Con motivo de la celebración del Año europeo del Voluntariado, diversas organizaciones se han propuesto que las personas con discapacidad pasen de ser receptores de ayuda a agentes de voluntariado. Hasta hace unos años los casos eran aislados, puntuales, pero las entidades que atienden a personas con discapacidad animan ahora a movilizarse. Para ello, les ofrecen todos los apoyos y el seguimiento necesarios.
Cada vez son más las personas con discapacidad que toman parte en tareas de voluntariado. Quieren ayudar a los demás, en lugar de ser siempre quienes reciben ayuda. Reúnen las capacidades necesarias y cuentan con el apoyo de las entidades. «El deseo de hacer voluntariado surge de las personas con discapacidad intelectual y desde las entidades se intenta dar respuesta a estas demandas con los apoyos necesarios», afirma un portavoz de la Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (FEAPS).
Desempeñar estas labores favorece la inclusión social de las personas con discapacidad como un miembro más de la comunidad
En el caso de estas personas, las actividades de voluntariado son muy diversas. Toman parte en tareas de apoyo a mayores para que mejoren sus conocimientos informáticos, colaboran en los albergues de peregrinos del Camino de Santiago en Navarra a través de la delegación de ANFAS o, mediante otra experiencia de ASPRODES en Castilla y León, han participado durante un año en la recaudación de fondos para llevar a cabo un proyecto de cooperación internacional y una de las personas ha tenido la oportunidad de visitarlo.
Los programas en los cuales toman parte son numerosos. La Fundación Ademo organiza acciones de colaboración con entidades que trabajan con niños y la Fundación Síndrome de Down de Madrid desarrolla actividades en comedores sociales. No obstante, FEAPS recuerda que cada una de estas entidades «promueve que el voluntariado sea una decisión personal de los potenciales voluntarios». Su objetivo es que todas las personas tengan la oportunidad de desempeñar la función de voluntario y, para ello, les facilitan esta experiencia, pero son ellos quienes tienen la última palabra. «Se intenta que tengan oportunidades en los ámbitos que más les atraen para poder decidir dónde colaborar», subraya.
Beneficios del voluntariado
La situación personal puede influir en ciertos casos, pero en general, las personas con discapacidad intelectual realizan cualquier tipo de voluntariado, «siempre en función de su interés y de la disponibilidad de las organizaciones donde deseen realizarlo».
Imagen: Wikimedia
Desempeñar estas labores favorece la inclusión social de las personas con discapacidad como un miembro más de la comunidad. Su participación en acciones de voluntariado es reciente, pero supone la apuesta del futuro. Uno de los objetivos de FEAPS para los próximos años es potenciar el voluntariado entre las personas con discapacidad intelectual, impulsar la sensibilización desde las entidades y proponer apoyos sistematizados. El CERMI comparte esta misma visión con motivo del Año Europeo del Voluntariado. Quiere que se conviertan «en agentes promotores, que contribuyan a extender la pulsión solidaria entre toda la sociedad».
Durante este año, el CERMI se propone implantar programas piloto de mentorado social «para promover que personas con discapacidad con procesos exitosos de inclusión social den soporte de forma voluntaria a otras personas con discapacidad». La propuesta principal pasa por el acompañamiento activo de otras personas con discapacidad, con la intención de favorecer su participación social y hacer efectivo el derecho de inclusión en la comunidad.
Las personas con discapacidad intelectual interesadas en realizar voluntariado reciben apoyo de FEAPS. Para ello, deben ponerse en contacto con la federación autonómica correspondiente, que opere en su comunidad autónoma, para informarse sobre los pasos que se deben seguir para realizar voluntariado.
Así hizo Álvaro Roche, un joven con discapacidad intelectual de la Fundación Síndrome de Down de Madrid, que aprovechó la inauguración del Año Europeo del Voluntariado para contar su labor como voluntario con personas mayores, “una oportunidad estupenda de devolver a la sociedad todo el apoyo que ellos han recibido”, expone FEAPS.
Imagen: FEAPS
Con motivo de la pasada festividad de Sant Jordi (Día del libro en Cataluña), dos autogestores de Fundació Projecte Aura, Sara Monferrer y Miquel Viola, acudieron a una escuela de Barcelona donde narraron sendos cuentos infantiles y poemas. “La valoración fue muy positiva por parte de todos, por lo que hay intención de repetir esta acción de voluntariado u otras similares por parte de miembros de grupos autogestores”, explica FEAPS. Tanto Sara como Miquel decidieron tomar parte en esta actividad debido a su gusto por las actividades de voluntariado. “Además de contar cuentos a niños y niñas en escuelas, acudimos de vez en cuando a una residencia de gente mayor y cantamos con los ancianos y celebramos el Día de Sant Jordi”, explican ambos.
Las personas mayores son también a quienes atiende Rosa González, una joven de 29 años que reside en Móstoles (Madrid) y participa como voluntaria en la residencia de personas mayores SAR, donde asiste cada martes por la tarde. Acude a la residencia en autobús y, cuando entra por la puerta, todas las personas le saludan con entusiasmo, detalla FEAPS. Sus principales funciones consisten en apoyar las tareas diarias de la residencia, como guiar las sillas de ruedas, acompañar a los mayores a sus habitaciones u organizar juegos de cartas. “Rosa ha establecido grandes vínculos con todas las personas de la residencia y conoce perfectamente a todos los residentes y a los profesionales que allí trabajan”.
También en Madrid, José Arance, de 32 años, acude todos los sábados al Comedor Social San Simón de Rojas como voluntario. Madruga para servir el desayuno. Llena las tazas con leche, reparte cereales, café y azúcar, y ayuda después a recoger las mesas. Cuando concluye estas tareas, se sienta a conversar con quienes acuden al comedor. “Le gusta preguntarles sobre sus vidas y escuchar lo que ellos le cuentan”.
Los resultados de este tipo de voluntariado son tan positivos, que se apuesta por él con firmeza. El voluntariado es un ámbito de igualdad donde la ayuda no está reñida con la condición personal. Basta con prestar los apoyos necesarios en los casos oportunos para que la sensibilización se convierta en acción.