adaptación
La adopción de un menor con síndrome de Down implica los mismos pasos que el resto. La Ley establece unos plazos, iguales para todos los casos, y exige que los padres biológicos de los pequeños confirmen su renuncia. De igual forma, la obtención del certificado de idoneidad es común en la tramitación. Sin embargo, la concienciación de los futuros padres suele ser mayor. «Las familias tienen que estar abiertas a ciertas posibilidades que se pueden dar», explica Javier Blay.
Es recomendable contactar con otras familias para conocer su experiencia de primera mano. Además, el apoyo de éstas es fundamental una vez que se completa el proceso de adopción. Es conveniente que, cuando existen hijos biológicos, toda la familia conozca la realidad de estos pequeños. Hay que explicar la nueva situación con la mayor naturalidad posible. «Nuestra hija de cinco años lo entendió perfectamente, pero el pequeño de dos no acabó de comprenderlo hasta un tiempo después», recuerda Blay.
Imagen: Down España
Adoptar un niño con síndrome de Down permite aprender algo nuevo cada día. Javier Blay asegura que, en el caso de su familia, les ha permitido a todos ser mejores. Conocer los retos a los que se enfrentan estos pequeños, su empeño en conseguir una vida normalizada, “ayuda a aprender el significado del esfuerzo”.
Nadie oculta la dificultad que puede llevar aparejada la adopción de un niño con síndrome de Down, pero tampoco la satisfacción de saberse parte de un proyecto cuyos resultados van más allá de lo esperado. “Es difícil, pero nos está haciendo mejores a todos -insiste Blay-. Mis hijos están aprendiendo el significado del verdadero esfuerzo y todos nos estamos sintiendo parte de un proyecto importante. El camino es más fácil cuando lo recorres acompañado”.