Su familia se ha preocupado siempre por la mejora de la calidad de vida de las personas con pérdida auditiva. Ha trabajado en la investigación de nuevos avances para superar los inconvenientes de los primeros audífonos y asegura que los actuales “no tienen nada que ver”. Juan Ignacio Martínez apuesta por luchar contra las barreras que a menudo se colocan frente a la discapacidad y defiende que, incluso, “se puede ser músico y usar audífono”. Su última propuesta es la iniciativa Vidas sonoras, un documental que analiza las experiencias de varias personas sordas usuarias de audífono. “Es nuestra apuesta por cambiar la realidad”, afirma.
Mi padre, Juan Martínez Sanjosé, fue uno de los pioneros de la electrónica en España. Creó la primera línea de estos estudios en la Escuela Profesional del Clot, en Barcelona. Años más tarde, puso en marcha la primera escuela profesional de Audioprótesis en esta misma institución. Fueron los primeros estudios que regularon la formación que debía tener un audioprotesista, que es quien adapta los audífonos en los centros auditivos. De aquí pasó a ser la cara visible en las instituciones nacionales e internacionales que velaban por la profesionalización del sector para el bien de las personas con pérdida auditiva. Después, se convirtió en distribuidor de Widex en España porque, como él ha dicho muchas veces, compartía su misma filosofía: la profesión a la que nos dedicamos es un bien social, ya que en nuestras manos está el bienestar de miles de personas. Por eso creó también la Fundación Widex Audífonos en 1997. Con este currículum, era difícil no apasionarse con la profesión.
“Los audífonos actuales son los grandes aliados de muchas personas en el mundo”
Realmente sí. Los audífonos actuales no tienen nada que ver con los de antaño. Sin embargo, parece que la sociedad se ha quedado estancada en esa imagen anticuada que menosprecia a estas ayudas auditivas, cuando en realidad son los grandes aliados de muchas personas en el mundo. Primero la tecnología y, en la actualidad, también la estética, han dado pasos de gigante en el mundo de los audífonos. Nosotros destinamos cada año una gran inversión a I+D, con un equipo de decenas de ingenieros y audiólogos cuya finalidad es desarrollar avances. La batalla tecnológica actual pasa por conseguir el sonido más natural posible a través del audífono.
Así es, éstas son algunas de las ideas contras las que nos hemos propuesto luchar. Estas ideas erróneas alejan cada día a muchas personas de estas ayudas auditivas que les supondrían una mejora cualitativa de su calidad de vida. Los sistemas de los audífonos de alta tecnología pueden cancelar los pitidos, “recuperar” sonidos que ya se habían dejado de oír al trasladarlos a otras frecuencias. Son muy fiables y, todo ello, en apenas 20 milímetros cuadrados.
Nosotros siempre decimos que el proceso de normalización del uso del audífono tiene que vivir el mismo proceso que en su día tuvieron las ayudas visuales. Nadie se plantea no acudir a una revisión si pierde visión y aumentar la graduación de sus gafas si el déficit aumenta. En cambio, para el audífono no es así. En el Estudio Social realizado por Widex, que completa la iniciativa Vidas Sonoras, se indica que tres de cada cuatro personas que creen tener una pérdida de audición esperan años antes de buscar tratamiento, incluso si un médico otorrino ha confirmado su sospecha.
“La estigmatización surge de un desconocimiento muy profundo de los efectos de la pérdida auditiva”
Vidas Sonoras es nuestra apuesta por cambiar la realidad que desgranamos en esta entrevista, de una manera divertida, natural y, sobre todo, optimista. Se consigue a través del viaje testimonial de cinco personas. En el momento de los créditos, al final de la cinta, quien la ve reconoce que sabe un poquito más de las personas que sufren pérdida auditiva y estamos seguros de que esto redunda en un bien social general, del cual, de alguna manera, estamos muy orgullosos. Esperamos que cada día más personas conozcan la iniciativa y se unan a ella.
Puede ser una mezcla muy variada de sentimientos: vergüenza, asociación con edad avanzada, estética, etc. Creemos que todavía hay un fuerte tabú social asociado a las pérdidas auditivas y los audífonos.
Los familiares y amigos de las personas con pérdida son, en muchos casos, los mayores prescriptores de audífonos. Detectan que la persona querida ha cambiado su carácter, se ha convertido de manera gradual en una persona con menos ganas de compartir momentos sociales, de hablar con los demás, es más introvertida e, incluso, en ciertos momentos, taciturna o malhumorada. Este comportamiento no es más que una respuesta a esa pérdida de conexión con el mundo sonoro que les envuelve y, dentro de este mundo sonoro, la comunicación con los demás.
