El comercio justo resiste los bandazos de la crisis económica. Las estrategias son variadas, pero confluyen en una premisa: la extensión del comercio justo a nuevos ámbitos y con nuevos productos. Algunos forman parte de la dieta habitual, pero se completan con especias u otros aditivos naturales. Otras veces, se remodelan los lugares de venta para aportar más información a los consumidores o se diseñan acciones destinadas a los más jóvenes para que se familiaricen desde edades tempranas con este tipo de comercio.
La sal es uno de los productos más comunes en la mesa. Su procedencia es diversa, pero según su origen, se convierte en un alimento a favor de unas relaciones comerciales justas. Setem la ha incluido en su catálogo de productos de comercio justo, con la intención de popularizarla y llegar a un mayor número de personas. En este caso, es sal de Sudáfrica, con especias (perejil, orégano, romero y hierbabuena, entre otras) o con algas Nori.
La sal «se recoge a mano de forma tradicional en el poblado de Velddrif, una comunidad empobrecida tras recortarse los permisos de pesca en la región», explican desde Setem. Parte de los beneficios que se obtienen con la venta de este producto se destinan a la formación y capacitación de la plantilla de la organización Khoisan Trading Company. Se desarrollan talleres de salud, autoestima y economía familiar para que la comunidad tenga «una nueva alternativa laboral e ingresos económicos dignos».
Cada vez más productos frecuentes en la dieta diaria se venden en versión justa y en los lugares de venta se informa más al consumidor
Cada vez más productos como la sal, frecuentes en la dieta diaria, se venden en versión justa para ampliar los beneficios a un mayor número de personas. Del mismo modo, en los lugares de venta, se remodelan los espacios de interacción con los ciudadanos y sensibilización. Intermón Oxfam apuesta por un nuevo modelo donde «la ciudadanía comprenda la relación entre pobreza e injusticia» y conozca «las historias que hay detrás de los productos». El objetivo es que las personas conozcan el trabajo del campesino o artesano, «pero que además sepan cómo pueden ser parte de la solución en su lucha contra la pobreza», indica IO.
Este nuevo concepto destaca fotografías y testimonios de grupos productores, información de los criterios de comercio justo y actividades de sensibilización «que invitan a la interacción», como una exposición formada por «un cubo de agua y muestras de jabones que se utilizan en los campos de refugiados de Chad y Sudán», explica IO. «Además, se muestran los libros de texto que utilizan en el colegio los hijos e hijas de campesinos de comercio justo de Kenia y Burkina Faso», agrega. También se han organizado desayunos solidarios y se ha ideado un carnet solidario para que, por cada tres compras, el cliente reciba un obsequio de comercio justo.
En Italia, incluso, se ha puesto a la venta la primera primera crema de sol con el Sello Fairtrade-Comercio Justo y con certificación orgánica: EcoBioSoleil. La ha lanzado la ONG Commercio Alternativo, elaborada con «materias primas que provienen de cooperativas certificadas por FLO y por certificaciones orgánicas», explica la Asociación del Sello Fairtrade-Comercio Justo. Los ingredientes son «sheabutter» de la cooperativa Soontagba en Burkina Faso, «una grasa de la nuez de Shea que tiene propiedades protectoras y antioxidantes», aceite de la nuez de brasil de la cooperativa Candela en Perú, miel de Cosatin en Nicaragua, aceite de oliva de Caanan Fairtrade en Palestina y aceite de coco de BioFoods.
Los más jóvenes también pueden tomar parte a favor del comercio justo. A la iniciativa puesta en marcha por IDEAS se suma el programa “Escuelas Fairtrade”, que se plantea un objetivo similar. “Es una excelente oportunidad de despertar la conciencia social y medioambiental, el espíritu crítico y la comprensión del mundo del comercio”, señalan sus impulsores, la Asociación del Sello Fairtrade-Comercio Justo.
La filosofía de una “Escuela Fairtrade” es la práctica. Además de informar sobre el concepto de comercio justo, se desarrollan diferentes actividades para implicar a los alumnos. Se organizan exposiciones sobre el cultivo de productos del Sur, partidos de fútbol con balones de comercio justo o un desayuno con “cacao ríquisimo de comercio justo certificado”. “Lo importante es moverse, dar a conocer el comercio justo y usar sus productos siempre que sea posible”, recuerdan.
Una “Escuela Fairtrade” debe informarse sobre el comercio justo, elaborar un manifiesto de apoyo y un plan de acción
Para ser una “Escuela Fairtrade”, hay que informarse primero sobre el programa, registrar el centro, formar un grupo de trabajo, rellenar un cuestionario para comprobar los conocimientos del centro acerca del comercio justo y elaborar un manifiesto de apoyo y un plan de acción, que se desarrollará más tarde.
No obstante, para recibir el certificado que acredita como “Escuela Fairtrade” y que debe renovarse cada año, hay que cumplir cinco metas, como la formación de un comité de trabajo y la elaboración del citado manifiesto y plan de acción, además de “ofrecer, promocionar y usar” productos de comercio justo certificado siempre que sea posible, aprender e informarse en su conjunto sobre este tipo de intercambio, y promoverlo y actuar a favor de él.