A menudo, es un lujo que no está al alcance de cualquiera: disfrutar de todos los servicios sin necesidad de moverse del barrio, vivir en el lugar donde está todo el movimiento con los locales más frecuentados, la zona monumental y la posibilidad de dejar el coche a un lado -ya que no es necesario circular con él, al menos en la ciudad-. Para otros, sin embargo, tener un piso en el casco antiguo solo genera problemas: dificultad para aparcar el vehículo por el gran número de personas que acude a la zona, ruidos generados por la fiesta o por la visita de turistas, bullicio e imposibilidad de descansar hacen que para algunos residentes estas zonas sean un lugar poco agradable para vivir.
Muy demandada
Comprar un piso en el centro histórico es el sueño de muchas personas, no en vano en la mayoría de las localidades es la zona más cotizada. Estar en el lugar más emblemático de la ciudad rodeado en muchas ocasiones de monumentos, tradición e historia hace que estos barrios sean muy demandados entre los compradores.
Por lo general, el casco antiguo de las urbes concentra a personas de otros barrios atraídas por el ambiente, los espectáculos callejeros, los teatros, la música y, en muchos casos, los servicios públicos como delegaciones ministeriales, ayuntamientos o lugares en los que hacer trámites burocráticos. Como ventaja, cabe señalar que los vecinos de esta zona están cerca de todo y no necesitan desplazarse a otros distritos para hacer sus gestiones.
Pero no todos los cascos antiguos son idílicos. A menudo, son zonas degradadas a las que no han llegado los planes de rehabilitación, lugares donde se concentra un gran número de personas hacinadas y atraídas por los bajos precios de los inmuebles.
Inspeccionar la zona
Quien elija el centro histórico para vivir debería visitar el barrio a distintas horas del día. Al ser lugares donde se concentra mucha gente, es posible que el ambiente cambie de manera radical de una hora a otra. Sitios que por la mañana son tranquilos pueden convertirse por la tarde en zona de terrazas y, por la noche, pasar a ser el barrio más ruidoso de la ciudad. Si además es la zona donde se concentra el ocio nocturno, no solo hay que tener en cuenta el ruido, sino también los malos olores y el comportamiento incívico de algunos ciudadanos.
Vivir en un barrio centenario puede ser muy agradable, pero también acarrear muchas desventajas. Los mismos factores que hacen que la zona sea atractiva -sitios llenos de vida a los que la gente acude a divertirse- pueden volverse en contra del descanso de sus habitantes. También son los lugares elegidos por manifestantes para hacer sus protestas y donde se celebran desfiles y procesiones en determinadas épocas del año. El centro histórico es el barrio de quien lo habita, pero también es el lugar donde disfrutan el resto de los ciudadanos.
Los mismos factores que hacen atractiva la zona pueden volverse en contra de sus habitantes
Por lo general, las viviendas del casco antiguo se construyeron hace décadas, e incluso siglos, por lo que el trazado de sus calles es estrecho y sinuoso, propio de otras épocas. Si antes de comprar una casa en cualquier lugar hay que valorar factores como el ruido, la orientación o el estado del edificio, en los pisos del casco antiguo hay que cuidar más aún estos aspectos.
También hay que comprobar si el edificio está afectado por un plan de ordenación, e incluso, si entre los objetivos del ayuntamiento está derribar la vivienda porque debido a su antigüedad o mal estado entrañe peligro para quienes habiten en ella o para los viandantes. No estaría de más en estos casos informarse en el consistorio de los planes que perjudiquen al comprador de la casa en un futuro, e incluso, contratar un perito que revise el estado del edificio. En ocasiones, un piso barato en una buena zona esconde muchas pegas.
En el mismo sentido, es posible que el ayuntamiento quiera rehabilitar el centro y hacerse cargo de un elevado porcentaje del coste de las obras. Muchas localidades ya han reformado zonas que empezaban a degradarse y los resultados son espectaculares, puesto que se mejora mucho la imagen de la ciudad.
Estado del inmueble
Conocer el estado del edificio es fundamental. Es posible que, desde fuera, su fachada dé una imagen que no se corresponde con la realidad. Puede que se hayan realizado obras superficiales de mejora que no afecten a la estructura y que el interior del inmueble se encuentre en mal estado. En este caso, el nuevo propietario tendrá que afrontar su parte en las obras de rehabilitación y mejora del edificio, algo que puede resultar muy caro.
Ya dentro de la vivienda que se quiere adquirir es necesario valorar su conservación. Algunas casas del casco histórico cuentan con siglos entre sus muros, por lo que se debe revisar con cautela el estado de la red eléctrica, los tabiques, las tuberías y cosas más fáciles de comprobar a simple vista, como pueden ser el suelo o las paredes. Si el piso a la venta es muy barato -y siempre que se hayan tomado las precauciones de revisar que no vaya a sufrir un derribo o que su estado sea peligroso- el comprador puede adquirirlo, aunque tenga que hacer una serie de mejoras.
