Aunque la tecnología Oled no se ha impuesto todavía en el sector de los televisores y los dispositivos portátiles, sus ventajas son evidentes: elasticidad de los materiales y bajo consumo. Sin embargo, una variante conocida como Amoled, sí ha conseguido introducirse en la fabricación de pequeñas pantallas para teléfonos móviles y cámaras fotográficas y compite con otros sistemas como la Retina Display del iPhone 4 o el LCD, que emplean los dispositivos HTC y las anteriores versiones del teléfono de Apple.
Imagen: Johan Larsson
Las pantallas Amoled suponen una evolución sobre los prototipos Oled conocidos y suman a la elasticidad que ya tenían estos unos menores consumos energéticos, además de precios más asequibles. El fracaso en los intentos de llevar la tecnología Oled a las pantallas de los televisores, las tabletas y los lectores electrónicos se debe en buena medida a que el coste de fabricación y de los materiales empleados se dispara.
En cambio, en el sistema Amoled, al estar pensado para pequeñas superficies, el precio se mantiene en los márgenes y no encarece el producto en exceso. Por otro lado, por su especial estructura, Amoled tiene ventajas de cara al diseño de aparatos ligeros y poco voluminosos, como los teléfonos móviles, ya que el grosor de una de estas pantallas puede llegar a ser la mitad respecto a la LCD -empleada en modelos HTC y en iPhone 3- y algo menor que la tecnología Retina, estrenada por Apple en el iPhone 4.
Amoled tiene ventajas de cara al diseño de aparatos ligeros y poco voluminosos
A este respecto, hay que señalar que el ahorro de espacio en estos aparatos de dimensiones reducidas permite la mejora de otras funciones. Un caso reciente de limitación por espacio es el del nuevo iPod Touch, que se ha visto condicionado a integrar una cámara de menos de un megapíxel de resolución por la delgadez del dispositivo.
Diferencias con otras tecnologías
La principal diferencia con LCD o Retina radica en que Amoled se basa en una matriz de diodos Led regulados por transistores TFT -elementos que regulan el flujo eléctrico-, que activan la pantalla de manera eléctrica. Es decir, son píxeles orgánicos dispuestos de forma estratégica sobre una pantalla, que además están cubiertos por dos capas cargadas electrónicamente -una capa actúa de cátodo y otra de ánodo-, de modo que se crea entre ellas un paso eléctrico que los ilumina. Los transistores TFT son los encargados de regular esta iluminación.
Las pantallas Amoled no necesitan tener iluminación posterior, como ocurre en las otras tecnologías de pantalla para móviles
Al encenderse por sí mismos, con el paso eléctrico, los píxeles Led no necesitan tener iluminación posterior o retroiluminación, como ocurre en las otras tecnologías de pantalla para móviles y cámaras fotográficas. Esto supone que el fabricante puede ahorrarse una capa de pantalla si usa Amoled y, por tanto, tiene más espacio para otros componentes o para configurar un diseño más delgado.
El hecho de que la retroiluminación no sea necesaria tiene otra ventaja adicional que resulta interesante, en especial, para los aparatos portátiles y que precisan de la máxima autonomía con respecto a las fuentes de alimentación. Al no haber por obligación una fuente de luz posterior, el consumo de la batería se reduce de forma sensible y, por tanto, los teléfonos que usan pantallas Amoled aguantan más sin recarga de pila que otros como las distintas versiones de iPhone, donde ésta se consume con gran rapidez a poco que se haga un uso intensivo de las prestaciones del aparato.
Sin embargo, es en el apartado de la definición de pantalla donde las otras tecnologías se muestran superiores. En varias pruebas realizadas con teléfonos que utilizan las distintas tecnologías, se comprueba cómo la pantalla del iPhone 4 obtiene con diferencia la mejor resolución, frente a LCD, la segunda, y Amoled, que muestra menos definición de la imagen. Aún así, el nivel de resolución es más que aceptable para la mayoría de las funciones.