Claro que sí. Los músicos, debido a su exposición continuada a estos sonidos, en algunos casos incluso con niveles de volumen demasiado altos, pueden llegar a tener pérdida auditiva. En este caso, nosotros lo denominamos “trauma acústico”. La Fundación Widex Audífonos realizó hace años un estudio que relacionaba esta profesión con porcentajes altos de pérdida auditiva. En cuanto a la compatibilidad, no hay mejor ejemplo que el personaje de François en el documental Vidas Sonoras. Él siempre dice que su pérdida auditiva no afecta a su trabajo de compositor, ya que “oye la música en su interior”. En cuanto al trabajo de un instrumentista o cantante, depende de la pérdida y de la adaptación del audífono. Pero como he mencionado, los audífonos han avanzado tanto, que el sonido cada vez es más natural y se pueden trasladar frecuencias altas, que son las primeras en perderse, a otras que aún conserva la persona con déficit. Así se puede mantener un espectro sonoro más amplio.
“Los niños integran con toda naturalidad el audífono en su vida diaria”
La relación de un niño con su audífono es más natural de lo que nos pueda parecer. El niño ve en ese aparatito, acerca del cual no tiene ningún prejuicio, un amigo o aliado. Muchas madres nos han comentado que sus hijos cada mañana, incluso aunque sean muy pequeños, son proactivos al ponerse su audífono, que han integrado con toda naturalidad en su vida diaria.
Creemos que sí. Casi con seguridad, no es una respuesta meditada de los ciudadanos. La estigmatización surge de un desconocimiento muy profundo de los efectos de la pérdida auditiva. Por un lado, hay ideas erróneas, como que la pérdida auditiva sólo es cosa de personas mayores, y por otro lado, hay mucha desinformación que, en general, favorece que se minimicen los efectos negativos de una falta de atención temprana de la sordera. Está demostrado que una pérdida auditiva no tratada afecta al estado emocional de las personas que la padecen, así como a su desarrollo neurosensorial. En los bebés y en las personas mayores, es fundamental oír bien, ya que el habla va en conexión con la actividad y mantenimiento de la actividad neurosensorial.
“La pérdida auditiva no es causa ni efecto de ningún retraso mental”
La pérdida auditiva no es causa ni efecto de ningún retraso mental. El desarrollo del habla se relaciona con la audición y el desarrollo neurosensorial, de ahí que sea tan importante el tratamiento temprano de la pérdida auditiva en el nacimiento. Sin embargo, si ésta acontece en la edad adulta, cuando el desarrollo del lenguaje está afianzado, no afecta. Las personas se sienten incomprendidas a menudo porque no oír bien es bastante invisible para los demás. Es más fácil comprender el dolor que puede suponer un brazo roto, que una jaqueca fuerte.
Hay muchos tipos de pérdidas auditivas, desde leves hasta profundas. Nuestro mensaje es que, en cada uno de los casos, una buena atención es la clave para que no llegue nunca a limitar la vida de la persona, que tiene que vivir un proceso de adaptación a su nueva situación y, si necesita audífono, a esta nueva realidad. Pero creemos que en la mayoría de los casos, la pérdida auditiva no debe afectar a la manera de vida habitual.
“La pérdida auditiva nos puede ocurrir a todos”, subraya Juan Ignacio Martínez. Puede tener origen en una predisposición genética o en otras causas externas, como estar expuestos a ruidos muy fuertes o volúmenes muy altos de manera continua o sufrir un efecto secundario de otra enfermedad. Puede acontecer al nacer o de manera súbita, “pero además -apunta Martínez-, si cada uno de nosotros viviera el tiempo suficiente, todos perderíamos el sentido de la audición tarde o temprano”.
¿Cómo se puede adaptar una persona a una pérdida auditiva progresiva? “Todo proceso de cambio cuesta”, responde Martínez, quien anima a confiar en los profesionales que atienden al paciente, así como en los nuevos avances, “que mejoran los anteriores”.
¿Cuándo es el momento de someterse a una prueba para comprobar que se ha perdido oído? Desde finales de los años noventa del siglo pasado, en España se persigue una prueba universal para detectar la pérdida auditiva desde el momento del nacimiento. En 2003 se pidió a las comunidades autónomas que pusieran en marcha un Programa de Detección Precoz y, durante este año, lo han implantado Madrid y Cataluña, las únicas que aún no habían seguido esta recomendación. “El 95% de los niños sordos nacen en familias ‘normooyentes’, según datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Comisión para la detección precoz de la hipoacusia en recién nacidos (CODEPEH) del año 2000”, precisa Martínez.
Es frecuente que los padres detecten que el niño no oye bien cuando éste registra déficits en el habla, cumplidos ya tres años. “En cuanto a los adultos, son los demás quienes primero notan la pérdida de audición de sus familiares”, añade.