La profesión de mediador social intercultural, a menudo, se confunde con la de un intérprete o acompañante. Sin embargo es mucho más. Son profesionales que facilitan la convivencia y la comunicación entre diferentes culturas. Gracias a ellos, se detectan los posibles focos de tensión y se realiza una labor de prevención muy importante que favorece el entendimiento. Por ello, aunque su profesión no esté reconocida todavía formalmente, el aumento de la población inmigrante en nuestro país les ha convertido en una figura imprescindible.
Perfil del mediador
Las cifras definen a España como un país multicultural. Según los últimos datos de la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración, a 31 de diciembre de 2007, en nuestro país había un total de 3.979.014 personas extranjeras con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor: 841.211 de África, 1.215.351 de América Latina, 1.546.309 de la Unión Europea, 238.770 de Asia y el resto, procedentes de otros países europeos, América del Norte u Oceanía. Todas ellas buscan la integración en nuestra sociedad, una labor en la que los mediadores sociales interculturales juegan un papel muy importante.
Myriam Lee Pulido es vicepresidenta de Acuerdo Intercultural, una asociación sin ánimo de lucro formada por personas de diferentes procedencias. Myriam reside en España desde hace diez años, pero sus raíces se encuentran en Colombia donde, asegura, “también hay inmigración china, rumana o argentina”. A su entender, la inmigración empieza a ser “un fenómeno social, no un problema”. Gente de diversos países que se desplaza a miles de kilómetros con la intención de encontrar un futuro mejor.
Hay que distinguir entre lo que es un conflicto vecinal y aquello que, en realidad, constituye un conflicto cultural
Los conflictos pueden surgir cuando sus costumbres no son entendidas en el lugar de destino. “A veces hay demasiados grupos diferentes en un ámbito en el que antes sólo existía una forma cultural y cuesta asimilarlo”, explica Myriam. Un vecino que pone la música alta u otro que organiza una fiesta en casa pueden ser motivo de discusión. Sin embargo, hay que distinguir entre lo que no deja de ser un conflicto vecinal y aquello que, en realidad, constituye un conflicto cultural.
Ésta es, precisamente, una parte importante del trabajo de los mediadores. Su objetivo es contribuir a la integración de las personas y grupos de origen extranjero. Ayudar a solucionar los posibles conflictos e, incluso, detectarlos antes de que surjan. Esta figura tiene su origen en países europeos con mayor tradición que España en el fenómeno de inmigración. Son profesionales que suelen estar especializados en ámbitos específicos.
Nueva figura
La figura del mediador o mediadora todavía no está formalmente reconocida. Es por esta razón que buena parte de estos trabajadores no desempeñan las funciones que realmente les corresponden o no reciben la formación adecuada. Sus tareas se reducen, en algunos casos, a labores de traducción o apoyo a personas inmigrantes, que desconocen el papeleo o las gestiones administrativas que deben realizar a su llegada al país. “Se intenta realizar un trabajo de puente entre los grupos de inmigrantes y los profesionales de distintos servicios”, explica Manuel Vicente Sánchez, responsable del programa de mediación intercultural del Consorcio de Entidades para la Acción Integral con Inmigrantes (CEPAIM).
En algunos casos, sus tareas se reducen a labores de traducción o apoyo a personas inmigrantes
Lo habitual es que los mediadores y mediadoras sean de origen extranjero -marroquíes, rumanos, ecuatorianos…-, aunque también pueden ser españoles. “El mediador social intercultural no se corresponde con una nacionalidad, sexo o marco cultural concreto, sino que, en la medida en que la mediación se profesionaliza, se valora que tenga una formación y habilidades concretas”, explica la coordinadora del equipo educación de Andalucía Acoge, Amparo Carretero. Su cometido es ser “facilitadores de la convivencia y de la comunicación”, según indica Sánchez. Son profesionales que tienen unas habilidades especiales para mediar entre las personas.
Ámbitos de trabajo
Los campos en los que trabajan los mediadores y mediadoras son diversos. Están especializados en temas jurídicos, laborales, sanitarios, educativos, sociales, de vivienda o de convivencia. La llegada y asentamiento de personas inmigrantes genera nuevos ámbitos para la mediación. “Los mediadores trabajan desde la superación de estereotipos, prejuicios, recelos y miedos, hasta la prevención y resolución de conflictos, pasando por la difícil tarea de conseguir el reconocimiento y comprensión del otro como interlocutor”, describe Myriam Lee Pulido.
