Al menos un 30% de la población tiene problemas para leer. Es el caso de algunas personas con discapacidad, mayores o inmigrantes con un conocimiento insuficiente del idioma. Para estos grupos, se ha ideado un sistema de lectura fácil. Los escritos se redactan de acuerdo a unas normas que facilitan la comprensión y la accesibilidad, con palabras sencillas y de cuerpo grande.
Los documentos plagados de tecnicismos o con una sintaxis compleja dificultan la lectura. Son factores que desaniman a quienes, por alguna razón, tienen problemas para entender un escrito. No obstante, estos contenidos han propiciado un nuevo modelo de redacción: los textos de lectura fácil. Son libros, documentos, incluso páginas web, que se elaboran «con especial cuidado para ser leídos y entendidos por personas con dificultades lectoras», detalla la Asociación Lectura Fácil (ALF). Siguen las directrices de la International Federation of Library Associations (IFLA) respecto a contenido, lenguaje y forma.
Se calcula que al menos tres de cada diez ciudadanos tienen problemas para leer. Son personas discapacitadas, mayores o inmigrantes con un conocimiento insuficiente del idioma, entre otros. La citada asociación es una de las entidades pioneras, que trabaja en este ámbito desde 2003. Integrada por profesionales del mundo educativo y bibliotecario, colabora con organizaciones nacionales destacadas y forma parte de la International Easy-to-Read Network (Red Internacional de Lectura Fácil).
Normas de adaptación
La clave de estos nuevos textos está en el lenguaje. Con frecuencia, los escritos legales u oficiales se redactan con un vocabulario complejo o expresiones farragosas. La lectura fácil recurre a un lenguaje sencillo que evita términos abstractos o simbólicos. El contenido describe los acontecimientos en orden cronológico. «Narran historias con una sola línea argumental, dan continuidad lógica a la acción y relatan acciones directas y simples, sin excesivos personajes», precisa ALF.
Se evitan los detalles superfluos y los conceptos abstractos, en favor de las frases cortas y los términos sencillos
Otros factores que distinguen a estos textos son visuales. El cuerpo de las letras es grande, se dejan márgenes e interlineados amplios y la longitud de cada línea es limitada. Las frases se adaptan al habla y se cortan en el mismo punto en el que la voz se para al pronunciarlas. Los contenidos, además, se acompañan de imágenes que facilitan la comprensión.
Un escrito de lectura fácil transmite la información esencial, sin detalles superfluos; evita los conceptos complicados y los explica cuando sean inevitables; recurre a palabras sencillas y frases cortas, con una media de diez términos; no emplea la forma pasiva; y aprovecha las ilustraciones para completar el argumento.
Logotipo europeo de identificación
Imagen: FEAPS
Para saber si un texto se adapta a estas directrices, la Asociación Lectura Fácil identifica los libros adaptados con el logotipo LF. No obstante, hay varios distintivos. La organización Inclusion Europe, de la que forma parte FEAPS, cuenta con su propio diseño. En su caso, los contenidos se adaptan a las necesidades y habilidades de las personas con discapacidad intelectual.
El objetivo es facilitar el acceso a la información, por lo que el pictograma indica que el contenido es el mismo que el del texto original, pero con frasess cortas que expresan una idea. Es un sistema que se utiliza en varios lugares de Europa, de forma que los escritos se reconocen con un único dibujo en diversos países del continente.
En su afán por fomentar la lectura, la ALF impulsa la creación de clubes de lectura fácil, en colaboración con la Red de Bibliotecas Públicas. Cada club está formado por un grupo de personas con distintas capacidades lectoras, que leen un mismo libro guiados por un monitor.
Están formados por un grupo de personas con distintas capacidades lectoras, que leen un mismo libro guiados por un monitor
La Fundación Ciudadanía también ha puesto en marcha esta iniciativa. En su caso, se dirige a personas que leen poco y tienen dificultades para mantener la atención. Cada sesión dura una hora y media. Durante este tiempo, los participantes leen en voz alta un texto, de manera individual, mientras el coordinador realiza preguntas relacionadas con el escrito.
El programa se centra en quienes leen poco, con dificultades para mantener la atención y necesidades de apoyo, como personas con parálisis cerebral, autismo o trastornos de la comunicación (disfasia), además de inmigrantes y mayores. Entre las obras adaptadas destacan ‘Don Quijote de la Mancha’, ‘Robinson Crusoe’ y ‘El Lazarillo de Tormes’, o cuentos infantiles como ‘La ratita presumida’ y ‘El patito feo’.