Pese a que en España el comercio justo llegó con 20 años de retraso con respecto al resto de Europa, las cifras de sus ventas siguen aumentando y sus productos ganan presencia en diferentes espacios. Aún lejos del gasto medio que en Europa es de 13,4 euros, en España poco a poco va creciendo. Juan José Martínez, vicepresidente de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ) señala que la finalidad del comercio justo va más allá de su comercialización, pues pretende concienciar sobre un consumo más responsable y ético basado en el respeto y la justicia. Cuenta preocupado que, aunque la facturación se incrementa, las ventas en las tiendas desde 2008 están descendiendo, dado que han ganado terreno en otros establecimientos comerciales y vending. Sin embargo, “las tiendas son un núcleo importante para la sensibilización y donde involucrarse en movimientos de transformación social”.
El comercio justo es una alternativa al comercio internacional convencional cuyo fin es el desarrollo de los pueblos y combatir la pobreza y la desigualdad. En el comercio justo las personas que producen o elaboran los productos reciben un salario digno, trabajan en unas condiciones adecuadas y seguras y no hay explotación laboral infantil. Además, el proceso de producción no es perjudicial para el medio ambiente y se asegura el trato igualitario a hombres y mujeres. En definitiva, se trata de un tipo de comercio basado en el respeto y la justicia, tanto a nivel económico, social como medioambiental.
Fundamentalmente se debe a que han aumentado los lugares donde los consumidores pueden encontrar comercio justo. Cada vez más, estos productos están en grandes superficies y supermercados, establecimientos de hostelería y máquinas de vending o bien son distribuidos a través de empresas convencionales. Esto hace que el número de clientes de comercio justo aumente y, por tanto, también la facturación total.
Sí, sí que nos ha afectado y nos está afectando, sobre todo en las tiendas. Aunque las cifras globales de facturación estén aumentando, las ventas en las tiendas vienen descendiendo desde 2008 hasta ahora. Y esto es algo que nos preocupa, porque las tiendas son un núcleo muy importante para el movimiento del comercio justo, ya que en ellas no solo puedes comprar un producto, sino que también puedes participar en actividades de sensibilización o en acciones de denuncia, informarte más sobre el comercio justo, involucrarte en otros movimientos de transformación social, etc.
“Las tres cuartas partes de las ventas corresponden a café, azúcar y cacao”
Lo más vendido en comercio justo es la alimentación. El 90% de nuestras ventas son de alimentos, especialmente de café, azúcar y productos elaborados con azúcar o cacao. Solamente estas tres categorías copan tres cuartas partes de las ventas. Sin embargo, en la red de tiendas de comercio justo, son los productos artesanales y textiles los que más se venden, con más de un tercio de las ventas.
“En Europa el gasto medio en comercio justo es de 13,4 euros, unas 19 veces superior al que se produce en nuestro país”
El año pasado, cada persona en España gastó en comercio justo 71 céntimos de euro. Con esta cifra estamos muy lejos de la media europea, cuyo gasto es de 13,4 euros, unas 19 veces superior al que se produce en nuestro país. Y lejísimos nos quedan países como Suiza, donde el gasto en estos productos es de 44 euros o Reino Unido con 32 euros. Es cierto que en España el comercio justo llegó con 20 años de retraso respecto al resto de Europa y, por tanto, tenemos un recorrido más corto. En Europa van muy por delante de nosotros en la implantación del comercio justo en grandes superficies y en cadenas de hostelería, donde está muy asentado.
“Ni podemos ni queremos competir con productos elaborados por personas explotadas y con unas condiciones de trabajo deplorables”
En este sentido, el comercio justo da un mensaje clave. Cuando compramos un producto barato, no debemos olvidar a quién se están trasladando los costes de producción. Y siempre suele ser a los eslabones más débiles de la cadena de suministro, es decir, a los trabajadores y los productores.
Pero por otra parte, tampoco es cierto que el precio es más elevado que en el comercio convencional. Si los comparamos con productos de una gama de calidad media o baja, en ese caso los de comercio justo sí que pueden resultar más caros. Pero los productos de comercio justo, por su calidad y su producción ecológica o semiartesanal, deben ser comparados con productos de una gama similar; en este caso el precio es muy parecido, incluso a veces más barato.
No obstante, y como en cualquier otra economía de escala, a medida que haya más demanda de productos, los gastos de transacción (transporte, logística, aduanas, etc.) bajan, y eso hará que los importes puedan descender.
Las prácticas abusivas de muchas empresas textiles consolidan e incrementan la pobreza y la desigualdad en la que viven sus trabajadores, que en su mayoría son mujeres. Como hemos analizado en nuestro informe “El mercado global del textil y sus desequilibrios comerciales“, las grandes empresas textiles se trasladan a aquellos países que son más rentables, es decir, donde pueden minorar sus costes al máximo sin cumplir leyes sociales y medioambientales.
Y quienes más sufren esta desregularización son los productores y trabajadores de estos países, con jornadas de trabajo extenuantes, cuyos sueldos no alcanzan el mínimo digno para vivir, en condiciones laborales deplorables. El ejemplo visible más dramático fue el derrumbe del edificio Rana Plaza, en Bangladesh, pero no es en absoluto la excepción, es más bien la regla general.
Es un tema muy complejo pero creemos que al menos requeriría, por una parte, un consenso internacional sobre aquellos derechos laborales y medioambientales inalienables y, por otra, desarrollar diferentes mecanismos reales de intervención en caso de que estos se incumpliesen.
Lo que tenemos claro es que la protección de los derechos laborales no es una cuestión que incumbe de forma exclusiva a empresas y sindicatos. Los derechos laborales y su cumplimento a nivel internacional tienen que ver con la asunción de responsabilidades por parte de organismos internaciones, estados y sociedad civil en su conjunto, incluyendo, por supuesto, a las empresas.