Acuden donde son necesarias. Las personas mayores se han convertido en un apoyo fundamental para familiares, amigos y vecinos. Les prestan ayuda económica, moral o en forma de tiempo y cuidados. Las personas mayores eran estratégicas en su entorno pero, a raíz de la crisis económica, muchas se han hecho imprescindibles. Como se explica en este artículo, son un gran apoyo para la familia, solidarios con organizaciones y, a pesar de todo, optimistas.
Personas mayores, cómo ayudan a su familia, vecinos y amigos
Los mayores son muy valiosos. Durante el pasado mes de abril, el 67,5% realizó alguna actividad no remunerada. Es decir: más de cinco millones y medio de personas mayores de 65 años prestaron apoyo solidario a otras personas o grupos. En el actual momento de crisis, cuando se han jubilado y liberado de sus obligaciones laborales, son un pilar esencial que responde ante los lazos familiares o de amistad. El desempleo y la falta de ingresos en el hogar de los hijos o del entorno más próximo es la razón por la cual las personas mayores sacan lo mejor de sí mismas para colaborar con familiares, amigos o vecinos, señala la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP).
El 67,5% de las personas mayores ayuda en actividades no remuneradas y el 40,3% presta algún apoyo a su familia
Esta organización precisa que el 40,3% de las personas mayores prestó en abril algún tipo de apoyo a su familia y un 6,4%, a sus vecinos o amigos. La ayuda económica es una de las más importantes, pero no la única. El Barómetro del Mayor de UDP afirma que el 20,2% apoya con dinero a sus allegados. Pero además, quienes superan los 65 años son para su familia un gran refuerzo en las labores del hogar (12,1%), facilitadores de cuidados (9,7%), los encargados de acogerles en su vivienda cuando necesitan ayuda (9,1%) o de acompañarles fuera del hogar, ya sea al médico, a la escuela o a realizar otras gestiones (5,4%).
Respecto a los vecinos y amigos, los veteranos no distinguen en el momento de auxiliar. Su gen de la generosidad tiende la mano a las personas más próximas. Una vez cubiertas las necesidades de los familiares, acompañan a vecinos y amigos fuera del hogar (2,6%), acuden a sus casas a cuidarles o ayudarles (2,5%), les acogen en su propia vivienda (1%) o cocinan y hacen labores para ellos (0,2%).
- Sobre todo ayudan las mujeres que tienen entre 65 y 75 años, las personas solteras, divorciadas o separadas, con menor capacidad de gasto y que residen en grandes ciudades.
Mayores solidarios con organizaciones
Las personas mayores destacan también por una importante labor altruista en asociaciones u organizaciones. Y no solo porque dispongan de más tiempo, sino porque, en sí mismas, se revelan como uno de los grupos más solidarios en diferentes aspectos: «Un 26% realiza alguna donación, un 13,8% colabora con una ONG y un 6,4% presta ayuda a sus amigos o vecinos».
Un 50,3% de los mayores dona dinero a ONG o colabora en la recogida o distribución de dinero, comida, ropa o alimentos
Su función en las ONG es variada. Algo más de la mitad, un 50,3%, colabora con estas entidades mediante donaciones, la recogida o distribución de dinero, comida, ropa o alimentos. Pero la otra mitad participa en acciones de gran valor. El voluntariado profesional permite a los mayores poner su conocimiento a disposición de otras personas, sentirse útiles y proveer una ayuda que, de otro modo, quien la recibe no podría pagar. El 12,1% realiza labores educativas, culturales o de asesoría, según los datos de UDP. De estas se benefician menores con problemas, personas desempleadas o inmigrantes.
Otras veces, el apoyo se traduce en compañía para personas mayores con necesidades de atención y que quieren combatir la soledad. Un 7,8% acompaña en el propio domicilio, residencias, hospitales o centros especiales, entre otros. El resto de mayores que colabora con ONG asiste a personas enfermas, con discapacidad u otras (5,5%), realiza actividades de gestión (5,4%) o de apoyo a iglesias o congregaciones religiosas (5%).
- Sobre todo ayudan los hombres menores de 75 años, las personas solteras y viudas, con estudios universitarios, que residen en una ciudad, tanto pequeña como grande, y tienen mayor capacidad de gasto.
La situación económica no da mucho respiro, pero las personas mayores conforman un soplo de confianza. Por primera vez desde octubre del año pasado, son más optimistas frente a la situación económica general, señala el Indicador Sistemático de Confianza de los Consumidores (ISCC). Desde entonces, se ha pasado de un valor negativo de -62,5 a -46,3 en febrero.
Un matiz, recuerda UDP. El optimismo abraza a la economía del país y no tanto a la situación particular. Los mayores confían en la mejora de las expectativas económicas generales, o al menos son más optimistas que el resto de la población, pero cuando se les pregunta por su economía y su capacidad de ahorro, tienen una peor percepción: sobre su economía, el ISCC es de -50,7 frente al -42 de la población general y, respecto a su capacidad de ahorro, -53,1 frente al -36,6 de la media, recalca UDP.