Es importante que el mediador tenga una formación polivalente para que pueda atender todas las necesidades planteadas por la población inmigrante
No obstante, la acción de los mediadores interculturales no se dirige exclusivamente a las personas inmigrantes, sino también a la población autóctona, en los barrios en los que ambas conviven. A través de la mediación, se crean espacios de encuentro comunes y, sobre todo, se realiza una importante tarea de prevención al favorecer la comunicación. Se intenta llevar a cabo acciones que permiten generar nuevas actitudes. El objetivo es que inmigrantes y autóctonos se conozcan, interactúen y se respeten. “Crear un marco de convivencia donde todo el mundo se sienta reconocido”, añade Amparo Carretero, quien reconoce que parte de los conflictos que surgen se deben a que la población inmigrante “no se siente reconocida o se siente rechazada”.
En este contexto, es importante que el mediador tenga una formación polivalente para que pueda atender todas las necesidades planteadas por la población inmigrante. Se requiere una metodología de trabajo integral. Asimismo, desde CEPAIM insisten en la necesidad de que conozca tanto la existencia como el funcionamiento de “los servicios, recursos y profesionales que dan respuesta a esta diversidad de necesidades”. “Una competencia específica en uno o varios ámbitos de actuación contribuirá sin duda a una práctica más adecuada y profesional”, defienden.
Sanidad, empleo y educación
En el ámbito sanitario, los mediadores interculturales ayudan a superar los problemas de comunicación generados por la diferencia de idioma y las diferencias culturales. En el terreno laboral, parte de su función se centra en sensibilizar al empresariado para que contrate a población extranjera. El estudio “Diálogos. Elementos y Estrategias para la Orientación Laboral desde la perspectiva de la Mediación Intercultural”, de la Federación Andalucía Acoge, destaca como principales dificultades para la inserción laboral de las personas inmigrantes la falta de manejo de idiomas y la existencia de estereotipos y prejuicios en relación con ellas. Asimismo, detecta como obstáculos más frecuentes la falta de documentación para trabajar y la ausencia de homologación de las titulaciones.
En educación, la incorporación del alumnado inmigrante ha originado cierto desconcierto entre alumnos y profesores, que ha llevado en algunos casos a episodios de rechazo y aislamiento de los estudiantes extranjeros. La Fundación Desarrollo Sostenido (Fundeso) desarrolla en institutos de Secundaria y Bachillerato el programa Interculturanet, de sensibilización contra el racismo y la xenofobia. Mediante este programa se intenta trabajar el intercambio y el diálogo intercultural entre los jóvenes y adultos -orientadores o profesores- que se involucran en el programa. “Trabajamos el acercamiento y analizamos las diferencias, sin que ningún país esté por encima de otro. Mostramos las cosas que hay en común para crear un espacio donde dialogar y conocerse”, explica Verónica Eva Calvo, responsable de coordinación de Interculturanet.
Comunidad gitana
La población gitana vive en España desde hace más de 500 años. Sin embargo, todavía hoy surgen conflictos con miembros de esta comunidad. Por este motivo, la Fundación Secretariado Gitano ha puesto en marcha dos tipos de mediación. Una relacionada con el empleo (Programa Acceder) y otra con la acción social. “La función principal es tender un puente entre la comunidad gitana y la comunidad mayoritaria para que puedan acceder a los recursos a los que accede el resto de la población”, apunta Nuria Serrano, responsable del Área de Salud del Departamento de Acción Social de la Fundación.
A través del Programa Acceder, se enseña a las personas lo que tienen que tener en cuenta a la hora de realizar una entrevista de trabajo, se les acompaña en la búsqueda de un empleo, se contacta con empresas para labores de sensibilización y se explica al empresariado las características de la comunidad gitana. “Es el momento de que la comunidad gitana se abre, participe en la sociedad”, anima Serrano.
“La función principal es tender un puente entre la comunidad gitana y la comunidad mayoritaria para que puedan acceder a los recursos”
Por otro lado, se llevan a cabo programas en aquellos barrios donde reside buena parte de la población gitana, sobre todo, con menores a los que se enseña los principios de la interculturalidad. Se desarrollan programas de alfabetización básica o nuevas tecnologías, se presta formación en el ámbito sanitario para que los médicos de familia conozcan las peculiaridades de la cultura gitana o se mantienen encuentros con los profesores para enseñarles estrategias de intervención con el alumnado gitano.
“No se busca tanto la integración como la convivencia”, detalla Serrano, quien destaca la importancia de que los mediadores tengan una formación específica y sean personas reconocidas por ambas partes. No obstante, la figura del mediador debe entenderse como una figura de paso, que no trata de suplir a ningún otro profesional, como los trabajadores sociales, sino realizar una labor de sensibilización. Su función, según CEPAIM, debe abarcar tres aspectos fundamentales: facilitar la comunicación, fomentar la cohesión social y promover la autonomía e inserción social de las minorías.