En ocasiones, la fachada da una imagen que no se corresponde con la realidad
El nuevo propietario puede acogerse a deducciones como la destinada a la mejora energética del piso, que incluye actuaciones como la sustitución de las instalaciones de gas, agua o electricidad o la instalación de ventanas que aíslen del frío o del calor, y que ascienden al 10% del dinero abonado por la obra. También se contempla una deducción -en función de los ingresos del comprador- para quienes rehabiliten su vivienda, siempre que las obras se hayan calificado como actuación protegida y su objeto principal sea reconstruir el inmueble mediante la consolidación y el tratamiento de las estructuras, cubiertas o fachadas.
Vivienda nueva
Pero en el casco histórico también hay viviendas nuevas. Aunque su precio es bastante elevado, sus compradores contarán con todas las ventajas de vivir en el centro y sin los inconvenientes de residir en un piso viejo que requiere obras varias veces a lo largo de su vida. Además, los gobiernos municipales no permiten que las casas de nueva construcción sean muy diferentes a las antiguas, no pueden romper la estética del entorno, de modo que son edificaciones atractivas desde el punto de vista estético.
Incluso en ocasiones se utilizan como fachada y estructura elementos antiguos para edificar la casa. Se puede usar -siempre que el ayuntamiento o la comunidad autónoma lo permita- un tramo de la muralla o antiguos edificios para construir la vivienda. Esto da un aspecto antiguo, aunque la casa sea de nueva construcción. No obstante, puede que estas viviendas no estén al alcance de todos los bolsillos.
Aparcamiento
El aparcamiento es otro de los problemas de los cascos históricos, tanto por la estrechez de muchas de sus calles como por el gran número de personas que acuden al centro para disfrutar de su ambiente.
En muchas localidades, este inconveniente se soluciona con facilidad ya que se da a los vecinos, a un precio muy bajo, la posibilidad de estacionar su vehículo en zonas marcadas para residentes. También hay rebajas en los parkings construidos en el centro y que utilizan los turistas o quienes viven en otros barrios a precios mucho más elevados. Pero dejar el vehículo en la calle quizá no sea lo más acertado, sobre todo si la zona concentra un gran número de lugares de copas u ocio nocturno, ya que puede que al día siguiente el automóvil no esté en la mejor de las condiciones.
El precio de una cochera en estos barrios duplica o triplica el de otras zonas
Si los residentes en el centro no optan por aparcar en las zonas restringidas ni quieren utilizar el parking, tienen la posibilidad de adquirir un garaje, algo que puede resultar muy caro porque en zonas antiguas hay pocos y el metro cuadrado se dispara. El alquiler de una cochera en estos barrios también cuesta bastante dinero y puede duplicar o triplicar el precio de otras zonas de la ciudad.
Las personas que habitan en el casco antiguo conforman un grupo heterogéneo, al igual que los centros históricos de las diferentes urbes. Si muchas veces los barrios de las ciudades se clasifican según las personas que viven en ellos -zonas obreras, distritos envejecidos, áreas de chalés donde predomina la gente joven, barrios ricos…-, en el centro es algo más difícil.
Por una parte están las personas mayores que han habitado la zona desde hace décadas. Muchas de ellas compraron un piso cuando eran jóvenes o lo han heredado generación tras generación. Son, por lo general, gente de edad avanzada que no se ha movido de la zona y que son conocidos en cafeterías y establecimientos del casco histórico. Esta es una de las ventajas que aportan estos barrios y que se pierde tanto en las grandes urbes como en ciudades medianas: la gente se conoce entre sí, se presta ayuda y siempre se puede contar con el apoyo del vecindario.
En este grupo de personas mayores también figuran quienes viven en pisos de alquiler de renta antigua. Por un precio muy bajo residen en la zona centro de la ciudad desde hace décadas. Por lo general, sus pisos son los menos reformados de la zona, ya que muchos propietarios no quieren invertir en la mejora del edificio por la escasa contraprestación económica que reciben.
También habitan el casco histórico familias adineradas. Sus casas son a menudo las más grandes y, aunque sean muy antiguas, están reformadas y rehabilitadas. Los esgrafiados exteriores, los patios interiores o grandes espacios llaman la atención del viandante.
Los nuevos pobladores del centro son personas atraídas por una zona con encanto, con vida y con historia. En ocasiones, son profesionales liberales, sin unos horarios tan marcados como los de otros empleados que, incluso, pueden desempeñar su oficio desde casa y disfrutar de la zona durante más tiempo. Pero el grupo de compradores es mucho más amplio y se puede encontrar gente de todo tipo de profesiones. En general, prefieren pagar algo más por residir en casas de menor tamaño, pero vivir el atractivo de la zona antigua.
En otros centros históricos degradados habitan personas que no pueden hacer frente al pago de un alquiler o carecen de medios para comprarse un piso en otra zona. En general, quienes viven en estos cascos antiguos no tan idílicos son familias que residen desde hace mucho tiempo en la barriada o llegan desde otros lugares.