Antonio Vargas es médico y responsable del Área de Salud y Nutrición de Acción contra el Hambre, organización con la que empezó trabajando en 1998 y a la que ha vuelto hace dos años después de un largo recorrido como especialista en medicina tropical, nutrición y VIH en diferentes países y organizaciones como Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo. Su lema es “la conciencia necesita de la ciencia para convertirse en acción”. Y ver los resultados y efectos de la labor que desempeña la entidad para la que trabaja es lo que le motiva a seguir activo y combartir la desnutrición en el mundo. Vargas incide en que “seis millones de personas en el área subsahariana están en riesgo de desnutrición aguda severa” y que los próximos tres o cuatro meses, que conforman la estación del hambre, son de alto riesgo para la población más vulnerable. Además, calcula que “durante tres o cuatro años, hay población a la que habrá que sostener con distribuciones alimentarias, hasta que haya un periodo de alimentación que permita a las familias recuperarse”.
Sin detenernos en la especificidad de cada país, en general hay causas básicas que tienen que ver con la mala gobernanza y situaciones de conflicto. Están las causas subyacentes, que tienen que ver con la inseguridad alimentaria y el no acceso a la alimentación, y hay otras relacionadas directamente con la desnutrición, que tienen que ver con las barreras a los sistemas de salud y la falta de poderse alimentar.
Según las últimas estadísticas proporcionadas por UNICEF, en el año 2014 se sabía que 1 de cada 13 niños en el mundo estaba en riesgo de padecer desnutrición aguda. Eso supone aproximadamente 50 millones de menores de cinco años, de los cuales 16 millones corren el riesgo de padecer malnutrición aguda severa.
Sin caer en tecnicismos, tenemos tres grandes grupos de malnutridos, porque cuando hablamos de malnutrición también se contempla la obesidad, donde estamos viendo que hay un incremento de 10 millones de personas con riesgo de tener sobrepeso. Si hablamos de la cara opuesta, la del peso por debajo de la normalidad, distinguimos dos tipos de desnutrición: la aguda y la crónica. La desnutrición crónica se da en contextos como América Latina y la sufren los niños que no tienen la talla necesaria y tienen un retraso en el crecimiento. La desnutrición aguda corresponde a aquellos cuyo peso está por debajo de su edad; es más grave pero más puntual y se puede tratar.
“La diarrea es una de las cuatro patologías por las cuales fallecen los niños menores de cinco años”
Para Acción contra el Hambre, nuestra manera de intervención multisectorial tendrá directamente más incidencia en el problema de la desnutrición. Cerca del 60% de los niños que tienen desnutrición aguda severa, en la primera consulta que se les realiza, tienen sintomatología de diarrea, una de las cuatro patologías por las cuales fallecen los menores de cinco años, en concreto en el contexto del Sahel. La ausencia de agua de calidad conlleva que su ingesta produzca una alteración en el tracto digestivo y una mala gestión de los micronutrientes y de la alimentación que pueda disponer. El niño, a medida que pasa el tiempo con este consumo, puede desarrollar diarrea y producir este síndrome de malabsorción que conlleva a que se pueda desencadenar una desnutrición.
“En algunos países en conflicto y por el fenómeno de El Niño, la estación del hambre se ha adelantado”
Ahora entramos en una época del año que denominamos la estación del hambre, es decir, cuando las familias han consumido toda la alimentación de la última cosecha y todavía no se han producido nuevos alimentos. En este periodo las familias compran alimentación más barata, a veces ni siquiera se encuentra en los mercados, que redunda en una alteración de la buena práctica alimenticia. Por tanto, la cazuela se llena de alimentos con pocos nutrientes y poco energéticos para el desarrollo de los niños. En algunos países este periodo se ha adelantado, por ejemplo en zonas de conflicto armado, donde no se pudo plantar el año pasado y las familias no han podido llegar con estas reservas para poder aguantar estos meses hasta esperar la próxima cosecha. Hay otro condicionante, el del efecto climático de El Niño donde se han producido sequías y no se podrá recoger lo plantado. El periodo del hambre empieza ahora, pero se sabe que la recogida de la cosecha en tres meses no será suficiente como para aguantar la alimentación mínima que tienen que tener las familias.
