Las niñas son el futuro, sobre todo, en África. El continente acumula tasas elevadas de pobreza y la clave pasaría por ellas. Impulsar el papel de las mujeres y, en especial, de las niñas, sería una solución a la crisis que atraviesa el continente. Habría que potenciar su acceso a la educación y al empleo para reducir las altas cifras de mortalidad infantil y el aumento de los ingresos familiares, que propiciarían unas mejores condiciones de vida para todos.
Imagen: cristiano galbiati
Las mujeres y las niñas no siempre están valoradas. En ciertos lugares del mundo, carecen de las mismas oportunidades que los hombres y niños para acceder a un empleo o a la educación. Sin embargo, son claves para acabar con las altas tasas de pobreza, entre otras. Según datos del Banco Mundial, un año de escolarización de una madre reduce la mortalidad infantil en un 10%. Además, destaca que las mujeres «realizan el 66% del trabajo en el mundo, producen el 50% de los alimentos, pero ganan un 10% de los ingresos y tienen el 1% de la propiedad». Esta entidad asegura que si las mujeres tuvieran las mismas ventajas que los hombres en el sector de la agricultura, la productividad se incrementaría un 20% en varios países africanos. Ellas trabajan en buena parte el campo, pero reciben menos del 10% del crédito concedido a pequeños agricultores.
Si tuvieran las mismas ventajas que los hombres en la agricultura, la productividad se incrementaría un 20% en varios países africanos
La crisis económica mundial se ha cebado, sobre todo, con ellas. Las consecuencias son mayores para las niñas, porque los presupuestos familiares se ajustan a las necesidades y tienen que colaborar. Diversas instituciones mundiales han asegurado que la pobreza tiene rostro de mujer. El impacto es mayor si cabe en África. En una conferencia organizada en mayo del pasado año en Washington, la vicepresidenta del Banco Mundial, Obiageli Ezekwesili, apuntó a la crisis como la causa del freno a la acumulación de capital entre la población femenina y la reducción drástica del ingreso individual de las mujeres. Pero sobre todo, subrayó los efectos en las hijas: «Dado que la educación de los varones está más resguardada de las crisis, es más probable que los padres retiren de la escuela a una niña».
Los datos revelan que, incluso en empleos considerados femeninos, los hombres tienen más posibilidad de mantener su puesto de trabajo, como ha ocurrido en el caso de la industria del corte de flores en Etiopía, Kenya y Uganda y en la industria textil en Kenya y en Lesotho. Al reducirse los préstamos, se limitan los microcréditos para las mujeres y, por lo tanto, las posibilidades de tener su propio negocio.
Agentes de cambio
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reconoce que las mujeres que pueden acceder a la educación y participar en la toma de decisiones económicas y empresariales «se convierten en una fuerza impulsora clave en la lucha contra la pobreza». Cuando sus condiciones se equiparan a las de los hombres, mejoran su nivel educativo, el estado de salud y su situación económica, puesto que en ocasiones pueden, incluso, comprar sus propias tierras o abrir negocios.
Las mujeres reinvierten en sus familias y comunidades una buena parte de las ganancias y crean un impacto positivo en el futuro
Aprovechar los tiempos de crisis permite además optimizar los resultados. Así lo piensa Otaviano Canuto, vicepresidente y jefe de la Red de Reducción de la Pobreza y Administración Económica (PREM) del Banco Mundial. Se calcula que sólo en 2009 han fallecido entre 30.000 y 50.000 niños más a consecuencia de la crisis en áfrica subsahariana y que las niñas son las principales víctimas en estos casos. Sin embargo, añade Canuto, si bien las mujeres y las niñas son vulnerables a la crisis, «pueden ser también poderosos agentes de cambio si se les da la oportunidad».
Los países con mayores tasas de igualdad tienen tasas de pobreza más bajas. «Diversos estudios sugieren que para acelerar el desarrollo y el proceso de superación de la pobreza, lo inteligente es poner las ganancias en manos de las mujeres», indica el jefe del PREM. Las mujeres reinvierten en sus familias y comunidades una parte de las ganancias más elevada que los hombres, crean un impacto positivo en el futuro.
Son diversas las organizaciones no gubernamentales (ONG) que centran su trabajo en las niñas y mujeres, así como las instituciones internacionales que destinan recursos a éstas. Un 13% de los proyectos de Manos Unidas se dedican a la promoción de la mujer. Se centran en el reconocimiento de sus derechos y el desarrollo de capacidades. La entidad defiende que “invertir en la mujer como generadora de ingresos familiares, educadora de sus hijos y ciudadana responsable es un valor seguro, cuyos beneficios abarcan no sólo el reducido ámbito de su familia, sino el de su comunidad, y por ende, el de su país”. Su apuesta por visibilizar a las mujeres intenta que tengan voz en su comunidad para que sean motores en la lucha contra la pobreza.
El Banco Mundial tiene también a las mujeres como protagonistas de varios proyectos de presupuestos millonarios. Ha puesto en marcha un Plan de Acción de Género y una Iniciativa para las niñas adolescentes, que durará tres años e intentará capacitar, orientar, potenciar y facilitar la transición laboral de las mujeres africanas jóvenes en Liberia, el sur de Sudán y Ruanda. Además de éste, la iniciativa “Gender Entrepreneurship Markets” se plantea mejorar el acceso a las finanzas de las mujeres en 18 países del sur del Sáhara.
El V Encuentro España-África Mujeres por un Mundo Mejor culminó con la “Declaración de Valencia 2010”, un documento en el que más de 500 mujeres procedentes de 50 países africanos, Europa e Iberoamérica se comprometieron, entre otras cosas, a facilitar el acceso de éstas a los medios y recursos productivos, así como a las microfinanzas, contribuir a su capacitación en gestión, comercio y asociacionismo agrícola, impulsar un programa de formación para incrementar el número de maestras en diversos países africanos, consolidar los sistemas de salud y aprobar un plan estratégico con objetivos específicos y acciones concretas.