Quiero incidir en que seis millones de personas en el área subsahariana están en riesgo de desnutrición aguda severa. Hay un total de 4,5 millones de desplazados en esta zona y 7,2 millones de niños, mujeres embarazadas y lactantes con riesgo de desnutrición. Son cifras, pero ante todo son personas que requieren nuestro trabajo profesional y nuestra ayuda.
En concreto, hay un área de alto riesgo que circunda el lago Chad. Hay países como Níger, Chad, Nigeria o Camerún en los que, por el conflicto armado, se están produciendo desplazamientos de población, junto al no cultivo y la no recogida y la deslocalización de las poblaciones de su lugar habitual de residencia que se encuentran en campos de desplazados. Es un contexto de alto riesgo como el que se está produciendo en el norte de Malí donde, al conflicto armado, se le une el efecto de la sequía del año pasado y los índices de malnutrición superan los de emergencia. El norte de Senegal también se ha convertido en un lugar donde las tasas de la malnutrición son elevadas. Otro país también es Mauritania. Además, hay otros como Etiopía, India y Malawi (efecto de inundaciones) donde los niveles de emergencia también son claros.
Es un área donde se han avanzado en los modelos predictivos que van condicionados a los desastres naturales. Pero sabemos que para el Sahel se pueden producir tres o cuatro meses que consideramos de alto riesgo para la población muy vulnerable a caer en el problema de la desnutrición. Hablamos de población que no ha podido plantar y, por tanto, no recogerá cosecha. Así que se estima que durante tres o cuatro años hay población a la que habrá que sostener con distribuciones alimentarias, hasta que haya un periodo de alimentación que permita a las familias recuperarse.
“Se está produciendo malnutrición en España tanto por defecto como por exceso”
Sí que se está produciendo malnutrición en España tanto por defecto como por exceso. Las familias han tenido que reconstruir su plato con alimentos más baratos que no son los más adecuados. No se han registrado zonas con casos de malnutrición aguda, pero sí los medios de vida que la gente está soportando lleva a una alteración de sus hábitos alimenticios y, en algún caso, puede conllevar sobrepeso o déficit porque hay una parte de la población que se alimenta de manera incorrecta.
Tenemos organizados nuestros programas hacia las consecuencias y hacia las causas. Y trabajamos de manera conjunta en los países en los que intervenimos con los dos enfoques, para que no se dé causa-consecuencias. Las intervenciones de Acción contra el Hambre se pueden diferenciar de otro modelo de intervención de otras instituciones en que tenemos bien identificado el sector de medios de vida, de seguridad alimentaria, agua y saneamiento, salud y de nutrición. Facilitamos a la comunidad para que, cuando se produzca sequía o hambre, tenga la capacidad de volverse a levantar. La palabra resiliencia está incorporada en todas nuestras intervenciones a fin de fortalecer las capacidades de la comunidad, del individuo o del sistema para volverse a levantar y que el impacto sea el menor posible.
“Aunque el hambre parezca un problema lejano es un problema en el que todos tenemos una gran parte de solución”
Tenemos un eslogan que nos lo creemos: “Somos la primera generación que tiene todos los recursos para acabar con el hambre”. Sabemos y tenemos todas las herramientas para poderlo hacer. Nosotros somos pioneros o potenciadores, que fomentamos acciones que van en la mejora de herramientas que tengan mayor impacto. Así que tenemos toda la capacidad para acabar con el hambre. Hemos de implicarnos más, poner en marcha lo que sabemos que funciona y no olvidar que la solución no la tiene una institución sino una comunidad global. Es un trabajo común con un problema común. Aunque el hambre parezca un problema lejano, es un problema en el que todos tenemos una gran parte de solución y también de causa.
En primer lugar, este tipo de entrevistas, que nos ayuda a difundir nuestro mensaje y divulgar lo que estamos haciendo. Esto hace que la sociedad se implique también en los problemas, no solo con recursos, aunque también es necesario para que hagamos las intervenciones. Nos gustaría que tanto nuestro trabajo como nuestra voz sea la propia comunidad.